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domingo, 30 de mayo de 2021

¡FELIZ DOMINGO! SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

   


HIMNO A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 ¡Dios mío uno y santo

en Trinidad de Amor y de Belleza!

Con júbilo te canto

y admiro tu grandeza

con mi oración y amor que a Ti te reza.

¡Oh Padre glorioso!

Fuente y Origen santo y adorable;

Dios mío amoroso,

Ternura inefable

en tu Hijo el amor más entrañable.

¡Oh Hijo Salvador!

Que tu muerte en la Cruz has consumado…

¡Eres el sumo Amor!

¡Así de Ti han  brotado

Torrentes de agua y Sangre del Costado!

¡Oh Caudal de Agua Viva!

Penetra en nuestras almas, siempre ansiosas

de tu fuego y tu vida…

transfórmalas dichosas

¡en ríos de tus aguas caudalosas!

A Ti Dios Uno y Trino,

a Ti sea la alabanza y toda gloria

agua y fuego divino…

en Ti nuestra victoria.

¡Tú eres Alfa y Omega de la Historia!

 

                                     Sor Mª Teresa de la Inmaculada, o.s.c. ()

Os  hacemos partícipes de la historia que recogen nuestros códices antiguos sobre la celebración de esta Solemnidad en nuestra Comunidad, desde nuestros orígenes.

Entre las monjas más antiguas de los primeros tiempos de esta comunidad, una de las más notables y que ha dejado mayor huella hasta nuestros días, fue la leonesa M. Juana Mª cuya vida con gran detalle se narra en tres grandes códices antiguos conservados en nuestro archivo conventual, difícilmente legibles.

            Nacida en León el día 26 de junio de 1631, y bautizada en la parroquia de San Marcelo. La vocación de esta sierva de Dios se manifestó de un modo maravilloso, pues siendo muy pequeñita y estando con su madre, viendo la procesión del Jueves Santo en la plaza de la Catedral, al pasar la imagen del Redentor con la Cruz y una soga al cuello, se halló que dicha soga, alargándose  prodigiosamente, había apresado a la niña, envolviéndola por hombros y cintura. Ella se sentía arrastrada por el PASO, hacia la calle donde está emplazado nuestro Convento (entonces llamada C/ de la Canóniga), con gran extrañeza de su madre, que no la podía detener.  Dieron cuenta al Sr. Obispo, quien creyó ver en el milagro un signo de la futura vocación de esta niña, por lo cual sus padres hicieron voto de consagrarla a Dios, tan pronto tuviese la edad.

            Sigue diciendo el códice, que cumplieron este voto cuando la niña tenía 12 años de edad, que por su voluntad quiso entregarse a Dios en el religiosísimo convento de Franciscas Descalzas de esta ciudad (nuestro convento) tomando el hábito bajo la dirección de la M. Maestra Gabriela, (una de las fundadoras), el año 1643.

           La M. Gabriela, devotísima de la Santísima Trinidad hizo de su discípula una apasionada amante de este misterio, y llegada al cargo de abadesa (M. Juana), estableció en nuestra comunidad la ESCLAVITUD A LA  SANTÍSIMA TRINIDAD, como consta en los referidos códices manuscritos con amplia relación. Desde entonces, todas las monjas clarisas de este convento somos esclavas de la Santísima Trinidad, y hacemos gran fiesta el día de este adorable Misterio.

“Habiendo la Comunidad admitido dicha Esclavitud, la Reina, Ama y Señora nuestra la dio las gracias e hizo escribir a esta esclava suya (M. Juana) en su nombre en que dice: Doy a la Comunidad las gracias por la devoción que han admitido de la individua y beatífica Trinidad en la casa de Francisco, que en su vida tuvo revelación de esta devoción que ahora sus hijas ejecutan. Mirad hijas, no decaigáis de ella que hasta que os veáis en su presencia no veréis lo que os importa. Alguna alma se le ha manifestado particularísimas cosas que ha hecho Dios por la devoción y afecto con que le hacen la fiesta en su casa, librándola de muchos peligros… Bien conoce a los devotos afectuosos, y que yo pido por ellos que no desfallezcan en la devoción; y cuando salen de esta vida conócelos sellados en que los ángeles les asisten como a devotos de aquella grandeza, y San Miguel Arcángel ahuyenta y aterra a los demonios…Para celebrar esta fiesta la sierva de Dios dedicose a solicitar limosnas de diversos devotos, con que adornaba el altar y demás necesario, hasta que a su instancia, una devota mujer hizo donación perpetua de cierta cantidad para la solemnidad de esta Fiesta. Trajose jubileo de Roma y se celebraba ese día con sermón, música y concurso de toda la ciudad, teniendo a Su Majestad patente todo el día”

 


 Como recuerdo de esta especial esclavitud, tenemos un cuadro pintado, quizás de principios del siglo XVIII que representa a la Santísima Trinidad recibiendo de manos de la  Virgen Inmaculada el ofrecimiento de la abadesa. Dice así: “POR VOS ESCLAVA FLORECE MI COMUNIDAD RENDIDA. SEA MI DIOS ADMITIDA LA SÚPLICA QUE OS OFRECE”. Y la Virgen contesta: “DE TAN DIGNA ESCLAVITUD TENGO DE SER ABOGADA.  SACRA TRINIDAD INMENSA, ADMITID ESTAS ESCLAVAS”.

            Finalmente rodea la parte baja del cuadro esta inscripción: TODAS, AUNQUE INDIGNAS, SOMOS ESCLAVAS DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.

domingo, 23 de mayo de 2021

¡FELIZ DOMINGO! SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS

  


SAN JUAN  20, 19-23.

    “Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.

     Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

     Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.

     Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.” 

   ***             ***             ***

     La muerte de Jesús había desconcertado a los discípulos; el miedo les atenazaba. Jesús se les presenta, como dador de la Paz y acreditado por las señales de su pasión y muerte: el Resucitado es el Crucificado; la resurrección no elimina la cruz sino que la ilumina. Al verlo, los discípulos recuperan no solo la Paz sino la alegría (sin él no hay alegría ni paz verdaderas). Y Jesús, antes de marchar, les confía la tarea de proseguir la obra que le encomendó el Padre. Como él, la realizarán, con la ayuda del Espíritu, su don definitivo; y, como Él, esa misión tendrá como contenido principal anunciar y realizar la oferta misericordiosa de Dios: el perdón.

REFLEXIÓN PASTORAL

     Los cristianos necesitamos dirigir la mirada a los puntos orientadores de la existencia, para recorrer los senderos oscuros de la vida (Sal 23,4). Y uno de esos puntos luminosos y orientadores es el Espíritu Santo. Es el guía por excelencia en esa ruta inevitable, pero arriesgada, hacia la Verdad (Jn 16,13). Perfilar el Espíritu sería una contradicción y, sin embargo, se trata de un Espíritu con “rostro”, con entidad e identidad.

     No es fácil hablar del Espíritu Santo. La fiesta de Pentecostés nos ofrece la posibilidad de hacerlo. Es un tema fluido que rehúye el encasillamiento en nuestros estrechos esquemas mentales. Hablar de Dios siempre supera las capacidades expresivas de nuestro lenguaje. La inexactitud, la imprecisión resultan inevitables. ¡Casi es un buen síntoma! (cf. 1 Cor 13,9). Exige un descalzamiento de los estereotipos ordinarios, es una “tierra sagrada” (Éx 3,5).

     Si a esto se añade la falta de práctica, es decir el relativo silencio creado en torno al Espíritu Santo, la dificultad se acentúa. Sí, nuestra “ciencia” del Espíritu es bastante limitada y elemental (y quizá también nuestra conciencia), y esto ya parece venir de atrás (Hch 19,2). Y, sin embargo es la gran novedad aportada por Jesús, su promesa (Jn 14, 15-17. 25-26), su don más específico (Gál 4,6; Jn 16,5-15).

     Un don para todos y a favor de todos (Hch 11,17; 15,8-9; 1 Cor 12,3); necesario para pertenecer a Cristo, porque “si alguien no posee el Espíritu de Cristo no es de Cristo” (Rom 8,9), y para acceder a la comprensión de los designios de Dios, pues “lo íntimo de Dios lo conoce solo el Espíritu de Dios… El hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios…, pero nosotros tenemos la mente  de Cristo” (1 Cor 2, 12-16), por el Espíritu, “que nos ha sido dado” (Rom 5,5).

     Un Espíritu de perdón (Jn 20,22); integrador y promotor de las peculiaridades carismáticas (1 Cor 12); pluralista y no discriminador (Hch 11,17); inspirador del testimonio y de la audacia cristiana (Hch 5,17-22) frente a miedos congénitos o repliegues sistemáticos (Jn 20,19); que supera las barreras confesionales para acoger al que practica la justicia (Hch 10,34-35); que prioriza la obediencia a Dios (Hch 5,29); que no impone cargas más allá de lo esencial (Hch 15,28s).

     Un Espíritu de libertad interior (Gál 5,18; Rom 8,5-11) y de amor sin límites (1 Cor 12,31-13,13), verdaderos e inequívocos signos de su presencia, pues “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Rom 5,5), y “donde está el Espíritu del Señor, hay libertad” (2 Cor 3,17), pues no hemos recibido un espíritu de esclavos, sino el de hijos, que es el del Hijo (cf. Rom 8,14-16).

Un Espíritu de quien depende la alegría de creer y la fuerza para ser testigos; la paz para trabajar unidos; la generosidad para socorrer al necesitado; la capacidad para perdonar; la esperanza para superar los momentos oscuros y la luz para reconocernos y reconocer a los otros como templo e imagen de Dios…

      Un Espíritu que hemos de recuperar. Y eso exige “volver a Pentecostés”, mejor, revivirlo, ya que Pentecostés no puede reducirse a un “instante” de la Iglesia, sino que ha de ser su “situación” permanente.

         Con esta solemnidad se “cierra” el tiempo litúrgico pascual y se retira el cirio encendido de la iglesia, pero eso no significa que el Espíritu sea un “apagavelas”. El Espíritu no apaga la luz del cirio, la traslada al corazón de cada creyente, convertido en “cirio” viviente para que los hombres al ver vuestra vida den gloria a Dios.

 REFLEXIÓN PERSONAL

.- ¿Qué vivencia tengo del Espíritu Santo?

.- ¿Qué espíritu anima mi espíritu?

.-  ¿Hablo el amor que es el lenguaje del Espíritu? 

DOMINGO J. MONTERO CARRIÓN, OFMCap.