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sábado, 13 de febrero de 2010

LAS BIENAVENTURANZAS (Lucas 6, 17. 20-26)


Este domingo nos trae un mensaje nuevo e importantísimo sobre la felicidad. Ya el Profeta Jeremías apunta hacia donde está la felicidad verdadera que todos los humanos deseamos conseguir: no está en apartarse de Dios sino en buscar al Señor y poner en Él toda la confianza. Y el Profeta lo dice con imágenes bien expresivas: "cardo en la estepa" el que se aparta de Dios; "árbol plantado junto al agua" el que confía en el Señor.
San Pablo asegura que la felicidad la podemos tener todos los creyentes. La fe en Cristo resucitado es nuestra esperanza y nuestra felicidad.

Evangelio:
"Bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo: porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ayu de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas".


1.- LEE / ESCUCHA: ¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Como vemos, recoge el discurso de Jesús llamado de las Bienaventuranzas. Es un discurso programático, de un mensaje novísimo: en San Mateo es más extenso. Aquí se recoge cuatro bienaventuranzas y cuatro lamentos.
Eran los primeros tiempos de su predicación. Jesús acababa de elegir a sus discípulos, y se agolpaban las muchedumbres para escucharle. Porque este predicador excepcional y único encarna la Palabra que expresa. Este sermón es la expresión del pensamiento de Dios, y Cristo es la personificación viviente de este pensamiento: Él es la Palabra encarnada. Él vive y representa el ideal que traza en toda su hermosura.
Así comienza el tema de la felicidad: "Dichosos vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de los cielos..."

2.- MEDITA / ASIMILA: ¿QUÉ TE DICE HOY LA PALABRA?
Me dice en primer lugar que el criterio de Jesús es completamente contrario al criterio del mundo. Me dice  que estoy ante un ideal de incomparable belleza, representado en el mismo Cristo-Jesús que es el Hijo de Dios que ha venido hasta nosotros para comunicarnos el secreto de la verdadera felicidad que está en la salvación que nos ofrece; Él es la luz del mundo y la sal de la tierra. Es mi Camino, mi Verdad y mi Vida. Me dice, sobre la dicha, algo asombroso, diametralmente opuesto a lo que me dice el mundo. Esto me llena de admiración y al mismo tiempo de gozo, al ver que la pobreza de los que no poseen bienes terrenos y sienten su dependencia de Dios; que las lágrimas que se derraman por amor a Dios y a los pecadores; y todo sufrimiento  y cualquier amargura en la tierra, no es una desgracia, sino que estoy unida a Cristo por su amor; sino que me conduce a la verdadera felicidad.
He meditado también que si yo consiguiera llevar a cabo este programa que Él me propone hoy, de altísima perfección, sería DICHOSA; sería luz del mundo y sal de la tierra; sería como una ciudad edificada sobre un monte a la cual todos pueden mirar; habría entrado en la ciudadanía del Reino de Dios...

3.- ORA / CONTEMPLA: ¿QUÉ LE DICESA AL SEÑOR CON LA PALABRA?
¡Oh Maestro adorado! Tú sabes el anhelo nostálgico que despierta en mi alma la contemplación de este ideal de vida que me propones hoy: ¡con qué perfección quisiera abrazarlo! Pero me encuentro tan limitada y tan débil...
Sí, Señor; quiero hacer un vacío en mi corazón de todo lo que no eres Tú. ¡Oh Jesús amadísimo! Tú, en efecto, eres toda mi Riqueza; entonces no hay vacío, ¡hay plenitud de amor! Así seré colmada por tu generosidad infinita, y seré y podrás llamarme verdaderamente ¡dichosa! Gracias, Señor.

4.- PON EN PRÁCTICA / ANUNCIA: ¿QUÉ HACER CON L A PALABRA?
Tendré muy en cuenta los criterios de Jesús:
Jesús ensalza y canoniza la pobreza y el sufrimiento.
Lamenta y compadece las riquezas acumuladas y las vanas alegrías de los placeres y de los honores...
Debo cultivar y alimentarme de las enseñanzas de Jesús y cimentar mi vida espiritual en su Palabra sapientísima.

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