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martes, 15 de agosto de 2023

¡FELIZ SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA AL CIELO!

 


SAN LUCAS 1, 39-56.

“En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a  Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¿Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

María se quedó en casa de Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.”

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En esta fiesta hallan pleno cumplimiento las palabras de María. Hoy todos la felicitamos, porque ha creído. El canto del Magnificat es el credo de María en un Dios volcado hacia los humildes, misericordioso y sensible frente a las injusticias de los hombres. Un Dios humano y humanizador.

 

REFLEXIÓN PASTORAL

“La solemnidad del 15 de agosto celebra la gloriosa Asunción de María al cielo : fiesta de su destino de plenitud y bienaventuranza , de la glorificación de su alma inmaculada y de su cuerpo virginal , de su perfecta configuración con Cristo resucitado ; una fiesta que propone a la Iglesia y a la humanidad la imagen y la consoladora prenda del cumplimiento de la esperanza final ; pues dicha glorificación plena es el destino de aquellos que Cristo ha hecho hermanos , teniendo en común con ellos la carne y la sangre . Por eso la Iglesia admira y ensalza a María como el fruto más espléndido de la redención y la contempla como una imagen de lo que ella misma, toda entera, espera y ansía ser” (Pablo VI).

La Asunción de María significa el triunfo de la fe. La prueba de que Cristo no defrauda. “El que quiera venirse conmigo que...; y donde esté yo estará también el que me haya seguido”.   

Nadie ha seguido tan de cerca la ruta de  Jesús como su madre; desde el “fiat” pronunciado ante el Ángel y desde  que le dio a luz en la pobreza de Belén hasta que le presentó al Padre roto en la cruz, María fue “seguidora” y “servidora” del Señor, virgen fiel y madre de dolores. Por eso también le ha seguido, la primera, en el camino de la glorificación. Es la primera lección: Cristo no defrauda; su ruta conduce a la salvación. Pero hay que seguirla; María es la prueba.

Pero hay otro aspecto a destacar en esta celebración. En una sociedad donde aflora el desencanto, el cansancio, la insatisfacción por la inadecuación entre los esfuerzos que se imponen y los resultados que se obtienen, entre las promesas y las realidades, la fiesta de hoy nos lanza un reto: proclama la necesidad de mirar al cielo, de dar trascendencia a nuestra vida, de superar esa ley de gravedad que tira siempre de nosotros hacia abajo,  recordándonos que nuestro destino no es  arrastrarnos por la tierra con la muerte por horizonte límite.   Nos descubre  la meta, el cielo, que no descalifica ni devalúa nuestro caminar humano, sino que lo clarifica, para no confundir con metas definitivas lo que sólo son etapas de la ruta.

Nos dice que la última palabra la tiene Dios, y que es una palabra de vida; y nos descubre una tarea: ir ascensionando, elevando, dando altura a nuestra vida personal y a la realidad que nos rodea, despojándonos de ese lastre que nos impide caminar como auténticos discípulos del Señor.        

Hoy se cumple la profecía del Magnificat: “Me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí”. Y también aquellas palabras de Isabel: “Dichosa tú, que has creído”.

Como buenos hijos, congratulémonos con el triunfo de María, nuestra madre, pero también, como hijos, escuchemos sus palabras: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5) y sigamos su ejemplo.

En esta evocación e invocación de María ella sigue siendo la Virgen del Camino que nos marca la ruta y nos conduce hacia Dios, hacia la casa del Padre.

 

REFLEXIÓN PERSONAL

.- ¿Qué espacio ocupa en mi vida cristiana la figura de La Virgen?

.- ¿Abro mi vida a la Palabra de Dios como María?

.- ¿Esta fiesta me invita a mirar la vida con esperanza?

 

Domingo J. Montero Carrión, Capuchino.

 

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