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domingo, 19 de agosto de 2012

DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO


SAN JUAN 6, 51-58 

"En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: 
- Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo. 
Disputaban los judíos entre sí: 
-¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? 
Entonces Jesús les dijo: 
- Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que como este pan vivirá para siempre."


LA PALABRA SE HIZO HOMBRE PARA SER NUESTRO PAN:

“La Sabiduría se ha construido su casa… ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado sus criadas para que lo anuncien… Venid a comer mi pan”. 
Considera la palabra sapiencial como palabra profética que se ha cumplido en el misterio de la encarnación: “La Palabra de Dios se hizo hombre, y acampó entre nosotros… De su plenitud todos nosotros recibimos”. 
Pregunta a los que a ella se han acercado, y te dirán lo que han hallado: Retrocede el espíritu del mal, a la mujer se le da la mano para que se levante, los leprosos quedan limpios, los enfermos son curados, los pecadores son perdonados, descreídos y recaudadores se sientan a la mesa de Dios, porque Dios ha salido a buscarlos. Come a la mesa de la sabiduría la mujer que amó mucho, el publicano que no se atrevía a levantar la cabeza, la adúltera amada, el ladrón acogido al asilo del paraíso. A la mesa del Reino se sientan los pobres, los inexpertos, los faltos de juicio, y hasta intuimos que allí se ha sentado el centurión que dirigió a los soldados de la crucifixión. “Los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada”. 
Considera el modo en que la Sabiduría ha preparado el banquete: La Palabra, haciéndose hombre, se revistió de nuestra frágil condición, cargó con nuestras debilidades, comulgó con nuestras miserias. 
Considera ahora, Iglesia amada del Señor, la eucaristía de tu domingo. “La mesa está servida, caliente el pan y envejecido el vino”. Escuchando y comulgando te has sentado a la mesa de la Sabiduría. Escuchando y comulgando te haces de Cristo, te revistes de inmortalidad, y eres fortalecida para caminar hasta el monte de Dios. Escuchando y comulgando eres justificada con justicia divina, y recibes vida eterna, pues “el que come de ese pan vivirá para siempre”. 
Sal a los caminos e invita a todos los pobres al banquete de esperanza que ha preparado para ellos la Sabiduría.
 Feliz domingo. 

Siempre en el corazón Cristo. 
 + Fr. Santiago Agrelo 
Arzobispo de Tánger

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