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domingo, 21 de noviembre de 2010

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY (San Lucas 23, 35-43)



"En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:
-- A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
-- Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos".
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
--¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro lo increpaba:
-- ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.
Y decía:
-- Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.
Jesús le respondió:
-- Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso."

Todos los textos de este día hablan de la realeza de Jesús; pues siendo Hijo de Dios es Rey desde toda la eternidad. Mas, el Eterno Padre, en su providencia amorosa quiso que al hacerse hombre tuviera también en su origen humano un signo de realeza, naciendo de una estirpe regia: el rey emblemático del pueblo de Dios, el rey David. De este origen, del ungido rey David nos habla la primera lectura (2 libro de Samuel 5, 1-3). Y este reino duraría para siempre en el prometido Mesías, Jesucristo. Después la carta de San Pablo a los Colosenses (1, 12-20) habla primorosamente de la realeza eterna de Cristo. Esta carta la podemos considerar dirigida a todos nosotros, los cristianos, y nos explica Pablo las grandezas incomparables de este divino Rey y las gracias que hemos recibido de Él:
1ª gracia: Nos ha sacado de las tinieblas y nos ha trasladado al Reino de su Hijo querido...
2ª gracia: Por su sangre hemos recibido la Redención
3ª gracia: y el perdón de los pecados.
A continuación Pablo empieza a hablar y ponderar las grandezas de este divino Rey, que siendo el primero en todo, reside en Él toda la plenitud. Por Él se han de reconciliar todos los seres...
El misterio de Cristo y el poder de la sangre de su cruz que traerá la paz, es lo que ha expuesto Pablo en este pasaje.
El Evangelio está tomado de la última parte de la Pasión de Jesús. Han llegado por fin con Jesús a la cumbre del Calvario, era el mediodía del 14 de Nisan, el primer Viernes Santo de la Historia. Jesús está crucificado en medio de dos malhechores. Los enemigos de Jesús se sienten triunfantes: los dirigentes de pueblo, la soldadesca, el populacho, y hasta uno de los ladrones, todos a una insultando a Jesús y burlándose de Él, precisamente de su poder, de su realeza, invitándole irónicamente a que se salvara a sí mismo, etc.
Resalta poderosamente el contraste de esta actitud agresiva de los verdugos con la mansedumbre infinita de la víctima divina, que solamente tiene pensamientos de amor y de perdón.
Y entre tanta hiel y violencia destaca también una nota de dulzura y de paz: la defensa que hace de Jesús el buen ladrón. Este hombre conmovido profundamente por el ejemplo de Jesús, ha sido iluminado por la fe de él. Entonces increpando a su compañero que blasfema le dice: "¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada. Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino". Estas palabras del buen ladrón, fueron como un bálsamo en los oidos del Señor atormentados por tantos insultos.
La súplica que le dirige está transida de humildad, de adoración y de confianza; proclama la inocencia de Jesús, su realeza y la eternidad de su reinado. La respuesta de Jesús fue plenamente consoladora, con una promesa maravillosa de vida bienaventurada. La misericordia infinita de Jesús ha salvado a este pecador, también arrepentido, y su sangre divina se aplica eficazmente en este momento al que con humilde contrición ha confesado a Jesús, ha creido en Él y le ha amado. Por eso: "Te lo aseguro, hoy estarás conmigo en el paraíso".
Cristo Jesús reina desde la Cruz. En la Cruz ha culminado la gran obra de toda su vida: la Redención de la humanidad, liberada del pecado, su reconciliación, su paz y su amor conquistados en favor de todos los hombres a costa de su sangre y de su vida. Jesús es rey de los judíos y del nuevo pueblo de Dios, de todas las razas, lenguas y naciones de la tierra (escrito en el letrero de la cruz en todas las lenguas conocidas entonces, representando todos los pueblos).
Él le ofrece al Padre un Reino glorioso,
el Reino de la Verdad y la Vida,
el Reino de la Santidad y la Gracia,
el Reino de la Justicia, Amor y Paz.

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