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viernes, 6 de agosto de 2010

UN CORAZÓN ENAMORADO DE CRISTO (IX)



BULA DE CANONIZACIÓN
Santa Clara fue canonizada por el Papa Alejandro lV con una Bula de canonización que es un documento hermosísimo: es un canto lleno de lirismo y belleza dedicado a la “claridad” de Clara. A propósito de su nombre exalta sus méritos y virtudes con preciosa simbología referente a la luz y su esplendor.

Comienza esta Bula:

“Clara, preclara en méritos que están claros, brilla en el cielo esclarecida con claridad de insigne gloria, y en la tierra con esplendor de sublimes milagros...” “Aquí abrillantaron a Clara sus luminosas obras, la plenitud de la luz divina le clarifica en las alturas, y sus espléndidos prodigios aclaran ante el pueblo cristiano que es maravillosa. ¡Oh, Clara, tan ricamente dotada con títulos de claridad! Eras clara en verdad en tu primera juventud; brillaste más clara desde aquella hora; preclara fuiste en la forma de vida reclusa y, una vez apagada tu vida en el tiempo, has brillado clarísima...” “¡Oh esplendidez de la bienaventurada Clara!... en el siglo era ya luz; en la religión fue relumbre, en el hogar era fuego radiante; en el claustro resplandecía como fulgor...” “¡Qué llamarada la de esta luz y qué vehemencia la de su resplandor! Mas esta luz permanecía encerrada en lo secreto de la clausura... porque Clara moraba oculta y su conducta destellaba en el ámbito del mundo;... vivía Clara en el silencio y su fama era un clamor; se recogía en su celda y su nombre y vida eran públicos en las ciudades:
Y no es extraño, ya que una lámpara tan inflamada, tan reluciente, no podía quedar en lo escondido, sin que resplandeciese fúlgida en la casa del Señor...”

Otro párrafo de la Bula, muy interesante y precioso es el siguiente:

“Ella, Clara fue primicia de pobres, guía de humildes, maestra de castas y abadesa de contemplativas... Ella gobernó el monasterio con discreción y diligencia en el temor y servicio del Señor, y en la exacta observancia de la Orden: alerta en la solicitud, hacendosa en los oficios, atenta para exhortar, con amor al amonestar, moderada al corregir, con mesura en el mandar, pronta a la compasión, discreta en sus silencios, sensata en el hablar; consultaba además cuanto le parecía a propósito para gobernar con todo acierto, prefiriendo servir antes que regir y honrar antes que ser honrada.
Este estilo de vida era para todas enseñanza y formación. En este libro aprendieron la forma de conducta, en tal espejo se miraron para conocer los senderos de la vida. Estaba sí con el cuerpo en la tierra, más con el alma moraba en el cielo; vaso de humildad, joyero de castidad, ardor de caridad, dulzor de benignidad, vigor de paciencia, lazo de paz, comunión de vida familiar, afable en el trato, apacible en todas sus acciones y siempre afable y bien recibida”.

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