páginas

domingo, 20 de octubre de 2013

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO





SALMO 120
 Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. 

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel. 

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre. 

 SAN LUCAS 18, 1-8
"En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
- Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario"; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."
Y el Señor respondió:
- Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?"


TU GUARDIÁN”:
       “El auxilio me viene del Señor”: Esta confesión de fe nos ayuda a entrar en el misterio que celebramos.
Desde la experiencia de la propia fragilidad y la certeza de su fe, el Salmista, y con el Salmista la Iglesia, levantando los ojos a Dios, lo reconoce centro de su vida, de su fe, de su liturgia, lo reconoce creador del cielo y de la tierra, y lo llama “Guardián de Israel”.
Contempla; Iglesia de Cristo, contempla agradecida con el Salmista el nombre que con él le has dado a tu Dios. Deja que sea él quien te guíe con las palabras de su canto: “Tu Guardián no duerme… te guarda a su sombra, está a tu derecha… te guarda de todo mal”. Los Israelitas ya han dejado de ver la columna de Dios que acompañaba en el desierto su peregrinación; han dejado de verla, pero aquella columna no ha dejado de estar con ellos. Y eso confiesas tú con el Salmista cuando dices, “de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche”. Hoy como ayer, “ahora y por siempre”, “el Señor guarda las entradas y salidas” de su pueblo.
Ahora, Iglesia de Cristo, dejadas figuras y profecías, contempla desde el evangelio ese nombre que con el Salmista has dado a tu Dios. Para ti y para siempre, el que llamabas “Guardián de Israel” es el “Guardián” de Cristo Jesús. Si a él le entregas las palabras de tu salmo, verás que, a la luz de su resurrección, esas palabras se iluminan con un sentido nuevo y definitivo. Y tú, que eres el cuerpo de Cristo, las vas diciendo con él: “No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme… el Señor te guarda a su sombra… el Señor te guarda de todo mal”. Y bajo esa misma luz de Cristo resucitado puedes poner también las palabras del evangelio: “Dios hará justicia a sus elegidos que claman a él”.
Dios hará justicia”: Puede parecer que esa justicia tarda, pero tú sabes que ya está hecha en Cristo Jesús; puede parecer que la nube de Dios ya no acompaña el camino de sus hijos, pero tú sabes que esa nube no ha dejado de acampar entre los pobres, como no ha dejado de envolver en amor infinito la vida de Jesús de Nazaret.
El auxilio me viene del Señor”: Hoy, mientras decimos con Cristo Jesús las palabras del salmo, las decimos con hombres y mujeres de los campamentos del hambre, las decimos con hombres y mujeres de los centros de internamiento para extranjeros, las decimos con hombres y mujeres que naufragan en esos mares que a los poderosos nos hacen de frontera, las decimos con la humanidad a la que nadie da voz cuando los poderosos deciden el destino de los pobres. Hoy, mientras comulgamos con Cristo Jesús, comulgamos con todos los que tienen hambre y ser de justicia.
Feliz domingo, hermano muy queridos.

Siempre en el corazón Cristo.

+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

domingo, 13 de octubre de 2013

DOMINGO XXVIII DELTIEMPO ORDINARIO




 SAN LUCAS 17, 11-19

"Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
- Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.
Al verlos, les dijo:
- Id a presentaros a los sacerdotes.
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo:
- ¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?
Y le dijo:
- Levántate, vete; tu fe te ha salvado."


VOLVER:
           “Volver”, ésa parece ser la palabra clave para entrar en el misterio de este domingo.
Oíste que se decía de Naamán el sirio: “Volvió con su comitiva al hombre de Dios y se le presentó diciendo: _Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el Dios de Israel”. Oíste que se decía de un samaritano curado de la lepra: “Viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias”. Y oíste que de este leproso Jesús decía: “¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?”
Oíste, y te hallaste formando parte de un pueblo que, habiendo sido purificado, hoy se ha reunido para agradecer, ha vuelto para bendecir, para llenar la mañana con un cántico nuevo al Señor su Dios, porque ha hecho maravillas contigo, porque es eterna su misericordia.
Ibas buscando la salud, y encontraste la fe; pediste compasión, y conociste a tu Dios; gritabas para remediar tu pobreza, y en Cristo Jesús te han bendecido con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
No dejes de mirar a Cristo, y no dejarás de «volver»alabando a Dios a grandes gritos”. No dejes de contemplar las maravillas que el Señor Dios ha hecho contigo en Cristo Jesús, y no dejarás de «volver»para dar gloria a tu Dios”. No dejes de comulgar por la fe con Cristo Jesús: con su vida, su gracia, su santidad, su gloria; y no dejarás de «volver»para cantar al Señor tu cántico nuevo” de humanidad redimida.
Que no se aparte de tu corazón Cristo, que no se aparte de tus labios la alabanza del Señor, y no se apartará de ti la bienaventuranza de los pobres.
Feliz domingo.

Siempre en el corazón Cristo.

+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

domingo, 6 de octubre de 2013

DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO



HABACUC 1, 2-3; 2, 2-4 
"¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches? ¿Te gritaré: «Violencia», sin que me salves? ¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas? El Señor me respondió así: 
- Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido. La visión espera su momento, se acerca su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse. El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe."
SAN LUCAS 17, 5-10 
"En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:
- Auméntanos la fe.
 El Señor contestó:
- Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa montaña: "Arráncate de raíz y plántate en el mar," y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."



‘DESENDIOSADOS’ PARA SERVIR:
 El profeta escribió: “El injusto tiene el alma hinchada; pero el justo vivirá por su fe”. Y Jesús dijo a los apóstoles: “Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería”. Y nosotros oramos diciendo: “Escucharemos tu voz, Señor”.
Puede que el lenguaje del profeta, el de Jesús, el de tu misma oración, te parezca propio de un tiempo pasado y de una ignorancia en vías de extinción. Puede que me digas: _Contamos los parados a millones, ¡y tú nos hablas de fe! Contamos por millares a decenas los que mueren de hambre cada día, ¡y tú nos hablas de escuchar la voz del Señor! Hemos perdido la cuenta de las víctimas de la explotación laboral, de la explotación sexual, del tráfico de personas, ¡y tú nos hablas de arrancar moreras y plantarlas en el mar!
Pues sí, por los parados a millones, por los muertos de hambre, por los esclavos de todas las latitudes, precisamente por ellos quiero hablarte de Dios, de su voz y de tu fe.
Muchos pensaron que el dinero -sacralizado, adorado y concentrado-, sería el garante de un progreso ilimitado para la humanidad. Lo pensaron y se equivocaron. Prometieron a los pobres un paraíso, les vendieron un mundo en el que “ningún hombre, mujer o niño se acostaría con hambre”, no sabría decir si pretendieron engañarles, pero sé de cierto que se equivocaron en su previsiones.
Parados, hambrientos y esclavos no son hijos de la tierra o de la fatalidad, sino hechura de un dios llamado dinero. Parados, hambrientos y esclavos son en realidad las víctimas que el dinero necesita para mantenerse erguido en su pedestal.
El dinero endiosado miente, esclaviza y mata.
No así Dios: Su Verbo se hizo carne solidaria de nuestra carne, se hizo hombre solidario de nuestra humillación. El Hijo de Dios se hizo pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza. El Señor de los cielos se hizo siervo de todos, para enseñarnos el camino que lleva a la verdadera grandeza. La Palabra se arrodilló a los pies de los pobres, para curar enfermedades, iluminar oscuridades, expulsar demonios, abrir sepulcros, perdonar pecados, revelar el evangelio del amor y proclamar un jubileo de gracia y misericordia. La Palabra ‘se desendiosó’ –san Pablo diría: “no hizo alarde de su categoría de Dios”-, y, de ese modo, empobrecida, anonadada, solidaria y compasiva, se hizo camino, verdad, vida para todos.
No sé si un día iremos, también como creyentes, a una huelga para defender los derechos de los pobres; pero sé que hoy, en nuestra celebración, vamos a una comunión real con Cristo y con los pobres de la tierra. Comulgaremos escuchando y comiendo. Y la comunión hará de cada uno de nosotros un cristo solidario con los demás, un pobre capaz de enriquecer a muchos, un pequeño que ha conocido por gracia el camino de la dicha. Hoy, escuchando y comiendo, comulgaremos una Palabra que se abaja hasta nosotros, que se pronuncia entre nosotros, que se nos entrega, para que, acogiéndola en la fe, vayamos como ella al encuentro de los excluidos, sirvamos como ella a los desechados al borde del camino, seamos como ella pan para los hambrientos de la tierra y, como ella, nos ‘desendiosemos’ para servir a los últimos.
Feliz domingo.

Siempre en el corazón Cristo.

+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

viernes, 4 de octubre de 2013

DÍA 9º: LA FAMILIA FRANCISCANA



PENSAMIENTO PARA ESTE DÍA
      Hermanos: En vísperas de su muerte, Francisco proclamaba trémulo de emoción: "El Señor me dio hermanos". Y advertía: "Sé muy bien que, si la debilidad me lo permitiera, el mayor servicio que yo pudiera hacer a la Orden sería rogar continuamente por ella a Dios, para que él gobierne, defienda y conserve".

OREMOS CON SAN FRANCISCO
     Padre de nuestro Señor Jesucristo, bendice con toda bendición espiritual y celestial a cuantos has engendrado en esta santa Familia para dar ejemplo evangélico en el seguimiento de Cristo mediante la pobreza evangélica, pues se ofrecieron a sí mismos en esta Orden como sacrificio de suavidad; sean benditos de Ti con bendición eterna en su caminar y en su reposar, despiertos y dormidos, en vida y en muerte. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

LECTURA DE LOS ESCRITOS DE SAN FRANCISCO 
    Donde quiera que estén y se encuentren unos con otros los hermanos, condúzcanse mutuamente con familiaridad entre sí. Y exponga confiadamente el uno al otro su necesidad, porque si la madre nutre y quiere a su hijo carnal, ¿cuánto más amorosamente debe cada uno querer y nutrir a su hermano espiritual? Bendigo a todos mis hermanos, a los que están en la Religión y a los que han de venir hasta la consumación del siglo. Que en señal del recuerdo de mi bendición y de mi testamento, se amen siempre mutuamente, amen siempre a nuestra Señora la santa pobreza y la guarden, y vivan siempre fieles y sumisos a los prelados y a todos los clérigos de la santa Madre Iglesia.

REFLEXIÓN
     Francisco de Asís vivió una aventura evangélica tan radical, tan contagiosa, que pronto empezaron a llegar quienes deseaban seguir su camino, y él los acogió somo un don del Padre. Francisco se dedicó a la formación espiritual de sus hermanos, instruyéndolos, animándolos, corrigiéndolos y enseñándoles a orar. Esta preocupación hacia sus hermanos era algo que él había aprendido  de su Señor. A todos recomendaba la caridad y les pedía mostrar afabilidad e intimidad de familia. Por eso los hermanos se apoyaban, se corregían y se alegraban recíprocamente, se acogían y perdonaban prontamente. El ejemplo de la fraternidad de Francisco y sus hermanos fue una llamada y una gracia también para las mujeres, comenzando por Clara de Asís. Y fueron tantos los seglares que querían seguirle, que formó con ellos la Orden Franciscana seglar. Es la misma realidad evangélica la que une a todos como hermanos en la memoria bendita del "hermano" por antonomasia, Francisco de Asís.

(Pida cada uno la gracia que desee alcanzar)

PRECES
       Hermanos: San Francisco rogaba a Dios por la familia que él le había confiado, pero también le alababa y daba gracias por cuanto él hace a través de esta familia. Nos unimos a su oración diciendo:

Te damos gracias, Señor

-Te alabamos, Señor, por las maravillas de gracia que obraste en Francisco y en sus primeros compañeros, y en todos los hermanos franciscanos que han sabido ser fieles a su vocación evangélica.
-Te adoramos, Señor, por las maravillas del Espíritu que hiciste brillar en santa Clara y sus Hermanas en los orígenes de la Orden y a lo largo de su historia de vida contemplativa en la Iglesia.
-Te bendecimos, Señor, por los millares de Hermanos Terciarios que han encarnado el carisma franciscano en la vida seglar.
-Te damos gracias, Señor, por el don de la fraternidad evangélica que viven con gozo los muchos Institutos de vida activa que componen la multiforme Familia Franciscana.

      Como hermanos de una misma familia, oremos a nuestro Padre: Padre nuestro...

     Terminemos nuestra novena con la BENDICIÓN DE SAN FRANCISCO:
     El Señor os bengia y os guarde, os muestre su rostro y tenga piedad de vosotros. Vuelva a vosotros su rotro y os conceda la paz. El Señor os bendiga, hermanos. Amén.