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lunes, 30 de abril de 2012

Sor Mª Teresa, ¿me amas?


Dijo Jesús: "Simón, ¿me amas más que estos?" Respuesta del apóstol: "Señor, tú sabes que te quiero..." (Jn 21, 1-24)
Este texto evangélico en que Jesús Resucitado, en aquella luminosa mañana primaveral se aparece en la playa del Lago de Galilea a sus discípulos, y dirigiéndose a Pedro le pregunta, reiteradamente si le ama, arrancó del apóstol una respuesta de amor, triple, total: "Tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero"...
¡Jesús tiene sed de amor! tiene sed del amor de sus elegidos, del amor de sus consagrados...
Esto es lo que me sorprende y me emociona: que un Dios todo bondad, todo belleza, todo luz y poder, me haya llamado a mí, su pequeña y pobre criatura; y me haya hecho suya para siempre.
Siento tal gratitud por esta gracia (que considero una cadena de gracias) que no puedo expresar con palabras. Quizá con el salmo inspirado 115:
 "¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación invocando su nombre. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo..."
Y ahora me preguntas en este día a mí:
Sor Mª Teresa, ¿me quieres?
- ¡Sí, Señor! ¡te quiero! con toda mi alma, con todo mi ser, con todo mi corazón.
Permíteme, oh Jesús amadísimo, que te exprese en cuanto pueda mi amor más encendido. Pienso que toda mi vida, mi larga vida consagrada a tu servicio, ha sido un constante ejercicio de amor, a Ti  y a las hermanas por Ti... Porque Tú eres mi Vida, mi Luz, mi paz, mi dulcedumbre, mi gozo, mi riqueza..., toda mi felicidad. ¡No podría vivir sin Ti!
Hoy te me presentas como Divino Pastor de mi alma: me llevas en tus brazos amorosos, a mí, tu ovejilla; me alimentas con tu Eucaristía, pasto de verdor inmarchitable; de delicias indecibles; ¡yo te conozco y te amo! Quiero fundirme contigo en tu abrazo inefable; abrásame en tu divino fuego. Que tu Espíritu me cobije bajo sus alas y me ilustre y enseñe la ciencia del amor. Quiero cantarte este amor en correspondencia al Tuyo tan inmenso, con la más dulce melodía, con la música más bella, con la mejor poesía.
¡Te amo! ¡te quiero! Es el verbo que deseo conjugar constantemente, que deseo repetir día y noche sin cansancio, ¡sí, Señor y Dios mío! ¡porque tu Amor es para mí, la plenitud de la Vida, del júbilo, de la felicidad!
Sor Mª Teresa de la Inmaculada (63 años de vida consagrada)

domingo, 29 de abril de 2012

4º DOMINGO DE PASCUA, DOMINGO DEL BUEN PASTOR


SAN JUAN 10, 11-18 

"En aquel tiempo dijo Jesús:
- Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y los dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para quitarla y tengo poder para recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para quitarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido de mi Padre."


LA VIDA YA SÓLO SIRVE PARA AMAR

No apartes los ojos de Jesucristo resucitado, y se llenarán de luz las palabras de tu canto: “La misericordia del Señor llena la tierra, la palabra del Señor hizo el cielo. Aleluya”. 
Porque Cristo y Jesús es el nombre de la misericordia que llena la tierra, Cristo y Jesús es el nombre del cielo en el que entras por la misericordia que te alcanza. 
Tú miras a Cristo, y sabes que la misericordia de Dios te apacienta. En Cristo la bondad de Dios se ha hecho pastor de tu vida. Él es el buen pastor que te conoce por tu nombre, que nunca te abandona, que da su vida por ti. Te vio perdido y te buscó. Te vio amenazado y luchó por ti, defendió tu vida con la suya. 
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy el buen pastor”. Y puede que los fariseos nada entendiesen de lo que él les estaba diciendo. 
Hoy eres tú quien escucha la palabra del Señor: “Yo soy el buen pastor”. Y, porque has creído en él, porque la fe te ilumina, lo aclamas como tu salvador, te alegras con tu redentor, y lo reconoces como Señor de tu vida”. 
 La fe, que te permite confesar a Cristo, te permite verlo en medio de la comunidad reunida. Allí, en la asamblea eucarística, Cristo resucitado te muestra su Cuerpo entregado, su Sangre derramada, que es como mostrarte las llagas de su cuerpo santo, y te dice: “Yo soy el buen pastor”, yo soy tu pastor. Y nosotros, que lo reconocemos, lo escuchemos y lo recibimos, decimos: “Señor mío y Dios mío”. Hoy, los hijos de la Iglesia, los que tú, Señor, has rescatado de la muerte, vamos repitiendo por los entresijos del día y los rincones del alma tu hermoso nombre: “Jesús”. 
Tú eres nuestra única riqueza, pues has querido ser nuestro Pastor. La vida ya sólo sirve para amarte. La vida ya sólo sirve para amar. 
Feliz domingo. 

Siempre en el corazón Cristo. 
 + Fr. Santiago Agrelo 
Arzobispo de Tánger 

¡EL SEÑOR ES MI PASTOR!

El Señor es mi Pastor
nada me puede faltar.
Él me lleva a claras fuentes,
y a los montes del lugar,
para que apague mi sed,
y allí me pueda saciar.
Él me guía y me conduce
por bellísimas riberas,
por entre trigos y viñas,
y frondosas arboledas.
Y aunque se haga noche oscura
en cañadas tenebrosas,
no temo vientos, ni lluvia,
ni a las sombras pavorosas,
porque Tú estarás conmigo
y en tus brazos voy gozosa.
Me has invitado a tu mesa
con finura y distinción,
ungiéndome con perfume
encendiendo mi ilusión,
enfrente mis enemigos,
que buscan mi perdición.
¡Con qué manjares divinos
me alimentas cada día!
¡Cómo rebosa mi copa
de fervor y de alegría!
¡Por eso yo cantaré
tu belleza y tu dulzura
en el país de la vida,
sin término en mi ventura!
                            M.T.

sábado, 28 de abril de 2012

TÚ LO SABES TODO, TÚ SABES QUE TE QUIERO


"Tú sabes que te quiero", "aquí está el secreto de una existencia entregada y vivida en plenitud, y por eso llena de profunda alegría...Para ser capaces de sentir la llamada divina en medio de tantas voces que llenan la vida diaria, es elemento central el amor a la Palabra de Dios, cultivando una familiaridad creciente con la Sagrada Escritura y una oración personal y comunitaria, atenta y constante, pero sobre todo, que la Eucaristía el "centro vital" de todo camino vocacional: es aquí donde el amor de Dios va unido al sacrificio de Cristo, expresión perfecta del amor, y es aquí donde aprendemos siempre de nuevo, la gran medida del amor de Dios. 
Palabra, oración y Eucaristía son el tesoro precioso para comprender la belleza de una vida totalmente gastada por el Reino...
Imparto de corazón la bendición apostólica a todos... en particular a los jóvenes y a las jóvenes que con corazón dócil se ponen a la escucha de la voz de Dios, dispuestos a acogerla con decisión generosa y fiel."

viernes, 27 de abril de 2012

Y TÚ... ¿QUÉ LE CONTESTAS?

Seguimos escuchando el mensaje de nuestro Papa Benedicto XVI:
"Toda específica vocación nace de la iniciativa de Dios, ¡es don de la caridad de Dios! Él es el que da el "primer paso" y no por una particular bondad, encontrada en nosotros si no en virtud de la presencia de su mismo amor "derramado en nuestros corazones por el espíritu".
Siempre en el origen de la llamada divina está la iniciativa del amor infinito de Dios, que se manifiesta plenamente en Jesucristo.. 
.Él sale a nuestro encuentro... a través de los hombres en los que Él se refleja; mediante su Palabra, en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía...
El amor de Dios permanece para siempre, es fiel a sí mismo, y al volver a anunciar, especialmente a las nuevas generaciones la belleza cautivadora  de ese amor divino, que precede y acompaña: es el resorte secreto, es la motivación que no falla, incluso en las circunstancias más difíciles... a ese amor tenemos que abrir nuestra vida, y a la perfección del amor del Padre, ¡al que nos llama Jesucristo cada día! La grandeza de la vida cristiana, consiste en efecto en amar "como" Dios; se trata de un amor que se manifiesta en el don total de sí mismo fiel y fecundo...
En este terreno oblativo, en la apertura al amor de Dios y como fruto de ese amor, nacen y crecen todas las vocaciones.

jueves, 26 de abril de 2012

EL RESUCITADO TE LLAMA... Y ESPERA LA RESPUESTA DE TU AMOR


El domingo celebramos la Jornada mundial de oración por las vocaciones. El Papa en su carta para este año, titulada "LAS VOCACIONES, DON DE LA CARIDAD DE DIOS", nos dice:
"La fuente de todo don perfecto es Dios Amor... La verdad profunda de nuestra existencia está pues encerrada en este sorprendente misterio: 
Toda criatura, en particular, toda persona humana es fruto de un pensamiento y de un acto de amor de Dios, amor inmenso, fiel, eterno. (cfr. Jer 31, 3)  El descrubrimiento de esta realidad es lo que cambia verdaderamente nuestra vida en profundidad...
San Agustín expresa con gran intensidad su descubrimiento de Dios, Suma Belleza y Sumo Amor: 
"¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que Tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en Ti, no existirían. Me llamaste y clamaste y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré y ahora te anhelo; gusté de Ti, y ahora siento hambre y sed de Ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de Ti"

domingo, 22 de abril de 2012

DOMINGO 3º DE PASCUA


SAN LUCAS 23, 35-48 

 En aquel tiempo contaban los discípulos lo que les había acontecido en el camino y como reconocieron a Jesús en el partir el pan. Mientras hablaba; se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo: 
- Paz a vosotros. Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. 
El les dijo: 
-¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo. Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: 
-¿Tenéis ahí algo que comer? 
 Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. El lo tomó y comió delante de ellos. 
Y les dijo: 
-Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse. 
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: 
-Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.

EL AMOR CONDESCENDIENTE:

 En eso de no creer, todos eran Tomás, y con todos hubo de ser condescendiente el amor que para todos quería la vida. 
El que por ellos había bajado hasta lo más hondo de la condición humana, ahora muestra heridas que la divinidad ya había cicatrizado, y que el amor condescendiente abre de nuevo para que se pierdan en ellas las dudas de Tomás. 
 El Señor que por nosotros se había hecho siervo, la Palabra divina que por todos se había hecho palabra, súplica, lamento humano, ahora pide de comer, no ya porque él lo necesite para su vida, sino porque nosotros lo necesitamos para la nuestra. 
Condesciende con nuestra debilidad el que nos ama, y come para que a nosotros nos alimente la fe, nos habite el Espíritu de Dios, acojamos la paz que viene del cielo, y nazcan de Dios para la vida eterna los que habían nacido de la voluntad del hombre para la muerte. 
Hoy somos nosotros los que, movidos por la fe, nos acercamos a Cristo resucitado, al Amor condescendiente, al Buen Pastor de nuestras vidas. Ya sólo nos queda admirar y amar a nuestro Redentor, “aunque es de noche”, bendecir y agradecer a nuestro Salvador, “aunque es de noche”, alegrarnos con nuestro Señor, “aunque es de noche”. “En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo”, “aunque es de noche”. 
Feliz domingo. 

Siempre en el corazón Cristo. 
+ Fr. Santiago Agrelo 
Arzobispo de Tánger

domingo, 15 de abril de 2012

2º DOMINGO DE PASCUA


SAN JUAN 20, 19- 31 

"Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: 
-Paz a vosotros. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. 
Jesús repitió: 
-Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: 
-Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos. 
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: --Hemos visto al Señor. Pero él les contestó:
- Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo. 
 A los ocho días estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: 
-Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás:
-Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás: 
-¡Señor mío y Dios mío! 
 Jesús le dijo: 
-¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto. 
 Muchos otros signos que no están escritos en este libro hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre."

¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!:

La noche de Pascua trajo el evangelio más sorprendente: “No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado”. Antes de que el incienso subiese a lo alto de nuestras iglesias, la oración de la fe subía agradecida a lo alto del cielo, a lo más íntimo de nosotros mismos, a la morada santa del Dios de nuestra salvación. Antes de que la luz inundase de claridad nuestra asamblea, el alma se iluminó de esperanza, de alegría y de paz. Antes de que el Resucitado nos recibiera en comunión sacramental, nuestra fe lo había recibido en comunión espiritual, y sabíamos que, por la fe, era nuestro lo que admirábamos en él, pues nuestra era la humanidad en él resucitada, nuestra su gloria, nuestra su vida. 
Ahora aprendemos a discernir su presencia en medio de nosotros. Otro le dará voz, pero hoy será él quien te hable, será él quien te abrace con su paz, será él quien te regale con su Espíritu, será él quien pronuncie contigo tu acción de gracias, será él quien resucitado se te entregue en el pan de la bendición, será él el corazón de la palabra que proclames, será él la verdad de los ritos que celebres, será él el corazón y la verdad de tu confesión: “¡Señor mío y Dios mío!”. 
Cristo ha resucitado, y hoy nos encontramos con él en nuestra Eucaristía. 
 Feliz domingo. Feliz Pascua de resurrección. 

 Siempre en el corazón Cristo.
 + Fr. Santiago Agrelo 
Arzobispo de Tánger

domingo, 8 de abril de 2012

POEMA PASCUAL

Amanece el Sol del día
con una aurora rosada;
es todo luz y alegría:
¡Qué belleza en la alborada!
Sin embargo, en otro ambiente
hay un llanto inconsolable
en una mujer ardiente
con una pena insondable.
Es Miriam que con gemido
al Maestro busca y llora...
mas, una voz ha oído
que la hechiza y enamora.
Primero no conoció
al que creyó el hortelano,
y llorando así siguió
 desde el alba, bien temprano.
"¡María!" voz amorosa
sorprendió su ensueño ardiente,
tal cadencia deliciosa
la subyugó totalmente.
"¡Maestro!... ¡Maestro mío!
dijo a sus pies conmovida.
Por fin colmas mi vacío:
¡Eres mi Amor y mi Vida!
Parecía que soñaba...
¡mas..., es dulce realidad!
Allí... allí mismo estaba...
¡Era su Amado en verdad!
Y Él la confía gozoso
el anuncio a sus amigos
¡el anuncio más dichoso!
como a Primera testigo.
Ella, a sus pies abrazada
se hubiera siempre quedado...
de tal dicha enajenada...
ni cuenta se habría dado.
Mas, del éxtasis despierta,
y cual flecha disparada
cruza deprisa la huerta
con la nueva deseada.
Y lo anuncia muy gozosa
a los que halló reunidos,
cumpliendo así presurosa
el encargo recibido.
¡Oh Mirian! ¡Qué agradecida
debes de estar a Jesús,
por poder ser la encendida
portadora de su Luz!

(Sor Mª Teresa de la Inmaculada)

 

domingo, 1 de abril de 2012

DOMINGO DE RAMOS



 PROCESIÓN DE LAS PALMAS
  
SAN MARCOS 11, 1-10 

"Se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos, y Jesús mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles:
- Id a la aldea de enfrente y, en cuanto entréis, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, contestadle: "El Señor lo necesita y lo devolverá pronto." 
Fueron y encontraron el borrico en la calle, atado a una puerta, y lo soltaron. Algunos de los presentes les preguntaron: 
- ¿Por qué tenéis que desatar el borrico? 
Ellos les contestaron como había dicho Jesús; y se lo permitieron. 
Llevaron el borrico, le echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. 
Los que iban delante y detrás gritaban:
- Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David. ¡Hosanna en el cielo!"

NOCHE DE PAZ:

La gracia del tiempo litúrgico nos ha traído al Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. En este día, la Iglesia recuerda la entrada de Cristo el Señor en Jerusalén para consumar su misterio pascual. 
Me pregunto por qué hoy aclamamos con cantos al que va a morir, y por qué en medio del silencio proclamamos la pasión de aquel a quien hemos aclamado; por qué la fiesta de nuestra alegría si estamos entrando en la noche del Señor, por qué la compunción del corazón si está llegando a nosotros el Reino de Dios, por qué nuestra paz si entramos en la noche de Jesús, por qué a esta hora de Jesús la llamamos noche si a nosotros nos ha traído la paz. 
Mientras te preguntas, la fe ya adivina la respuesta: Aclamas al que viene en nombre del Señor; aclamas el reino que llega, el de nuestro padre David, el Reino de Dios; aclamas porque llega tu paz, porque tu justicia se acerca, porque la gloria de Dios te ilumina, porque Dios es tu paz, tu justicia y tu gloria; aclamas porque Jesús va contigo. 
He dicho “tu paz”, he dicho “tu justicia”. ¿Es que acaso era tuya la paz? ¿Es que acaso era tuya la justicia? ¿Es que acaso era tuyo Jesús? Si no eran tuyos, no aclamas sólo por la paz y la justicia y la gloria que ves llegar para ti, sino que aclamas porque se te da lo que no podías imaginar, se te regala lo que nunca podrías alcanzar. 
Ahora que sabes por qué aclamas, sabes también por qué te compadeces, pues tu paz te llega desde la noche de Jesús, la justicia te llega desde la vida entregada de Jesús, la gloria te llega desde la humillación de Jesús, tu salvación se llama Jesús. 
Aclamas por lo que él es para ti, te dueles por lo que tú eres para él. Bendices por lo que recibes de él, te afliges por lo que él recibe de ti. Cantas porque él es tu luz y tu salvación, y te humillas en su presencia porque tú has puesto en su vida la noche. Vive en la presencia del señor esta noche de paz.
Feliz domingo.
Siempre en el corazón Cristo.
 + Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger