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miércoles, 9 de diciembre de 2009

Una Aventura Sorprendente (V)

LA GRAN ESPERANZA

Allá en lo más alto de los cielos, en las moradas celestiales escondidas en el confín del firmamento azul, más allá de las estrellas, donde habita la Divinidad, el Dios-Amor tiene por fin el consejo de las Tres Divinas Personas, para poder dar una esperanza de salvación a la raza humana que el mismo Señor Dios había creado y se había alejado de Él para siempre en un devenir de sufrimiento e infelicidad.
¿Qué hacer?
El Hijo de Dios Altísimo se adelantó diciendo:
-"Envíame Padre. Yo seré el Hombre que soñaste... Padre mío, envíame a cumplir tu voluntad. Yo, teniendo un cuerpo daré mi vida, derramaré mi sangre y te ofreceré un sacrificio grato a tus ojos. Yo seré el Redentor, el Salvador de la humanidad, el Restaurador de tu Obra y el Glorificador de tu honor y de tu Nombre. Envíame a la Tierra y haremos una nueva creación".

El Padre asintió diciendo:
-" Tu pensamiento es mi pensamiento Hijo mío amadísimo, porque somos Uno y el mismo Espíritu nos inspira; estamos en perfecto acuerdo. Pensemos también en una mujer nueva, cooperadora indispensable de nuestra Obra; de Ella ha de nacer la nueva Estirpe divina. Ella será la Aurora luminosa del Divino Sol de salvación".

La Divina Sabiduría continuó:
-"Será la Mujer ideal, cuya túnica de nubes tornasoladas celestiales, permanecerá inmaculada, sin contaminarse jamás del extravío insensato de los hombres, la Estrella luciente de la mañana; nuestro cielo en la tierra".

El Espíritu Santo prosiguió:
-"Ella será la Hija de la Luz, la Mujer única criatura, de tal categoría que participará del Bien infinito de la Divinidad, pues será llamada ¡Madre de Dios!".

El Padre concluyó:
-" Esta Obra supera en trascendencia, sin comparación, a nuestra primera obra. Nuestro Divino Espíritu, el Amor en persona la realizará".

El Señor Dios bajó a la Tierra e hizo al hombre y a la mujer una promesa de gran esperanza para ellos: Dijo así al espíritu del mal (representado en la serpiente engañadora): "Establezco hostilidades entre ti y la Mujer, entre tu estirpe y la suya. Ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón". (Gn 3, 15)
Sin embargo en sus planes divinos de sabiduría infinita no se cumpliría inmediatamente.

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