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domingo, 8 de abril de 2012

POEMA PASCUAL

Amanece el Sol del día
con una aurora rosada;
es todo luz y alegría:
¡Qué belleza en la alborada!
Sin embargo, en otro ambiente
hay un llanto inconsolable
en una mujer ardiente
con una pena insondable.
Es Miriam que con gemido
al Maestro busca y llora...
mas, una voz ha oído
que la hechiza y enamora.
Primero no conoció
al que creyó el hortelano,
y llorando así siguió
 desde el alba, bien temprano.
"¡María!" voz amorosa
sorprendió su ensueño ardiente,
tal cadencia deliciosa
la subyugó totalmente.
"¡Maestro!... ¡Maestro mío!
dijo a sus pies conmovida.
Por fin colmas mi vacío:
¡Eres mi Amor y mi Vida!
Parecía que soñaba...
¡mas..., es dulce realidad!
Allí... allí mismo estaba...
¡Era su Amado en verdad!
Y Él la confía gozoso
el anuncio a sus amigos
¡el anuncio más dichoso!
como a Primera testigo.
Ella, a sus pies abrazada
se hubiera siempre quedado...
de tal dicha enajenada...
ni cuenta se habría dado.
Mas, del éxtasis despierta,
y cual flecha disparada
cruza deprisa la huerta
con la nueva deseada.
Y lo anuncia muy gozosa
a los que halló reunidos,
cumpliendo así presurosa
el encargo recibido.
¡Oh Mirian! ¡Qué agradecida
debes de estar a Jesús,
por poder ser la encendida
portadora de su Luz!

(Sor Mª Teresa de la Inmaculada)

 

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