“CAMINANDO SE HACE CAMINO”
Establecida la pequeña Comunidad de Franciscanas Clarisas Descalzas en León, comienzan su camino tras las huellas de San Francisco y Santa Clara. Está señalizada su ruta por “la sencillez, humildad, pobreza, y por guardar el decoro de una vida santa” (Testamento de Santa Clara)... “La dama pobreza” las acompaña fielmente y las afianza en la misión que el Señor las ha confiado: formar una familia más en la Orden Franciscana.
En las Capitulaciones hechas para la Fundación de este Convento, el 30 de marzo de 1605, y admitidas por la Provincia Franciscana de Santiago, en el número 8, se ordena que la advocación de este convento sea el título de “LA SANTA CRUZ”.
El Convento de la Santa Cruz de León, en estos sus comienzos, no contaba más que con las cuatro paredes del rústico edificio; pero no tardando, ilustres bienhechores se acercaban a las puertas del nuevo cenobio monacal, para ayudar a sus moradoras, tales como la condesa de Treviño con sus donaciones de una y otra manera, según fuera conveniente; el Deán y Cabildo de la Catedral de León, que hacen la donación de una cañería de agua para la limpieza y servicio del convento; así mismo D. Luís Suero de Quiñones y Acuña y D. Alonso de la Serna, cediendo a la Comunidad el terreno que ocupa la huerta que se halla dentro del convento, en la que las monjas pueden cultivar hortalizas y demás para el sustento de las mismas...
Desde la fundación de este convento en 1605, hasta 1662, los cultos y demás actos religiosos se celebraban en una capilla dentro de la clausura, que más tarde se convirtió en lugar de enterramiento de las religiosas que fallecían y que antes eran enterradas en los claustros.
CONSTRUCCIÓN Y FUNDACIÓN DE LA IGLESIA DEL CONVENTO DE LA SANTA CRUZ DE LEÓN
D. Francisco Baca y Acevedo, canónigo de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad, hizo fabricar a sus expensas la Iglesia de este convento, cuya obra se cree se hubiese hecho desde el año 1662 hasta el 1665, por escritura que pasó a testimonio de Antonio Rodríguez de Losada, escribano de esta ciudad, a 3 de septiembre de 1665, cedió a la comunidad el nominado D. Francisco Baca, para los gastos de la Iglesia y reparo de su edificio y de las demás oficinas que también hizo fabricar para mejora del convento, nueve escrituras que importaba el total de sus capitales: 77.770 reales... En 10 de diciembre de 1665, fundó una capellanía costeada por varios censos. Y el mismo D. Francisco Baca fundó otra capellanía a su costa el día 12 de mayo de 1669, con estas aportaciones de D. Francisco, se podían sufragar los gastos del culto en la Iglesia conventual y el sostenimiento de los Capellanes que la asistían...
El primer Capellán que sirvió esta capellanía fue D. Manuel Orejas Canseco, natural de Lillo (León).
D. Francisco Baca y Acevedo fue un gran bienhechor de esta fervorosa e incipiente Comunidad de Franciscanas Clarisas Descalzas, entre las muchas alhajas que dejó el FUNDADOR de la Iglesia, además del altar mayor y los colaterales con todo lo demás necesario -así de ornamentos como de adorno- aún se conservan : la cruz procesional, la sacra mayor, candeleros y ciriales... Ornamentos sacros existen en el presente, algunos ternos y casullas de exquisita calidad y buen gusto, de estilo de aquella época.
Gracias a estos insignes bienhechores que la providencia de Dios deparó al grupito que formaba la primera comunidad de las Clarisas Descalzas, ésta pudo ir haciendo CAMINO para el progreso de su vida contemplativa, dando un edificante testimonio a la ciudad de León, que con tanto amor las acogió; y así iban llegando vocaciones de jovencitas y adolescentes que solicitaban el ingreso en el monasterio, para consagrarse al Señor en una vida austera y penitente...
(Continuará)
En las Capitulaciones hechas para la Fundación de este Convento, el 30 de marzo de 1605, y admitidas por la Provincia Franciscana de Santiago, en el número 8, se ordena que la advocación de este convento sea el título de “LA SANTA CRUZ”.
El Convento de la Santa Cruz de León, en estos sus comienzos, no contaba más que con las cuatro paredes del rústico edificio; pero no tardando, ilustres bienhechores se acercaban a las puertas del nuevo cenobio monacal, para ayudar a sus moradoras, tales como la condesa de Treviño con sus donaciones de una y otra manera, según fuera conveniente; el Deán y Cabildo de la Catedral de León, que hacen la donación de una cañería de agua para la limpieza y servicio del convento; así mismo D. Luís Suero de Quiñones y Acuña y D. Alonso de la Serna, cediendo a la Comunidad el terreno que ocupa la huerta que se halla dentro del convento, en la que las monjas pueden cultivar hortalizas y demás para el sustento de las mismas...
Desde la fundación de este convento en 1605, hasta 1662, los cultos y demás actos religiosos se celebraban en una capilla dentro de la clausura, que más tarde se convirtió en lugar de enterramiento de las religiosas que fallecían y que antes eran enterradas en los claustros.
CONSTRUCCIÓN Y FUNDACIÓN DE LA IGLESIA DEL CONVENTO DE LA SANTA CRUZ DE LEÓN
D. Francisco Baca y Acevedo, canónigo de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad, hizo fabricar a sus expensas la Iglesia de este convento, cuya obra se cree se hubiese hecho desde el año 1662 hasta el 1665, por escritura que pasó a testimonio de Antonio Rodríguez de Losada, escribano de esta ciudad, a 3 de septiembre de 1665, cedió a la comunidad el nominado D. Francisco Baca, para los gastos de la Iglesia y reparo de su edificio y de las demás oficinas que también hizo fabricar para mejora del convento, nueve escrituras que importaba el total de sus capitales: 77.770 reales... En 10 de diciembre de 1665, fundó una capellanía costeada por varios censos. Y el mismo D. Francisco Baca fundó otra capellanía a su costa el día 12 de mayo de 1669, con estas aportaciones de D. Francisco, se podían sufragar los gastos del culto en la Iglesia conventual y el sostenimiento de los Capellanes que la asistían...
El primer Capellán que sirvió esta capellanía fue D. Manuel Orejas Canseco, natural de Lillo (León).
D. Francisco Baca y Acevedo fue un gran bienhechor de esta fervorosa e incipiente Comunidad de Franciscanas Clarisas Descalzas, entre las muchas alhajas que dejó el FUNDADOR de la Iglesia, además del altar mayor y los colaterales con todo lo demás necesario -así de ornamentos como de adorno- aún se conservan : la cruz procesional, la sacra mayor, candeleros y ciriales... Ornamentos sacros existen en el presente, algunos ternos y casullas de exquisita calidad y buen gusto, de estilo de aquella época.
Gracias a estos insignes bienhechores que la providencia de Dios deparó al grupito que formaba la primera comunidad de las Clarisas Descalzas, ésta pudo ir haciendo CAMINO para el progreso de su vida contemplativa, dando un edificante testimonio a la ciudad de León, que con tanto amor las acogió; y así iban llegando vocaciones de jovencitas y adolescentes que solicitaban el ingreso en el monasterio, para consagrarse al Señor en una vida austera y penitente...
(Continuará)
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