La antífona de este día, es un eco del cántico del Benedictus. En ella se evoca a Cristo como ¡Oh Oriens (Oh Sol que naces de lo alto). Tema muy del gusto de los Santos Padres, que para explicar la grandeza de Cristo lo comparan a la hermosura y magnitud de la naturaleza. Jesús, con su nacimiento es el Sol que nos saca de las tinieblas y que al venir desde lo alto, desde la sede del Padre, nos invade con su divinidad.
La Luz del Oriente ilumina ya
las dulces jornadas de la Navidad.
Claridad de mil estrellas
ilumina toda la tierra.
¡Oh Luz refulgente, oh Luz celestial!
guía nuestras almas por sendas de paz.
Huid ya, sombras, tinieblas
que ya el Sol, viene a la tierra.
Cuando Luz te llaman, te dicen Señor,
que eres la hermosura, la vida, el amor.
¡Oh Oriente! fue la plegaria
que hoy salió del fondo del alma.
Ven ya, Luz del mundo con tu resplandor,
conduce a las almas por vías de amor.
Te esperamos con vivas ansias.
Ven, no tardes, luz de las almas.
¡Oh Sol de Justicia! ven pronto a saciar
esta sed ardiente de verte aquí ya.
Pues sin ti no hay alegría,
todo es frío y triste en la vida.
Así siguió el coro cantando al Señor
que transforma todo en iris de amor.
¡Oh qué gozo hay en la tierra!
cuando el Sol viene a envolverla.
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