Todos anhelamos una
vida plena y a veces la confundimos con tener éxito, deslumbrar. ¡Cuántos
esfuerzos por tener bienes económicos, conseguir prestigio, ostentar poder…
como si fueran la llave de la felicidad!
Clara desde pequeña fue sensible a los pobres y necesitados.
Les ayudaba cuanto podía privándose ella misma para aliviar su necesidad. Ya de
joven, al encontrarse con Jesús pobre, descubrió que no podía seguirle sino
haciéndose ella misma pobre: “abrázate a Cristo pobre como virgen pobre”
(2CtaCl 18)
Clara, mirando a Jesús, identificándose con Él, que por
nosotros se despojó de su rango, hizo el camino descendente. Cada vez fue más
plena con menos, ¡qué dichosa sin nada! No se contentó con dar todo a los
pobres, se dio a sí misma. Se hizo pobre, sierva, menor, última, por amor.
Rompió decidida la mentalidad de su tiempo y comprobó la libertad de ponerse en
el último puesto; el gozo de las bienaventuranzas que nadie puede arrebatar. En
toda su vida sólo quiso un privilegio, por él luchó incansablemente: ser pobre…
Clara nos ruega que no gastemos energías en competir sino en
servir, nos exhorta a no vivir derrochando o acumulando, sino compartiendo.
(Tomado
del libro “Clara de Asís, habitada por la vida y el amor" de las Hermanas Clarisas de Salvatierra)
No hay comentarios:
Publicar un comentario