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lunes, 26 de noviembre de 2012

LEYENDA MEDIEVAL


A modo de EPÍLOGO 

La noticia de la muerte de Inés, con fama de alta santidad, conmovió a la ciudad de Asís y todos sus contornos, por lo que acudió muchísima gente. 
Ante su cadáver, que todos querían ver (pues era una virgen bellísima) se realizaron ya prodigiosos milagros que atestiguaban su santidad: curaciones repentinas de varias personas que invocaron su ayuda. 
Por este motivo, todo el pueblo de Asís allí reunido y tanta gente de sus contornos, la proclamaron “Santa”. 
Después, sabiendo la gente, que concedía el Señor, por intercesión de su sierva Inés, tantas gracias de todo género, creció mucho la devoción de encomendarse a ella, sobre todo en enfermedades incurables, que quedaban al punto, sanos. 
Así lo cuentan ciertas crónicas antiguas, y verdaderos milagros hechos por la santa, que se aparecía, llena de gloria, a las personas sufrientes (en varias ocasiones a diferentes enfermos) que ponían en manos de Inés la curación deseada, y se efectuaba en el momento. 
Con estos signos tan notables de santidad, se pasaron años… y hasta siglos… 
El pueblo, (sobre todo en Italia) seguía llamándola “santa” de generación en generación, y la gente recibiendo gracias muy grandes por su intercesión poderosa... 
Aunque fue sepultada en el Convento de San Damián, fue después “trasladado el cuerpo de este sagrado Convento al convento de San Jorge de Asís.” 
“Y porque esta gloriosa heroína, ha tenido cerca de quinientos años perenne culto en todo el ducado de Espoleto, Asís, Florencia y otras importantes poblaciones de Italia, se dignó la Santidad del Beatísimo Padre Benedicto XIV en el año 1752 expedir el decreto de su canonización, con extensión de culto a todo el orbe católico, y concesión de Misa y rezo a toda la Orden Seráfica del Padre San Francisco” (7) 

(7) Apunte tomado de un tratado antíguo publicado en MADRID, 1852

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