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domingo, 25 de noviembre de 2012

LEYENDA MEDIEVAL (Capítulo XII)


EL VIAJE FINAL: ¡HACIA EL PARAÍSO! 

Han pasado varios años 
 e Inés, lejos de su hermana 
oye alarmantes noticias 
de la enfermedad de Clara. 
Inés sufre tanto más 
cuanto no viendo a la hermana 
se imagina los dolores 
y más tristeza la embarga. 
 La dicen que el Santo Padre 
fue al Convento a visitarla 
y quedó muy conmovido 
a la vista de la Santa.. 

Al fin, Dios a Inés la premia: 
Ha querido consolarla,
 llevándola a San Damián 
con su amadísima Clara. 
Son momentos de aflicción,
 pero de consuelo y gracia 
pues llegará bien a tiempo, 
 ya que va a morir su hermana. 
Cuando se extingue la vida 
de la “plantita seráfica” 
Inés recoge a su lado 
 con ansiedad sus palabras: 

- “¡Inés, dulce hermana mía! 
 ¡qué gozo, qué gran consuelo
 poder tenerte a mi lado 
en mis últimos momentos! 
Porque me voy de la tierra, 
no te aflijas, hija amada 
 que el cielo es nuestro destino,
 nuestra verdadera patria”.

 Inés exclamó llorando: 
 -”No te vayas, madre mía…! 
espera un poco de tiempo… 
¡No podré vivir sin ti! 
¡Dios mío…! ¡qué desconsuelo!”

 - “¡No llores, Inés querida! 
¿ves? se acaba mi destierro…
 ¡Morir de amor… es tan dulce!”

 - “¡Pues morir contigo quiero!”
E Inés siguió sollozando,
 y dijo con ese acento:
 - “No me dejes… quedo sola… 
hundida en mar de aflicción… 
¡el corazón desgarrado…! 
¡Llévame, Clara, al Señor!” 

-”Sí; pronto me seguirás… 
¡Ten la lámpara encendida, 
pues el Esposo se acerca, 
y en breve será tu dicha!” 

 -”¡Qué feliz me haces hermana 
con tan dulce profecía! 
pues morir quiero de amor 
como tú, hermana querida.”

 - “¡Oh! ¡Cuán dulce es el morir! 
¡Veo a la Virgen María… 
y los ángeles que entonan 
suavísimas melodías…!” 

Y Clara seguía diciendo 
hablando consigo misma: 
- “Parte segura, alma mía: 
que el Dios que te redimió, 
va a recibirte en sus brazos
 para ser tu eterno amor!... 
Muero… ya veo otra luz… 
¡Pronto! ¡Ven…! ¡Señor Jesús! 

Después de haber presenciado 
 Inés y demás hermanas, 
una muerte tan preciosa, 
han quedado emocionadas. 
Entre lágrimas y cantos 
y visiones celestiales 
 se había dormido Clara 
en los brazos de Dios Padre. 
Ahora Inés quedó viviendo
 más que en vida natural 
con esperanzas y anhelos 
de la Patria celestial. 
Se pasó muy pronto el tiempo 
e Inés enfermó de muerte: 
 ella esperaba reunirse 
en breve a su Hermana ausente. 
El otoño con sus vientos 
 y sus hojas amarillas, 
 con su emigración de pájaros 
y ausencia de florecillas, 
invitaba a recogerse 
en silenciosa oración: 
En San Damián, las Hermanas 
lo hacían con emoción, 
pues Inés seguía grave 
en el lecho del dolor. 
Y en efecto, a los tres meses 
de haber muerto Santa Clara 
con muerte igual de envidiable 
 la seguiría su hermana. 
Y se acerca ya la muerte; 
son momentos inefables 
 en que se palpa el misterio: 
¡Dios presente! ¡inexplicable! 
Y así, en los brazos de Cristo, 
 el Esposo tan amado, 
 entra Inés en su reposo 
en aquel gozo añorado. 
Sí; ella entraba gozosa 
en el cielo entre los santos, 
con la Virgen y con Clara, 
y con un canto en los labios. 
¡Qué dulce morir de amor!
 ¡qué feliz, morir cantando! 
abrasada en ese amor, 
¡en el amor del Amado! 
Al entrar al Paraíso 
esta humilde y nueva santa 
tuvieron que resonar 
 armonías sobrehumanas:
¡El cántico de las vírgenes 
que seguían al Cordero; 
de sin igual hermosura 
siempre antiguo y siempre nuevo! 

En la paz de aquella tarde 
una gran melancolía, 
se posó sobre el ambiente: 
 las Hermanas se arrodillan 
y lloran por esta pérdida 
de la Hermana tan querida. 
Una luz esplendorosa 
extingue el anochecer. 
Una nueva Estrella al cielo 
le acababa de nacer. (6) 

Fue Inés al igual que Clara 
ferviente contemplativa,
primicia en la Orden de Hermanas 
y la siguiente “plantita”, 
que extendió con celo ardiente 
 su evangélico carisma.

Invoquémosla con fe 
pues está canonizada: 
Es ya SANTA INÉS de ASÍS 
hermana de SANTA CLARA. 
Celebremos su heroísmo 
con ilusión y alegría: 
19 de Noviembre 
¡es su fiesta! ¡es su día! 

(6) Autorizó su culto el Papa Benedicto XIV en 1752

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