“Cuando el silencio habla, la vida
se transforma”. Necesitamos sosiego, serenidad,
silencia:
*
Para escuchar a Dios que nos habita. El silencio de Clara se convirtió en
fiesta de encuentro. Necesitaba escuchar el latido de quien la habitaba, para
permanecer en su abrazo y dejarse modelar por el Espíritu, para contagiarse de
su forma de mirar toda realidad y amar a los demás con su mismo amor. Nada
plenifica tanto como vivir desde la inmediatez de nuestro espléndido Dios. ¡Qué
liberación el paso de la soledad angustiosa a una soledad habitada!
*
Para ser nosotros mismos y no moldeados por presiones exteriores es imprescindible
escuchar el interior. Fácilmente huimos de nosotros, pues al pararnos a veces
nos asaltan miedos, malestares, temas pendientes, y preferimos estar ocupados y
vivir distraídos en vez de afrontar lo que bulle dentro de nosotros mismos,
pero pagamos un precio muy caro: no conectar con el misterio que somos y
estamos llamados a desplegar.
*
Para entablar relaciones sanas y vivificadoras. Para escuchar a fondo a los
demás también necesitamos vivir silenciados por dentro. A veces buscamos estar
juntos para no estar solos, pero entonces, fácilmente, entablaremos relaciones
no sanas, manipuladoras, utilitaristas.
(Tomado del libro “Clara de Asís, habitada por
la vida y el amor" de las Hermanas Clarisas de Salvatierra)
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