En
el nombre del Padre…
Hermanos, para celebrar dignamente la
gloria de Santa Clara pidamos al Señor que
nos haga fieles seguidores de sus ejemplos.
Oremos
Oh Dios
omnipotente y eterno, que en la virgen Santa Clara has dado a tu Iglesia una
fidelísima discípula del Evangelio, concédenos, que su ejemplo nos haga también
a nosotros fieles y presurosos en la observancia de tu divina ley. Por
Jesucristo nuestro Señor.
Escuchamos
la Palabra de Dios
Del Evangelio según San
Mateo 7, 13-21
Reflexión
La Palabra de Dios, nos dice el
apóstol, es palabra viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo.
Su Palabra es “viva”, por eso tiene
un valor perenne, un valor que no cambia con el pasar de los años, o con el
mudar de las estaciones o de las modas. La Palabra de Dios es “eficaz”; produce
por tanto, exactamente aquello que indica. La Palabra de Dios es “penetrante”,
afilada más que una espada de doble filo. Penetra en las intimidades más
profundas del corazón humano. Por eso, a los ojos de Dios no escapa nada,
mientras que a Él debemos rendir cuenta del uso que hacemos de su gracia y de
sus palabras.
En el Evangelio que acabamos de
escuchar, Jesús nos recomienda vivamente la observancia de sus mandatos,
evitando con cuidado la “vía ancha”, aquella acomodada a nuestros gustos que
lleva a la perdición. Hemos de recorrer en cambio, la “vía estrecha” de
fidelidad a la ley divina que conduce a la Vida.
La Madre Santa Clara tuvo del Señor
la gracia de comprender a tiempo y de vivir fielmente estas grandes verdades.
Ya desde la primera juventud, desde
la guía iluminada de su santa madre Hortolana, se había sentido fuertemente
atraída por el Evangelio. Sobre todo, el Niño de Ben y la imagen sangrante del
Crucificado del Gólgota. Después, con los años, el deseo de seguir a Jesús, de
imitar a Jesús, de sufrir con Jesús, que tanto había sufrido por nuestro amor,
fue siempre creciente en su corazón.
Por eso, cuando intuyó que en su
conciudadano, Francisco de Bernardone, el Señor le proporcionaba un guía y un
maestro de vida evangélica, Clara separándose, no sin sufrimiento, pero
generosamente, de todo y de todos, corrió hasta él, feliz de llegar a ser su
humildísima discípula. Francisco, en su intento de formar a Clara en la escuela
de Jesús, le leía el Evangelio y se lo explicaba como el Señor le sugería desde
dentro; y Clara, hecha “discípula” atenta y docilísima, asintiendo a menudo con
simplicidad y ardor a las palabras del maestro, decía su “sí” incondicional al
Esposo divino, el cual la atraía siempre más y más hacia sí con su amor
infinito.
Muy pronto las jóvenes de Asís
comenzaron a llamar a las puertas de San Damián, llenas de santo fervor;
querían seguir a Clara, imitarla y ser como ella “un Evangelio viviente”. Y así
Clara, siendo entre los seguidores del Poverello de Asís, la que más
perfectamente que ningún otro había asimilado su espíritu evangélico, resultó a
su vez maestra incomparable de vida evangélica.
“Observar el Santo Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo” como nos dice al principio de su Regla, fue por tanto
el programa solemne al que ella permaneció fiel hasta el último suspiro de su
vida. “Observar perpetuamente el Santo Evangelio como lo hemos fielmente
prometido”, es la recomendación final que no ha cesado jamás de repetir a sus
hijas y seguidoras.
Clara hoy, nos
anima a todos para que seamos vigilantes y constantes en este empeño de vivir
conforme al Santo Evangelio. Recordamos las palabras de Jesús: “El cielo y la
tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. La Palabra del Señor permanece
eternamente inmutable; “Bienaventurados aquellos que escuchan la Palabra de
Dios y la observan”, como ha hecho la Virgen María, como han hecho los
Apóstoles, como han hecho San Francisco y Santa Clara, con aquella beatitud
cuya felicidad no tendrá fin.
Plegaria
comunitaria
Atraídos por el ejemplo de Santa Clara, pidamos al
Señor que nos haga también a nosotros atentos y dóciles discípulos del
Evangelio. Oramos juntos diciendo:
R. Escúchanos,
Señor
* Para que la Iglesia pueda hacer llegar a
todos los pueblos de la tierra y a todos los hombres las palabras de verdad y
de vida que Cristo nos ha revelado en su Evangelio. Oremos.
* Para que todos los cristianos con la
fiel observancia del Evangelio, lleguemos a ser auténticos testigos de Cristo y
de su amor infinito. Oremos.
* Para que nosotros, los aquí reunidos, a
imitación de Santa Clara lleguemos a
ser un evangelio viviente para atraer las almas a Cristo. Oremos.
* Para que el Señor, por intercesión de
Santa Clara, ayude a la juventud a descubrir el tesoro escondido que es dejarlo
todo para seguir a Jesucristo. Oremos.
Ahora
en silencio, pidamos al Señor por intercesión de Santa Clara, las gracias que
deseamos alcanzar en esta Novena. (Petición)
Padrenuestro, Ave María y Gloria
Oremos
Oh
Dios que por medio de Jesucristo, tu Palabra viva, has revelado a los hombres
el misterio de la salvación universal mediante la fe en tu Hijo, concédenos que
a imitación y por la intercesión de Santa
Clara, lleguemos a ser también nosotros fidelísimos discípulos de su Evangelio.
Por Jesucristo N. Señor.
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