Padre amorosísimo: queremos vivir la bella aventura de dejar en tus manos de Padre toda nuestra vida, y así seremos verdaderamente bienaventurados.
Santo, Santo, Santo, Señor Dios del Universo, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.
Hijo amado del Padre adoramos en silencio el misterio de tu amor único, y bajo la luz de tu mirada, queremos penetrar en ese mar de gozo y de paz de tu divino Corazón y morar en él para siempre.
Santo, Santo, Santo...
¡Oh Espíritu Santo! Tú representas la ternura inmensa, la dulzura infinita de Dios, porque eres el Amor. Penetra nuestros corazones con tu fuego y hazlos mansos y dóciles a tus divinas enseñanzas.
Santo, Santo, Santo...
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