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sábado, 12 de junio de 2010

EL DOMINGO DEL AMOR Y DEL PERDÓN (San Lucas 7,36-8,3)



"En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:-- Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.


Jesús tomó la palabra y le dijo:

--Simón, tengo algo que decirte.

Él respondió:

--Dímelo, maestro.

Jesús le dijo: ---Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?

Simón contestó:

--Supongo que aquel a quien le perdonó más.

Jesús le dijo:

--Has juzgado rectamente.

Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:

--¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.

Y a ella le dijo:

--Tus pecados están perdonados.

Los demás convidados empezaron a decir entre sí:

--¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?

Pero Jesús dijo a la mujer:

--Tu fe te ha salvado, vete en paz.

Después de esto iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

1.- LEE/ ESCUCHA: ¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Jesús no hace acepción de personas. Es una persona detallista y por tanto, le gustan los detalles. Sin embargo no llama la atención al fariseo por su falta de detalles en la hospitalidad, hasta que ve la actitud que Simón toma ante la mujer pecadora. Y lo hace de una manera delicada, sin ofenderle, con una parábola, como Natán hizo a David.
Como Dios que es, no mira la apariencia, ve el corazón y perdona a la mujer, que no ha tenido ningún respeto humano para ir a ver a Jesús.
Jesús tiene un trato de igualdad y deferencia con las mujeres, que deja que le sigan, que le toquen, que le unjan con perfume...y acepta sus bienes como ayuda.

2.- MEDITA / ASIMILA: ¿QUÉ TE DICE HOY LA PALABRA?
La Palabra de hoy me invita a hacer una reflexión: ¿Cúal es mi actitud ante Dios? ¿La del hombre justo, autosuficiente, que se controla y respeta la ley, pero que tiene el corazón endurecido para el amor? ó ¿la de la mujer que se reconoce pecadora, y conocedora de haber sido amada y salvada, se vuelca llena de gratitud hacia Jesús, con todo tipo de detalles de acogida y hospitalidad?
Y ¿Cómo es mi actitud ante los demás?

3.-ORA /CONTEMPLA: ¿QUÉ LE DICES AL SEÑOR CON LA PALABRA?
Perdóname Señor, por las veces que he adoptado ante Ti y ante mis hermanos una actitud farisáica, creyéndome justa y autosuficiente, y quedándome sólo en la apariencia y condenando...
Transforma mi corazón para que en todo momento sea el amor, la comprensión, la acogida del otro, el agradecimiento, actitudes que rijan mi comportamiento y que desvelen que formo parte de tus seguidores más cercanos.
¡Gracias, Señor por haberme invitado a tu seguimiento!

4.- PON EN PRÁCTICA / ANUNCIA: ¿QUÉ HACER CON LA PALABRA?
Preparar la Eucaristía de cada día, pues es Jesús quien me invita a su Mesa. Preparar mi corazón para recibirle, sabiendo que soy pecadora y sólo su Amor puede salvarme. Y como agradecimiento, buscar todo tipo de detalles de acogida y hospitalidad para con Él y con mis hermanas.

1 comentario:

  1. QUÉ ALEGRÍA Y QUÉ PAZ TAN INMENSA SABER QUE EXISTE ALGUIEN QUE TRANSGREDE TODA LEY DEL MUNDO PARA DARNOS SU PROPIA LEY:
    ¡¡¡SE LLAMA JESUCRISTO Y SU AMOR MISERICORDIOSO LO PERDONA TODO A TRAVÉS DE LA FE!!!

    La Palabra de este precioso domingo arroja su Luz sobre el sacramento de la reconciliación, que necesita una conciencia arrepentida, como la de David, un amor desprendido y sin medida, como el de la pecadora pública, y una fe cierta en Cristo, como la de San Pablo.

    ¡Es el AMOR de CRISTO el que perdona los pecados y nos hace plenamente humanos, no la ley del mundo, por muy "humana" que llegue a ser.

    Hoy, Jesús perdona con un amor más allá de lo humano, infinitamente mejor e incomparable a nada, que me lleva a arrepentirme de nuevo y a tener un propósito de enmienda. Amor y arrepentimiento van unidos porque son causa y consecuencia para la libertad humana; pero, para que este AMOR deje huella en mi vida, tengo que tener fe y creer que es CRISTO quien me perdona. Es la fe en su Palabra y en su Vida la que me justifica y me salva.

    ¡Tú sabes que te quiero! Jesús, sabes que aunque mi rebeldía a veces se interponga en el camino y mi egoísmo me haga pecar, enseguida siento la necesidad de obedecerte y de pedirte arrepentida que me repitas una y mil veces aquellas palabras de consuelo: "¡tú fe te ha salvado, vete en paz!"

    Hoy le doy las gracias a tu Divina Misericordia porque, a través de todos mis pecados he ido conociendo tu inmenso AMOR, que me ha esperado siempre y me ha traído la paz, y por eso me he ido convirtiendo.

    ¡Gracias por venir a darnos la plenitud humana a través del AMOR y no a través de unas leyes que ahogan nuestra libertad.

    Sólo TÚ puedes liberarnos y escribir recto
    en nuestros renglones torcidos.


    Hoy necesito mirarme en TI, porque eres mi perfección, y si tengo conciencia de pecado de palabra, obra y omisión, es porque QUIERO AMAR COMO TÚ NOS AMAS.

    Me he encontrado contigo, JESÚS, y sé que AMAR no significa cumplir la ley del mundo.

    TÚ, que transgredías todas las costumbres injustas de tu época, acercándote a las mujeres, comiendo con pecadores, bendiciendo a los niños, haciendo el sábado para el hombre y no al revés, perdonando los pecados, etc., TÚ eres el único que me enseña que ¡AMAR es PERDONAR y entregarse al hermano!

    Por eso...

    ¡quiero vivir contigo para siempre!

    ¡Quiero conseguir una conciencia más delicada para ser misericordiosa conmigo misma y con el prójimo!

    ¡Quiero tener más confianza en el sacramento de la penitencia y recibir esa PAZ que me regalas en la absolución!

    ¡Quiero abandonarme cada día más a la FE de la Iglesia para llegar algún día a decir como San Pablo que CRISTO VIVE EN MÍ!

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