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lunes, 30 de septiembre de 2013

DÍA 5º: PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO



PENSAMIENTO PARA ESTE DÍA
     Hermanos: Francisco de Asís fue un "predicador del Evangelio", y se apresuró a enviar a sus primeros Hermanos por todo el mundo a proclamar el mensaje evangélico. Que su ejemplo reanime en nosotros el celo por la evangelización de los hombres.

ORACIÓN
     Señor, haz de mí un instrumento de tu paz: que allí donde hay odio, ponga yo amor; donde hay ofensa ponga yo perdón; donde hay discordia, ponga unión; donde hay error, ponga verdad; donde hay duda, ponga fe; donde hay desesperación, ponga esperanza; donde hay tinieblas, ponga vuestra luz; donde hay tristeza, ponga yo alegría. Por Jesucristo nuestro Señor.

LECTURA DE LOS ESCRITOS DE SAN FRANCISCO
     A todos los cristianos, religiosos, clérigos y laicos, hombres y mujeres; a cuantos habitan en el mundo entero, el hermano Francisco, su siervo y súbdito: mis respetos con reverencia, paz verdadera del cielo y caridad sincera en el Señor. Recapacitando que no puedo visitaros personalmente a cada uno dada la enfermedad y debilidad de mi cuerpo, me he propuesto comunicaros,  a través de esta carta, las palabras de nuestro Señor Jesucristo, que es el Verbo del Padre, y las palabras del Espíritu Santo, que son espíritu y vida. Yo, el hermano Francisco, vuestro menor siervo, os ruego y suplico, en la caridad que es Dios y con el deseo de besaros los pies, que os sintáis obligados a acoger, poner por obra y guardar con humildad y amor estas palabras. Y cuantos las acojan benignamente, si perseveran en ellas hasta el fin, bendígales el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.

REFLEXIÓN
     El apostolado ha de brotar de la íntima convicción de la propia fe, que quiere compartir con todo el mundo los dones de la salvación. San Francisco descubrió su misión peculiar de proclamar el Evangelio en una celebración eucarística, en la que escuchó el texto evangélico que narra cómo el Señor había enviado a sus discípulos a predicar; y, después de hacerse explicar por el sacerdote las palabras de Jesús, adoptó inmediatamente aquella forma de vida evangélica, y "comenzó  a predicar a todos la penitencia con gran fervor de espíritu y gozo del alma". Con su más genuina espontaneidad, llegó a dirigirse por carta a todos los fieles para comunicarles la propia percepción del Evangelio, con algunos de los puntos que él sentía y vivía como más importantes en el mensaje de Jesús. Que su ejemplo nos mueva a dar testimonio del Evangelio con nuestra palabra y nuestra vida.

(Pida cada uno la gracia que desee alcanzar)

PRECES
      Hermanos: el corazón de San Francisco saltaba de júbilo espiritual por el bien que el Señor hacía por medio de los Hermanos en la evangelización de los hombres. Para que todos sigamos edificando la Iglesia, pidamos.

-Por el Papa, los obispos y toda la Iglesia, para que realicen su misión evangelizadora en medio del mundo. Roguemos al Señor.
-Por la Orden Franciscana, para que siga proclamando y enseñando el mensaje del Evangelio a través de su palabra y del testimonio de su vida humilde, sencilla y alegre. Roguemos al Señor.
-Por las monjas de clausura, para que con su dedicación prioritaria a la oración hagan recaer las bendiciones de Dios sobre la tarea evangelizadora de la Familia Franciscana y de la Iglesia, y todos reconozcamos en su vida el más precioso testimonio del mensaje evangélico. Roguemos al Señor.
-Por todos nosotros, para que nos dediquemos a trabajaren la viña del Señor siendo apóstoles responsables de su Evangelio. Roguemos al Señor.

    Unidos a Jesús, oremos al Padre: Padre nuestro

OREMOS CON SAN FRANCISCO
       ¡Oh Maestro!, que no me empeñe tanto en ser consolado como en consolar, en ser comprendido como en comprender, en ser amado como en amar; pues dando se recibe, perdonando se es perdonado, muriendo se resucita a la vida eterna. Amén.

domingo, 29 de septiembre de 2013

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO



SAN LUCAS 16, 19-31

"En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: 
- Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abraham, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." 
 Pero Abraham le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abraham le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abraham. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abraham le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."

ROMPER LA INDIFERENCIA 

Según Lucas, cuando Jesús gritó “no podéis servir a Dios y al dinero”, algunos fariseos que le estaban oyendo y eran amigos del dinero “se reían de él”. Jesús no se echa atrás. Al poco tiempo, narra una parábola desgarradora para que los que viven esclavos de la riqueza abran los ojos. 
 Jesús describe en pocas palabras una situación sangrante. Un hombre rico y un mendigo pobre que viven próximos el uno del otro, están separados por el abismo que hay entre la vida de opulencia insultante del rico y la miseria extrema del pobre. 
El relato describe a los dos personajes destacando fuertemente el contraste entre ambos. El rico va vestido de púrpura y de lino finísimo, el cuerpo del pobre está cubierto de llagas. El rico banquetea espléndidamente no solo los días de fiesta sino a diario, el pobre está tirado en su portal, sin poder llevarse a la boca lo que cae de la mesa del rico. Sólo se acercan a lamer sus llagas los perros que vienen a buscar algo en la basura. 
No se habla en ningún momento de que el rico ha explotado al pobre o que lo ha maltratado o despreciado. Se diría que no ha hecho nada malo. Sin embargo, su vida entera es inhumana, pues solo vive para su propio bienestar. Su corazón es de piedra. Ignora totalmente al pobre. Lo tiene delante pero no lo ve. Está ahí mismo, enfermo, hambriento y abandonado, pero no es capaz de cruzar la puerta para hacerse cargo de él. 
No nos engañemos. Jesús no está denunciando solo la situación de la Galilea de los años treinta. Está tratando de sacudir la conciencia de quienes nos hemos acostumbrado a vivir en la abundancia teniendo junto a nuestro portal, a unas horas de vuelo, a pueblos enteros viviendo y muriendo en la miseria más absoluta. 
Es inhumano encerrarnos en nuestra “sociedad del bienestar” ignorando totalmente esa otra “sociedad del malestar”. Es cruel seguir alimentando esa “secreta ilusión de inocencia” que nos permite vivir con la conciencia tranquila pensando que la culpa es de todos y es de nadie. 
 Nuestra primera tarea es romper la indiferencia. Resistirnos a seguir disfrutando de un bienestar vacío de compasión. No continuar aislándonos mentalmente para desplazar la miseria y el hambre que hay en el mundo hacia una lejanía abstracta, para poder así vivir sin oír ningún clamor, gemido o llanto. 
El Evangelio nos puede ayudar a vivir vigilantes, sin volvernos cada vez más insensibles a los sufrimientos de los abandonados, sin perder el sentido de la responsabilidad fraterna y sin permanecer pasivos cuando podemos actuar. 

José Antonio Pagola

DÍA 4º: SEGUIMIENTO DE JESÚS



PENSAMIENTO PARA ESTE DÍA
    Hermanos: El seguimiento de Jesús es la exigencia fundamental del Evangelio. Uno de los ejemplos más señalados es el de San Francisco. De él afirmó el Papa Benedicto XV: "Llegó  a hacerse la copia e imagen más semejante a Él que jamás haya habido". Hoy queremos reafirmar nuestro deseo sincero de seguir a Jesús como lo siguió Francisco.
 
ORACIÓN
      Señor, tú que concediste a San Francisco acercar a Cristo al hombre de hoy con todos sus sufrimientos, sus dudas, sus negaciones, sus tensiones y sus inquietudes, a fin de que Cristo mismo pueda ser para el hombre de nuestro tiempo "Camino, Verdad y Vida". Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
 
LECTURA DE LOS ESCRITOS DE SAN FRANCISCO
     Esta es la vida de los hermans: seguir la doctrina y las huellas de nuestro Señor Jesucristo, el cual dice: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame". Reparemos todos en el Buen Pastor que, por salvar a sus ovejas, soportó la pasión de la cruz. Las ovejas del Señor le siguieron en la tribulación y la persecución, en el sonrojo y en el hambre, en la debilidad y en la tentación, y en todo lo demás; y por ello recibieron del Señor la vida sempiterna. Por eso es gravemente vergonzoso para nosotros los siervos de Dios que los santos hicieron las obras, y nosotros, con narrarlas, queremos recibir gloria y honor. 
 
REFLEXIÓN
        En la crisis de su vida, Francisco halló la respuesta en el Evangelio: "Esto es lo que yo quiero", exclamó; y renunció a todo para seguir radicalmente a Jesús. Es la respuesta que enseñó a los demás que sintieron el mismo problema. También nosotros pidamos consejo a Cristo con el Evangelio en las manos. A él, el Cristo de San Damián le llevó al Evangelio, que así se convirtió en el libro de su vida. Su primer biógrafo nos atestigua: "La suprema aspiración de Francisco era seguir la doctrina de nuestro Señor Jesucristo y sus pasos con suma atención, con todo cuidado, con todo el anhelo de su mente, con todo el fervor de su corazón. Y llegó a una compenetración que parecía total: Jesús en el corazón, Jesús en los labios, Jesús en los oídos, Jesús en los ojos, Jesús en las manos, Jesús presente siempre en todos sus miembros."

 (Pidamos cada uno la gracia que desee alcanzar)
 
PRECES


     Hermanos: “El Hijo de Dios se nos ha hecho camino, y San Francisco, verdadero enamorado e imitador suyo, nos lo ha mostrado y enseñado de palabra y con el ejemplo”. Unidos a él pidamos.


-Para que, en respuesta a la invitación de Jesús, queramos seguirle a lo largo de toda nuestra vida, tomando cada día nuestra cruz, conforme al ejemplo de su fidelísimo siervo Francisco. Roguemos al Señor.
-Para que seamos de los que comunican la paz frente a la violencia, que prefieren ser ovejas antes que lobos, que optan por la sencillez de la paloma. Roguemos al Señor.
-Para que los que tienen alguna noticia de Cristo y lo buscan con sincero corazón, descubran quien es y, creyendo en él, le sigan. Roguemos al Señor.
-Para que los llamados con vocación especial al ministerio sacerdotal y a la profesión de la vida consagrada, perseveren en fidelidad. Roguemos al Señor.
  
    Movidos por el Espíritu Santo, oremos como nos enseñó Jesús: Padre nuestro.
 
OREMOS CON SAN FRANCISCO
      Omnipotente, eterno, justo y misericordioso Dios, concédenos por ti mismo a nosotros, miserables, hacer lo que sabemos que quieres y querer siempre lo que te agrada, a fin de que, interiormente purgados, iluminados y encendidos por el fuego del Espíritu Santo, podamos seguir las huellas de tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y llegar, por sola tu gracia, a ti, Altísimo, que en perfecta Trinidad y en simple Unidad vives y reinas y estás revestido de gloria, Dios omnipotente, por los siglos de los siglos. Amén.
     

sábado, 28 de septiembre de 2013

DÍA 3º: LA MADRE DE JESÚS



PENSAMIENTO PARA ESTE DÍA
     Hermanos: San Francisco "profesaba un amor indecible a la Madre de Jesús; le dedicaba especiales alabanzas, le dirigía plegarias, le ofrecía sus afectos, tantos y tales, que lengua humana no puede expresar". De la mano de Francisco nos acercamos hoy a María para renovarla nuestra confianza y nuestro amor.

OREMOS CON SAN FRANCISCO
    Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo entre las mujeres ninguna semejante a ti, hija y esclava del altísimo Rey sumo y Padre Celestial, Madre de nuestro Santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros, junto con el arcángel san Miguel y todas las virtudes del cielo, y con todos los Santos, ante tu santísimo amado Hijo, nuestro Señor y Maestro. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

LECTURA DE LOS ESCRITOS DE SAN FRANCISCO
    San Francisco constituyó a la Santísima Virgen María abogad de su Orden, y puso bajo sus alas, para que los nutriese y protegiese hasta el fin, a todos sus hijos, antes de morir. Celebraba con preferencia a las demás solemnidades y lleno de inmensa alegría, el nacimiento de Jesús, por ser fiesta conjunta del Hijo y de la Madre. No recordaba sin lágrimas la penuria que rodeó aquel día a la Virgen pobrecilla. Así sucedió una vez, al sentarse para comer, que un hermano le recuerda la pobreza de la bienaventurada Virgen... bañado en lágrimas se levanta de la mesa y come el pan sobre el desnudo suelo, proclamando que la pobreza es virtud regia pues ha brillado con resplandores en el Rey y en la Reina. Compuso para honrarla esta hermosa oración:
     ¡Dios te salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María! Virgen convertida en templo y elegida por el santísimo Padre del Cielo, consagrada por él con su santísimo Hijo amado y el Espíritu Santo Paráclito; que tuvo y tiene toda la plenitud de la gracia y todo bien. Salve palacio de Dios. Salve tabernáculo de Dios, Salve casa de Dios. Salve Madre de Dios. Salve esclava de Dios. Salve, también todas vosotras, santas virtudes, que por la gracia e iluminación del Espíritu Santo, sois infundidas en los corazones de los fieles para hacerlos, de infieles, fieles de Dios.

REFLEXIÓN 
       Francisco revela todo lo que la profundidad de su fe contemplaba en la Virgen cuando nos dice que el Hijo de Dios recibió de ella "la carne verdadera de nuestra humanidad". Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo consagran a María convirtiéndola en Palacio, tabernáculo, casa, vestido, sierva y madre de Dios. Todos estos nombres en su inacable admiración de Francisco a la Virgen, ofrecen su entera riqueza contemplados desde los dos últimos. Al decir "sierva", Francisco decía acogida, espacio vacio, pobreza. Y al decir "Madre", Francisco proclamaba toda su gracia, señalando además su lugar y la necesidad de ella en la historia de la salvación. Por ella, dirá Francisco, el Hijo de Dios es nuestro Hermano. Así expresaba que María vive en el corazón mismo de la Iglesia, continuando su maternidad por la consagración del Espíritu Santo. También la Iglesia, mediante esta consagración, es morada de Dios en la fidelidad que labran las santas virtudes.

                                (Pida cada uno la gracia que desee alcanzar )

PRECES
          Hermanos: unidos a Francisco, que rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la Majestad, invoquemos por intercesión de María, la misericordia Divina sobre todos los hombres. 

-Para que la Iglesia, a imitación de María, conserve virginalmente la fe íntegra, la esperanza firme y la caridad ardiente. Roguemos al Señor.
-Para que el Espíritu Santo, que engendró en las entrañas de María al Hijo del Eterno Padre ilumine y aliente a todos los hombres y los lleve al conocimiento y el amor de su Creador. Roguemos al Señor.
-Para que el ejemplo de María sufriente al pie de la Cruz dé valor a los que viven rodeados de dificultades y dolor. Roguemos al Señor.
-Para que todos nosotros, poniendo los ojos en María, nos esforcemos por imitarla y como ella crezcamos en toda clase de virtudes. Roguemos al Señor.

     Como hermanos de una misma familia, oremos a nuestro Padre: Padre nuestro

OREMOS CON SAN FRANCISCO
      Padre santo y justo, te damos gracias porque, al igual que nos creaste por tu Hijo, así, por el santo amor con que nos amaste quisiste que él naciera de la gloriosa siempre Virgen María. Y humildemente suplicamos, por tu amor, a la gloriosa Madre y a todos los ángeles y santos, que, como le agrada, por todas las cosas te den gracias a ti, sumo Dios, con tu queridísimo Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

viernes, 27 de septiembre de 2013

DÍA 2º: LA IGLESIA JERÁRQUICA



PENSAMIENTO PARA ESTE DÍA
   Hermanos: La fidelidad inquebrantable de San Francisco a la Iglesia Romana y a su Jerarquía fue lo que salvó a su movimiento evangélico de degenerar en herejía o cisma y, a su vez, la Jerarquía de la Iglesia prestó todo su apoyo a la naciente fraternidad. Hoy queremos reafirmar nuestro compromiso por la Iglesia y su Jerarquía, iluminados con los ejemplos de Francisco.

ORACIÓN
   Te pedimos, Señor Jesucristo, por intercesión de San Francisco, que nos manifiestes tu voluntad, para que, conociéndola, vivamos según la forma del santo Evangelio en unión de toda la Iglesa jerárquica, con la cual queremos vivir en plena comunión espiritual y pastoral. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

LECTURA DE LOS ESCRITOS DE SAN FRANCISCO
    El hermano Francisco promete obediencia y reverencia al Señor Papa y sus sucesores canónicamente elegidos y a la Iglesia romana, para que, siempre sumisos y sujetos a los pies de la misma santa Iglesia, firmes en la fe católica, guardemos la pobreza y la humildad y el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo que firmemente prometimos. A todos los sacerdotes quiero temer, amar y honrar como señores míos. Y no quiero advertir pecado en ellos, porque miro en ellos al Hijo de Dios y son mis señores. Y lo hago por este motivo: porque en este siglo nada veo corporalmente del altísimo Hijo de Dios sino su santísimo Cuerpo y Sangre, que sólo ellos reciben y administran a otros. Y a los teólogos y los que nos administran las santísimas palabras divinas, debemos honrar y tener en veneración, como a quienes nos administran espíritu y vida.

REFLEXIÓN
     San Francisco insistió hasta el final de su vida en el compromiso de fidelidad y de ayuda a la Jerarquía de la Iglesia. Para él la Iglesia era la presencia de Jesucristo en la tierra y, al mismo tiempo, la garantía de esa presencia. Por eso su amor a la Iglesia santa viene a ser su otra forma de amar a Jesús, junto con la santa pobreza. No hacía distinción entre la Iglesia-ministerio e Iglesia-institución. Era una sola cosa: "la Iglesia romana", "La santa madre Iglesia". Su fe profunda y enamorada le llevó a venerar a la Iglesia como sacramento universal de vida y salvación. Sólo por ella y en ella tenía la posibilidad de la presencia de Jesús en la Eucaristía. Francisco no intentó "reformar" la Iglesia, sino que la amó y restauró.

PRECES
       Hermanos: el espíritu evangélico de Francisco nos invita a renovar nuestro compromiso vital con la Iglesia jerárquica de hoy.

-Para que la Iglesia-institución, con sus complejas estructuras, no oculte ni comprometa el misterio de la salvación que en su seno opera el Señor, sino que esté siempre al servicio del Evangelio. Roguemos al Señor.
-Para que la Jerarquía acierte a discernir, confirmar y guiar a los auténticos carismáticos de nuestro tiempo como acertaron con Francisco el Obispo de Asís y los Papas de su tiempo. Roguemos al Señor.
-Para que los movimientos renovadores de hoy reconozcan y acepten a la Jerarquía y colaboren eficazmente con ella en la misión propia de la Iglesia. Roguemos al Señor.
-Para que cada uno de nosotros colaboremos generosamente con el Obispo, los sacerdotes y demás ministros de nuestra Iglesia particular, reconociendo en ella la realidad concreta de la Iglesia de Jesucristo. Roguemos al Señor.

   En unión con toda la Iglesia, oremos: Padre nuestro...

OREMOS CON SANTA CLARA
   Señor nuestro Jesucristo, por tu misericordia y por la intercesión de tu santísima Madre María, de todos tus santos Ángeles, de san Francisco y de todos tus santos y santas, te pedimos que el Padre celestial nos dé y confirme su santa bendición en el cielo y en la tierra. En la tierra multiplicándonos en gracia y en sus virtudes entre sus siervos y siervas en su Iglesia militante; en el cielo, ensalzándonos y glorificándonos entre sus santos y santas en su Iglesia triunfante. Por los siglos de los siglos. Amén.