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sábado, 18 de mayo de 2013

VIDA CONTEMPLATIVA EN EL AÑO DE LA FE




Hablar de la Vida Contemplativa es para mí un solaz, ya que he sido llamada por Jesús a ella desde mi juventud y a través de los años, viviéndola en este Convento de Clarisas Descalzas de León, ha crecido en mí progrresivamente el amor a esta Vida Contemplativa, en la que encuentro el más alto ideal posible para una mujer.
Pienso que dedicar toda una vida a Dios, no puede ser más bello. Porque Dios es Amor, es Luz, es Vida, es Belleza, es Bondad infinita... Contemplar el rostro de Dios con la luz del Espíritu Santo es nuestro constante empeño escrutando su Palabra. 
Encuentro muy acertado el lema de este año: "Centinelas de la oración". En efecto, prácticamente somos esas centinelas que desde la alborada del día hasta la entrada de la noche estamos en oración, sea de alabanza, cantando la belleza de los Salmos e himnos a Dios, sea de adoración e intimidad con nuestro Jesús Eucaristía, sea en la actividad de nuestras labores, el espíritu de oración no deja de actuar.
Y nuestra oración, sabemos que es algo tan grande, que llega hasta los confines de la tierra, hasta los secretos sufrimientos de las almas, hasta el fondo de los corazones.
No descuidamos jamás  a nuestro mundo tan desorientado, tan desolado y sufriente en tantas ocasiones, tan necesitado de amor...
Tenemos muy en cuenta el consejo de nuestra Seráfica Madre Santa Clara: "Os considero cooperadoras del mismo Dios y sostenedoras de los miembros de los miembros vacilantes de su Cuerpo inefable". 
Es la sublime misión de la orante contemplativa: sostener y edificar la Iglesia de Cristo y atender a todas las necesidades de ésta.
El Papa Pablo VI, que amaba tanto a las Consagradas dijo en una ocasión a las Clarisas: "Proteged hijas amadísimas a la Iglesia y sostened el Cuerpo de Cristo, abrazando la Eucaristía, como lo hizo Santa Clara en su tiempo".
En este año de la Fe tenemos muy presente la Nueva Evangelización.
Desde nuestra clausura nos unimos y oramos por las intenciones de nuestro amada Papa Francisco y también al no menos estimado Benedicto XVI, al que admiramos ahora  por su elección de vivir dedicado a la oración en retiro.
Tenemos, como he dicho, una gran tarea: intensificar nuestra unión con el Señor, Amado de nuestras almas y Esposo de las vírgenes, que es nuestra felicidad, para que su Reino llegue a todo el universo.

Sor Mª Teresa de la Inmaculada

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