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domingo, 1 de diciembre de 2013

DOMINGO 1º DE ADVIENTO



  

SAN MATEO 24, 37-44
 

"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-- Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre."


LA MISERICORDIA QUE VIENE:

Es Adviento.
Nosotros pedimos lo que necesitamos, y decimos al Señor: “Muéstranos tu misericordia y danos tu salvación”. Y él nos dice: “Estad en vela para estar preparados”.
Prepara, pues, Iglesia peregrina, el advenimiento de lo que pides; prepara la llegada de la misericordia, el nacimiento de la salvación, la venida del Reino de Dios.
Mantén en vela mente y corazón, pues lo que pides, habrás de reconocerlo oculto en sus sacramentos, y a cada uno de ellos habrás de prestar la atención que requiere su naturaleza.
La fe me dice que la misericordia, la salvación, el Reino, se acercan a mi vida bajo el velo de la palabra inspirada; la fe me dice que recibiré lo que he pedido, que nacerá para mí lo que espero, si guardo la palabra de Dios que he escuchado, si amo lo que la fe me ha enseñado a guardar.
La fe me dice que la misericordia, la salvación, el Reino, se acercan a mi vida bajo el velo de la Eucaristía que celebro, en la forma humilde del Pan de Dios que recibo: Misericordia, salvación y Reino son gracia que se ha derramado sobre quien se ofrece con Cristo, sobre quien comulga con Cristo.
Pero algo me dice que no llegaré a guardar la palabra de Dios, que no llegaré a comer el pan del cielo, si antes no he aprendido a escuchar la palabra de los pobres y a compartir con ellos mi pan.
Nosotros pedimos que Dios nos muestre su misericordia y nos dé su salvación, y él nos confía la vida de sus pobres. Si tu misericordia los abraza, si tu pan alegra su mesa, los pobres habrán conocido por ti la salvación, y tú sabrás que la misericordia que has pedido, ya ha puesto en ti su morada.
La medida que usemos, la usarán con nosotros.
Feliz Adviento: Feliz espera de la Misericordia que viene.

Siempre en el corazón Cristo.

+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

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