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miércoles, 14 de noviembre de 2012

LEYENDA MEDIEVAL (Capítulo I)


INFANCIA

En la lejana Edad Media 
en histórico castillo, 
crecían dos niñas rubias 
como dos fragantes lirios. 
Clara era la mayor 
y la otra Catalina, 
que había de llamarse Inés 
cuando se cambie su vida. 
Ambas hermanas la historia 
 no las puede separar: 
pues sus vidas transcurrieron 
 unidas en ideal. 
Son dos almas escogidas 
 que nuestro Señor prepara, 
 para muy grandes empresas 
 de su gloria soberana. 
Si, por eso desde niñas 
sienten entre sí atracción; 
 la que siempre comunica 
la virtud con el amor. 
Catalina, que es más niña 
sigue las huellas de Clara, 
a quien ama intensamente 
como amiga y como hermana. 
Juntas rezan y trabajan 
en labores y bordados; 
juntas corren por los parques 
del castillo, y por los prados. 
 Llevan sonrisas de cielo 
en sus labios rojo y rosa; 
son juguetonas e ingenuas; 
son alegres como alondras. 
Su padre era Favarone 
noble, rico y poderoso; 
está de estas dos sus hijas
 tan hermosas, orgulloso. 
Doña Hortolana , su madre, 
solícita y cariñosa, 
cuida atenta de sus hijas, 
tan bellas y tan piadosas. 
¡Qué edad tan dichosa ésta, 
 en que sonríe la vida, 
sin preocupación alguna, 
sin desvelos ni fatigas! 
Mas, muy pronto, no tardando, 
 prematuras experiencias 
de dolor y sufrimiento, 
probarían su paciencia. 
En una guerra de entonces, 
conocieron el destierro, 
siendo niñas aún pequeñas; 
 pero ¡qué pena sintieron! 
 Tuvieron que abandonar 
su castillo y sus tierras, 
y huir con calamidades, 
y mil miedos de la guerra. 
 Su padre está en el combate…
 ¿volvería sano y salvo?... 
 ¿O moriría en campaña, 
abandonado en el campo?
 Mucho rezaron por él 
 la madre con sus hijitas; 
y el Señor las escuchó. 
Volvió con gran alegría. 
Y pudieron regresar 
 a su casa tan querida 
 rehaciendo en el castillo 
de nuevo toda su vida. 

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