SAN LUCAS 3, 10-18
"En aquel tiempo, la gente preguntó a Juan:
- ¿Entonces, qué hacemos?
Él contestó:
- El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.
Vinieron también a bautizarse unos publicanos, y le preguntaron:
- Maestro, ¿qué hacemos nosotros?
Él les contestó:
- No exijáis más de lo establecido.
Unos militares le preguntaron:
- ¿Qué hacemos nosotros?
Él les contestó:
- No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contentaos con la paga.
El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías;
él tomó la palabra y dijo a todos:
- Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano la horca para aventar la parva y reunir el trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.
Añadiendo otras muchas cosas exhortaba al pueblo y les anunciaba la Buena Noticia."
APRENDIENDO A CONJUGAR:
En Adviento, los pobres, fijos los ojos en Dios, aprendemos a conjugar los tiempos de su venida. Con el profeta aprendemos el futuro: “El Señor será rey de Israel… ya no temerás”. Con el bautista se nos ha hecho posible conjugar en presente la venida del Señor: “Viene el que puede más que yo”.
En Adviento, nuestra oscuridad se ilumina con luz de promesas divinas, la fe aviva en la noche la esperanza, y, por ser cierta, la esperanza enciende en la noche la alegría: “Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, pueblo del Señor, alégrate y gózate de todo corazón… el Señor tu Dios es tu Salvador”.
En Adviento, los pobres aprendemos a conjugar los tiempos de nuestra peregrinación al encuentro del Salvador: “Confiaré, no temeré… dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad sus hazañas”.
En Adviento, como hijos muy queridos de Dios, aprendemos a vivir en la alegría, en la moderación, en la oración, en la paz.
En Adviento, aprendemos a vivir en esperanza el abrazo que daremos a Cristo cuando llegue para todos la Navidad.
El corazón me dice que podemos anticipar ese abrazo en la Eucaristía y en los pobres que la gracia de Dios pone en nuestro camino.
Feliz domingo. Feliz Adviento. Feliz abrazo a Cristo Jesús.
Siempre en el corazón Cristo.
+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger
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