¡Padre mío Celestial!, bondad infinita a quien amo con todo mi corazón. Comunícame un destello de ese bien supremo que eres Tú, para que tu bondad se manifieste en mi vida y sea testimonio de tu Amor.
Santo, Santo, Santo, Señor Dios del Universo, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.
¡Oh Rey de la gloria, que eres Señor del universo, prototipo de perfección y de hermosura! Te adoro y te amo, y quiero alabarte en nombre de toda la humanidad, porque bajaste del cielo para salvarme y para darme tu vida y tu amor. ¡Gracias!
Santo, Santo, Santo...
¡Oh Espíritu Santificador! Inunda mi alma con tu gracia y ayúdame a esparcir tu fragancia por doquier. Penetra todo mi espíritu y toma de él posesión, de tal manera que mi vida no sea en adelante sino una irradiación de tu amor y de tu luz.
Santo, Santo, Santo...
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