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lunes, 30 de diciembre de 2013

NAVIDAD: DIOS-CON-NOSOTROS





Navidad, nacimiento del Hijo de Dios. El Hijo de Dios que es Dios mismo, Todopoderoso… Omnipotente… Altísimo… Infinito… Eterno…Que es la Vida… la Verdad… la Belleza… Con palabras de San Francisco de Asís en sus “Alabanzas al Dios Altísimo”: que es el Bien, todo Bien, sumo Bien. Que es el Amor… la Sabiduría… la Humildad… la Paciencia… la Hermosura… la Mansedumbre… la Quietud… el Gozo… la Esperanza… la Alegría… la Justicia… la Fortaleza…” Con palabras de San Gregorio Nacianceno: “Aquel que existe desde toda la eternidad, Aquel que es invisible, incomprensible, incorpóreo, principio de principio, luz de luz, fuente de vida e inmortalidad, expresión del supremo arquetipo, sello inmutable, imagen fidelísima, palabra y pensamiento del Padre…”
            Dios se hace hombre, y por obra y gracia del Espíritu Santo es concebido en el seno de María, una joven de Nazaret, a quien antes Dios ha pedido su consentimiento. El grande se hace pequeño. El infinito se hace finito. El inmortal se hace mortal. El Todopoderoso se hace indefenso, dependiente de otros para sobrevivir. El invisible se hace visible. El incorpóreo toma carne humana… Dios se hace hombre, se hace niño…y nace en unas circunstancias que ninguno de nosotros hubiéramos elegido: lejos de su hogar, en una cueva de animales. Y lo hace en el silencio de la noche, sin meter ruido, de manera desapercibida… tan solo María, su madre y José, y unos pastores, los marginados de la sociedad de su tiempo, se enteran de este acontecimiento que cambiará la historia de la humanidad. “¡Oh admirable humildad, oh asombrosa pobreza: el Rey de los ángeles, Señor del cielo y de la tierra, reclinado en un pesebre!” (Santa Clara de Asís)
            Pero ¿por qué…? Por Amor… tan solo por Amor: “Tanto amó Dios al hombre, que envió a su Hijo único… para que (el mundo) se salve por él” (Cfr. Juan 3, 16.17). Ante este misterio tan sublime sólo cabe arrodillarse y adorar. Y sólo una palabra me viene a los labios: ¡Gracias! Esta Navidad, miremos hacia dentro y contemplemos el Misterio de Belén, postrados, adorando a Dios, agradecidos por tanto Amor como derrama sobre la humanidad; y vayamos gozosos en busca de nuestros hermanos, los hombres para comunicarles y compartir con ellos la alegría del Evangelio.
            ¡Feliz Navidad! ¡Feliz encuentro con Dios!
Sor Mª Cristina de la Eucaristía, OSC

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