SAN JUAN 13, 31-33a. 34-35
“Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús. Ahora es
glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él. (Si Dios es
glorificado en él, también Dios lo glorificará). Hijos míos, me queda poco
tiempo de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a
otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos
míos, será que os amáis unos a otros”.
*** *** ***
La salida de Judas del cenáculo supone un paso
adelante en el desarrollo de los acontecimientos. Jesús ya ve próxima su
“glorificación” por el Padre y su “glorificación” al Padre. Su muerte es la
“hora” del tránsito de este mundo al Padre y el punto de “atracción” de los
hombres hacia él (Jn 13,22). A Jesús le queda poco tiempo, y lo aprovecha. A sus
discípulos les ofrece, en apretada síntesis, los núcleos de su vida y de su
mensaje. El mandamiento nuevo forma parte de uno de esos núcleos. La identidad
cristiana no reside en la ideología sino en la praxis. Y la mejor praxis es el
amor “como yo os he amado”. La Iª Carta
de san Juan profundizará en las urgencias de ese amor. Será el criterio para
saber si estamos vivos o muertos cristianamente (I Jn 3,14).
REFLEXIÓN
PASTORAL
Todos gustamos de identificarnos, y hoy abundan los
signos y emblemas identificativos. Como cristianos no deberíamos renunciar a
esta voluntad de identificarnos; el problema está en los signos y
manifestaciones en que hacemos recaer esa identidad. Algunos son, es cierto,
demasiado ambiguos y superficiales. Jesús, sin embargo, nos lo ha dicho
claramente: la señal es el amor.
Ése es el mandamiento nuevo. Pero, ¿no se prescribía
ya en el AT el mandamiento del amor al prójimo? ¿Por qué entonces se le llama
nuevo? ¿En qué consiste esa novedad? “Amarás al prójimo como a ti mismo” decía
el AT; Jesús introduce un cambio: “como
yo os he amado” (Jn 13,34), y ahí está la novedad.
¿Y cómo nos ha amado Jesús? Hasta el fin; no se reservó nada: “se vació” (Flp 2,7). Con un amor
radical, porque “nadie ama más que el que da la vida” (Jn 15,13). Con un amor sin
prefijos ni presupuestos: no espera a que seamos buenos para amarnos, nos hará
buenos su amor. Con un amor preferencial por lo perdido... Así nos ama Cristo.
Pero este amor gratuito y radical nos urge (2 Cor
5,14) a permanecer en él (Jn 15,9). Permanencia que tiene olor, calor y color
humanos, de hombres y mujeres con los que tenemos que convivir según el nuevo
esquema de Jesús: amándoles y sirviéndoles allí donde están y así como son.
Nuestra inmadurez afectiva nos lleva a ser sectarios
frente a los que no son como nosotros; a despreciar a los que tienen puntos de
vista distintos a los nuestros; a separar definitivamente o a no querer recibir
a alguien por el hecho de tener un planteamiento o un enfoque social, política o religioso que no
compartimos. Actuando así quizá no caemos en la cuenta de que nos estamos
oponiendo al designio de Dios respecto de cada hombre, que fue crearlo a su
imagen y semejanza - la de Dios -. Nosotros, en cambio, pretenderíamos
conformar a todos a nuestra imagen y semejanza, amando en los otros sólo lo que
amamos de nosotros en ellos, lo que nos satisface y coincide con nosotros. Pero
eso no es amor al prójimo sino “amor propio”, eso no es amor sino egoísmo.
“Permaneced en
mi amor” (Jn 15,9), “amad como yo os
he amado”; ésta es la novedad. Entendiendo bien que eso no es una
invitación sentimental ni al sentimentalismo, sino a recrear los sentimientos
de Cristo Jesús. Ni es, tampoco, una propuesta indiscriminada a permanecer en
cualquier amor, sino en el que hemos sido amados por Cristo.
Ésta es la señal (cf. Jn 13,35). “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él”
(I Jn 4,16). Y desde entonces creer no
es pensar, sino amar como Cristo nos ama. Y este amor será el principio de esa
renovación de que nos habla la segunda lectura. Los cielos nuevos y la tierra
nueva comienzan en un corazón nuevo, renovado por el amor.
REFLEXIÓN PERSONAL
.-
¿Soy consciente de que “hay que pasar mucho para entrar en el Reino”?
.-
¿Con qué energía e ilusión colaboro a ese proyecto de cielo nuevo y tierra
nueva?
.-
¿Es el amor de Cristo mi plataforma vital? ¿Siento su urgencia?
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