San Juan
6,24-35
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni
Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en
busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
Maestro, ¿cuándo has venido aquí?
Jesús les contestó: Os lo aseguro: me
buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta
saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que
perdura, dando visa eterna, el que os dará el Hijo del Hombre; pues a este lo
ha sellado el Padre Dios.
Ellos le preguntaron: ¿Cómo podremos
ocuparnos en los trabajos que Dios quiere?
Respondió Jesús: Este es el trabajo que
Dios quiere: que creáis en el que él ha enviado.
Ellos le replicaron: ¿Y qué signo vemos
que haces tú, para que creamos en ti? Nuestros padres comieron el maná en el
desierto, como está escrito: “Les dio a comer pan del cielo.” Jesús les replicó: Os aseguro que no fue
Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el
verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da
vida al mundo.
Entonces le dijeron: Señor, danos siempre
de ese pan.
Jesús les contestó: Yo soy el pan de vida.
El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed.
*** *** *** ***
Jesús deshace malentendidos. En la
búsqueda el hombre ha de estar bien orientado. La obra de Jesús debe ser
comprendida correctamente: comienza dando pan para darse él como el pan
verdadero; él es el verdadero maná de Dios. El alimento necesario para hacer la
travesía del desierto de la vida.
REFLEXIÓN
PASTORAL
"No
andéis ya, como es el caso de los gentiles en la vaciedad de sus criterios...
Renovaos en la mente y en el espíritu".
Si en la pasada fiesta de Santiago
celebrábamos un aspecto importante de nuestra dimensión religiosa: la fidelidad
a la tradición; hoy, la liturgia nos recuerda otro aspecto igualmente
importante: la necesidad de la renovación constante de nuestros criterios y
actitudes, para lo que, según san Pablo, se requiere un discernimiento profundo
del entorno y una entrega total y generosa al proyecto de Dios sobre nosotros:
"No andéis ya, como es el caso de
los gentiles en la vaciedad de sus criterios".
El cristiano no solo debe poseer
criterios propios y personales, este es un deber y un derecho de toda persona,
sino criterios peculiares, en coherencia con su fe. Y aquí es donde puede
surgir el conflicto. La peculiaridad cristiana puede chocar, y de hecho choca,
con la vaciedad de criterios que configuran nuestro entorno... Y puede que seamos tachados de intolerantes,
inadaptados, insolidarios..., en un intento de reducirnos a comparsa, cuando
por vocación estamos llamados a ser luz, sal y fermento (Mt 5,13.14; 13,33).
"Tened entre vosotros los sentimientos propios de
Cristo Jesús" (Flp 2,5). Cristianizar nuestra vida, comenzando por
cristianizar nuestros criterios de vida, dejando que el Espíritu de Dios
renueve nuestra mentalidad.
El evangelio nos ofrece esa oportunidad
de renovación. Después de la multiplicación de los panes una multitud busca a
Jesús, pero él deshace el equívoco: "...Me buscáis porque habéis comido pan hasta saciaros". Creían haber encontrado la solución, la
respuesta a sus inquietudes, a sus
necesidades y problemas..., olvidando
que Jesús es, más bien, pregunta, inquietud y proyecto; y que el hombre no solo
vive de pan... En realidad no buscaban al Señor, se buscaban a sí mismos.
No es infrecuente entre nosotros una
concepción utilitarista de la fe y de Dios. Buscamos los dones de Dios, más que
al Dios de los dones. Y Dios no está junto al hombre solo cuando las piedras se
convierten en pan; está también, y sobre todo, cuando las piedras continúan
siendo piedras, y el pan hay que sudarlo, sufrirlo y hasta ayunarlo. La fe
cristiana no es la religión del éxito humano, sino la de la resurrección a
través de una muerte real y dolorosa al "hombre viejo corrompido por sus apetencias seductoras" y por
criterios vacíos.
Hoy se nos invita, más aún, se nos exige
una profunda renovación interior, pero esta solo será posible si nutrimos
nuestra vida con el alimento que perdura, el Cuerpo y la Sangre del Señor.
"Trabajad, nos dice Jesús, no
por el alimento que perece, sino por el que perdura...; el que os dará el Hijo
del hombre".
REFLEXIÓN
PERSONAL
.-
¿Renueva el Espíritu mi mentalidad?
.-
¿Estoy en el trabajo que Dios quiere: la fe?
.-
¿Qué busco en la vida y con qué la alimento?
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