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lunes, 24 de octubre de 2011

BREVE HISTORIA DE NUESTRO CONVENTO (XI)



Son CUATROCIENTOS AÑOS de existencia continuos y ubicados en el mismo recinto y lugar de la ciudad de León, los que hemos celebrado: a través de los cuales, ha procurado cada generación servir a la Iglesia en nuestra gran misión de orantes.
A lo largo de nuestra historia en estos siglos, la Comunidad ha seguido paso a paso y secundando con nuestra cooperación espiritual y temporal, todo lo que la Santa Madre Iglesia por medio del Espíritu Santo nos ha dado a saber y conocer para ser fieles obreras en la Viña del Señor, enumeramos los más sobresalientes de este siglo XX: En el año 1961, fue promulgado por el Papa Beato Juan XXIII, EL CONCILIO VATICANO II. Nosotras, seguidoras de S. Francisco y Sta. Clara recibimos este acontecimiento con alegría, gratitud y amor y ser una vez más fieles a las normas que nos dieron ellos al fundar nuestra Orden: “Vivir sumisas y sujetas siempre a los pies de la Santa Iglesia, firmes en la fe católica …” (Regla, cap. 12). Entre los documentos promulgados por el Concilio Vaticano II, nosotras tenemos el honor de disponer de un decreto dedicado a la Vida Religiosa, PERFECTAE CARITATIS y por medio de este Documento y principalmente en su nº 7, pueden todos los fieles de la Madre Iglesia, conocer a fondo nuestra Identidad y Misión en la misma.
El 15 de julio de 1963, instituido por el Sr. Obispo de la Diócesis D. Luís Almarcha, se comenzó el cursillo de Arte Sacro para las monjas de clausura, cuya Escuela fue fundada por este mismo Obispo, con la aprobación de la Santa Sede, y eligió nuestro Convento para residencia de las cursillistas que venían de los diferentes monasterios y Órdenes de todas las Diócesis de España; también asistían a dicho cursillo monjas de nuestra Comunidad, entre ellas Sor Mª Teresa de la Inmaculada, que obtuvo el título de profesora de esta Escuela instalada en San Isidoro y dirigida por las religiosas Discípulas de Jesús.
El 12 de septiembre de 1963, se celebra en Gijón (Universidad Laboral) el 2º Capítulo Federal a tenor de los Estatutos de nuestra Federación del Sagrado Corazón, en cuyo Capítulo se renueva el gobierno de la Federación y entre las nuevas consejeras federales fue elegida para un sexenio, una de nuestras hermanas de Comunidad, Sor Mª Margarita del Amor Eucarístico. Nuestra Fraternidad quedó muy agradecida al Capítulo Federal, por esta distinción. Durante este sexenio, el Consejo Federal se reunió varias veces en nuestro Convento.
VIAJE APOSTÓLICO DE JUAN PABLO II A ESPAÑA
El domingo 31 de octubre de 1982 a las 6,30 de la mañana tomaba tierra en el aeropuerto de Madrid-Barajas, el avión en el que llegaba de Roma a España nuestro Romano Pontífice, Juan Pablo II. Nosotras, las Clarisas Descalzas, de León, desde nuestra clausura y desde el primer momento hemos seguido todo el viaje a través de la televisión, llenas de alegría, gratitud y emoción. Como nota extraordinaria y privilegio especial, S.S. Juan Pablo II, concedió a las monjas de clausura, ir a su encuentro en la ciudad de Ávila, donde clausuraba el Papa el IV Centenario de la muerte de Sta. Teresa de Jesús. Nuestra Comunidad estuvo representada personalmente por nuestra Rvda. M. Abadesa, Sor M ª Teresa de la Inmaculada y por otras tres hermanas que la acompañaron: Sores Mª Inés, Mª Jesús y Mª Rosa Blanca, que muy dignamente ante el Papa, hicieron presente a toda la Fraternidad del Convento de la Santa Cruz de León. Celebramos este gran privilegio con inmenso gozo y acción de gracias.

Hemos celebrado durante el siglo XX varios Centenarios: de nuestros Seráficos Padres Francisco y Clara, de San Diego de Alcalá, de Santo Martino de León y de San Froilán. Y con especial devoción todas las conmemoraciones de nuestra Diócesis. También desde la clausura, tomamos parte en el Sínodo Diocesano (Mayo 1993). Y, en la última década del siglo publicamos tres libros, escritos por nuestras hermanas: “Historia de un Seráfico Amor” y “El Poema de Jesús”, ambos en verso, autora: Sor Mª Teresa de la Inmaculada Reyero. Y “Nuestra Historia” (del Convento), en prosa, autora: Sor Mª Margarita del Amor Eucarístico Pérez. De las tres obras conservamos depósito en la Comunidad.
Y DAMOS POR TERMINADA NUESTRA BREVE HISTORIA
RELATADA A TRAVÉS DE LA “HOJA DE NUESTRO IV CENTENARIO”
FINAL: Los hombres tratan de buscar sentido a la Historia. Para unos es desgracia y para otros evolución indefinida, sin que falten quienes pretenden adjudicarle un ritmo alterno, más o menos explicable, más o menos azaroso. Pero el hondo sentido de la historia humana excede a su protagonista. No podemos nosotros ignorar que ese sentido consiste únicamente en el puntual desarrollo de la redención. El cristiano está persuadido de que la HISTORIA no es más que “el tiempo de Cristo”, el tiempo que paulatinamente se realizan las virtualidades de la muerte y la resurrección del SALVADOR
Quizá el progreso de la Historia consista no en que el hombre sea cada vez más civilizado, ni siquiera más justo, sino en que su adhesión o su repulsa a la CRUZ sea cada vez más decidida, más rotunda, hasta la extrema violencia de los últimos tiempos, cuando se libre la pelea del anticristo. +

LA COMUNIDAD, RUMBO HACIA EL QUINTO CENTENARIO. PAZ Y BIEN

domingo, 23 de octubre de 2011

DOMINGO 30 DEL TIEMPO ORDINARIO (San Mateo 22, 34-40)



"En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús habla hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
-- Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?
Él le dijo:
--“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas."


“¡VAMOS LISTOS!":

Lo dijo un candidato a la presidencia del gobierno: “Como tengamos que esperar a que Dios nos mande algunas indicaciones económicas, vamos listos… ¡Vamos listos!”.
Encarnada la Palabra, al buen Dios ya nada le queda por decirnos, pues nada le queda por darnos o por hacer en favor nuestro. Así que hace muy bien el señor candidato en no esperar a que Dios le mande en el futuro y para consumo personal indicaciones de ningún tipo, ni económicas ni morales, tampoco sociales, y ni siquiera espirituales. Pero creo que ningún candidato haría mal si tomase en consideración indicaciones pasadas, que por venir de donde vienen, aspiran a tener valor permanente y tienen vocación de futuro. Recordaré algunas que, según entiendo y sin modificar de ellas letra o tilde, pudiera asumir cualquier programa electoral escrupulosamente laico y democrático:
“No robarás… No codiciarás los bienes de tu prójimo”.
“No maltratarás ni oprimirás al emigrante… No explotarás a viudas ni a huérfanos… Si prestas dinero a alguien… a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero cargándole intereses”.
“No explotarás al jornalero, pobre y necesitado, sea hermano tuyo o emigrante que vive en tu tierra, en tu ciudad… No defraudarás el derecho del emigrante y del huérfano ni tomarás en prenda las ropas de la viuda”.
“Más vale poco con justicia que muchas ganancias injustas”.
“Sé voz de quien no tiene voz, defensor del hombre desvalido, pronuncia sentencias justas, defiende al pobre desprotegido”.
“Quien ama el dinero nunca se sacia”.
“El que procede con justicia y habla con rectitud, y rehúsa el lucro de la opresión, el que sacude la mano rechazando el soborno y tapa su oído a propuestas sanguinarias… ése habitará en lo alto, tendrá su alcázar en un picacho rocoso, con abasto de pan y provisión de agua”.
También pudiéramos recordar la regla de oro de Jesús: “Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella”. Para Jesús esta norma tenía valor sagrado, pero nosotros podemos asumirla como laica y democrática.
Ésta, queridos, sería una política económica de mínimos. Nada que ver con las teorías de A. Smith o de J. M. Keynes, pero mucho que ver con la búsqueda de la verdad, la práctica de la justicia y la pasión por la paz.
He de reconocer que, como economista, Dios es una calamidad. En su Reino puso como norma el amor, y no un amor cualquiera, sino un amor como el suyo: “Como yo os he amado, amaos también unos a otros”. Él no se presenta a elecciones y puede tirar la casa por la ventana, y de los suyos puede esperar que se le parezcan algo en locura, cosa que no esperamos ver reflejada en un programa político. Pero no finjan ustedes ignorar que Dios les marcó un programa de mínimos laico y democrático, porque si ustedes lo ignoran, entonces sí que los de siempre “vamos listos… ¡Vamos listos!”.

Siempre en el corazón Cristo.

+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

sábado, 22 de octubre de 2011

BREVE HISTORIA DE NUESTRO CONVENTO (X)



Las Monjas Franciscanas Clarisas Descalzas desde su coro conventual
siguen alabando a Dios y cantando sus maravillas en el siglo XX
Nuestra ciudad de León, desde siempre ha titulado “Las Descalzas” a la Comunidad del Convento de la Santa Cruz.
No todas las mujeres pueden emprender este camino, se necesitan además de la Vocación, ciertas cualidades: humanas, morales y religiosas, que en el Convento –las que abrazan esta vida– la enriquecen y subliman. Lo primero que ha de ser una hija de Santa Clara para verse realizada como su fiel seguidora, es ser una “mujer” en toda la extensión de la palabra, con sus sentimientos y finura femenina, su prudencia, su talante jovial y abierto, su comprensión y su ternura; con sentido profundo de responsabilidad, siendo siempre veraz, justa, sincera, equilibrada… Cimentando día a día y año tras año, con la luz y fuerza del ESPÍRITU SANTO, su vivir arraigado en las tres Virtudes Teologales: FE VIVA, FIRME Y ACTIVA; ESPERANZA CIERTA Y SEGURA EN LA PROVIDENCIA DE DIOS; CARIDAD UNIVERSAL Y CONSTANTE, QUE DESTILA Y PRODIGA: BONDAD, AMOR… Todo lo dicho da como fruto: Paz y Alegría para vivir y convivir en una Comunidad de almas elegidas por Dios mismo.
HE AQUÍ NUESTRO CAMINO FRANCISCANO CLARIANO
El Franciscanismo es un tesoro de actualidad inmarcesible. Sigue predicando a viva voz o en el silencio de la Oración, sin que jamás resulte anacrónico.
Hay quien piensa que una simple “monjita” de vida de oración y penitencia no interesa fuera de los ambientes clausúrales; sin embargo, la historia nos dice que en sus distintas épocas, la vida monástica ha aportado muchas cosas buenas y edificantes: Caridad, luz, poesía, pureza, ternura, gozo, feminidad contemplativa que enriquece el espíritu y el arte, y no sólo a la Iglesia, a toda la humanidad...

Sigue caminando el siglo XX

La vida evoluciona: Somos hijas del TIEMPO que trasciende tras las horas, los días y los años…, pero que las seguidoras de Santa Clara están siempre presentes en los ambientes eclesiales y sociales, pertenecemos y estamos comprometidas de por vida, en la misión sublime de la Oración, somos las ORANTES del universo, porque seguimos a JESÚS DE NAZARET, que nos dio como norma el “orar” sin intermisión.
Adaptación a nivel de Orden

En el año 1957 se hizo público y se nos dio a conocer de manera muy particular a las Monjas de Clausura, el Documento Pontificio de SS. Pío XII, Sponsa Christi, en dicho Documento entre las muchas cosas que señalaba para nuestra perfección en el claustro, sugería las Federaciones de los Monasterios Contemplativos. En el estudio y reflexión sobre la voz del Papa, la Comunidad vio clara la voluntad del Señor y aceptó la erección de la Federación de Clarisas en la Provincia Franciscana de Santiago, emprendiendo la andadura de “evolución y adaptación” en un nuevo camino… Con esta novedad, una vez más la bondad de Dios, se derrama abundante en nuestros claustros, haciendo que todos podamos ayudarnos, comunicándonos los bienes espirituales, y si es necesario también los materiales, por medio de la Federación. Damos gracias a Dios por este nuevo beneficio… El primer Capítulo Federal y las elecciones del mismo, se celebró del 5 al 13 de septiembre de 1957, en el Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús de Cantalapiedra (Salamanca), siendo elegida como primera Presidenta de la Federación, la Rvda. Madre María de Jesús Amor Misericordioso. El primer Asistente Federal fue el Rvdo. Padre Serafín García Besteiro, ofm.
Nuestra vocación contemplativa en clausura es universal; y bien vivida testimonia otro vivir escatológico por la Resurrección de CRISTO.
Se desliza nuestra existencia en el claustro con Cristo escondidas en Dios, por eso en nuestros Conventos se nos conoce a través de unas celosías o rejas que son signo y custodia de algo muy estimado por el Señor: “La Iglesia orante”, que se deja ver y acercarse a nuestros hermanos a través de este medio simbólico de unión y retiro.


UNA VISITA DISTINGUIDA E IMPORTANTE
Con motivo del Congreso Eucarístico Nacional del 5 al 12 de julio de 1964, el Delegado Papal para este gran acontecimiento en León, Eminentísimo Cardenal Juan Landázuri Rieketts, Arzobispo de Lima, visita nuestra humilde Comunidad y celebra la Santa Misa en nuestra antigua Iglesia el día 8 de julio de 1964. La Comunidad disfrutó muchísimo con esta distinción del Eminentísimo Cardenal, recibiendo con gratitud sus exhortaciones eucarísticas y bendición episcopal.

viernes, 21 de octubre de 2011

BREVE HISTORIA DE NUESTRO CONVENTO (IX)



Un nuevo tiempo que nace para vivir y revivir nuestro gran IDEAL,y, avanzar hacia la meta con valentía y constancia. En esto consiste nuestro progreso o nuestro retroceso, porque la humanidad puede avanzar o retroceder según el giro que se de a la vida y no por el paso de los años o de los siglos. Solamente una cosa permanece siempre lo mismo, nunca pasa, siempre es nuevo: DIOS …
Para empezar la narración del siglo XX del convento de la Santa Cruz de León, lo hacemos con las primeras líneas del Canto de Exhortación de San Francisco a las Damas Pobres de San Damián: “Escuchad, pobrecillas, por el Señor llamadas, que de muchas partes y provincias habéis sido congregadas: Vivid siempre en la verdad, que en obediencia muráis. No miréis a la vida de fuera, porque la del espíritu es mejor”… (Esta exhortación es originaria del convento de las Clarisas de Novaglie, cerca de Verona, fundado en 1224, en vida por consiguiente de San Francisco y Santa Clara)
Con lo referido arriba y la certeza que la verdadera libertad la poseen solamente los hijos de Dios, y las maravillas que hace esta libertad en aquellos y aquellas que optan por el seguimiento radical de Cristo, no se liberan de problemas más o menos importantes que hemos de resolver a la luz de la fe. El siglo XX marca en las Clarisas Descalzas una época importante, y seguimos experimentando cómo la providencia de Dios mantiene en pie esta Comunidad que al igual de todo ser humano, tiene que luchar y hacer frente a los tiempos y circunstancias … Si la primera década del siglo XX fue muy abundante en ayudas materiales, no menos en vocaciones, que aumentaban en número de manera maravillosa, muchas y fervorosas jóvenes llamaban a la puerta de esta santa casa y entraban llenas de ilusión por seguir las huellas de Santa Clara de Asís, que fieles al Canto de Exhortación de San Francisco, perseveraban hasta el fin de su vida en el claustro, sembrando paz y alegría.
MEJORAS EN LA CASA EN LOS PRIMEROS AÑOS DE 1900
Se instala la cocina económica de carbón y se abren ventanas grandes y puertas nuevas. Se hacen obras en la Iglesia y sacristía, poniendo techos rasos y tarima en los pavimentos; y otras muchas… Entre los bienhechores que costearon estas obras se encuentran: el Excmo. Sr. Arzobispo de Burgos, Padre Aguirre y el Excmo. Sr. D. Francisco Gómez Salazar, Obispo de la Diócesis.

Y siguen a estas mejoras, una muy luminosa: LA LUZ ELÉCTRICA, que comienza a iluminar el convento en EL AÑO 1909, esto fue una ¡gran novedad! para la monjas que celebraron con inmensa alegría…

¡BIENVENIDO SEAS SIGLO XX!
Siglo salpicado por guerras, persecuciones en la Iglesia, violencias de todo tipo, inmoralidad, luchas por el poder y las riquezas …
Pero también: SIGLO DE GRANDES ACONTECIMIENTOS, y obras loables y beneficiosas: en la Iglesia, en la sociedad, en la cultura, en descubrimientos e invenciones.
Nuestra Comunidad del Convento de la Santa Cruz de León, procura con todo empeño seguir “los signos de los tiempos” en los que se manifiesta la voluntad de Dios, y con el Evangelio en la mano y más en el corazón, decir a la humanidad: Aquí nos tenéis para ayudaros en el progreso espiritual y humano, para alcanzar los horizontes que la ciencia de Dios transmite al hombre por medio de su Santo Espíritu. LA ORACIÓN es nuestra fuerza poderosa y vigente en todo tiempo. Las seguidoras de Santa Clara están presentes en todos los ambientes eclesiales, en todo el mundo: día tras día y siglo tras siglo …

PRIMER ACONTECIMIENTO EXTRAORDINARIO EN LA COMUNIDAD DEL SIGLO XX
En el año 1912 se celebró con toda solemnidad el Séptimo Centenario de la Fundación de nuestra Orden, se inauguró la víspera por la tarde con la exposición del Santísimo que estuvo presente en la Custodia toda la noche y acompañado por toda la Comunidad y numerosos fieles, entre ellos los de la Adoración Nocturna, a las doce de la noche se renovaron los Votos de la Profesión … A las 10,30 de la mañana del día 19 solemne Misa, presidida por el Señor Obispo, y el orador de la homilía el Rvdo. P. Baltasar de Lodares. En este día se celebraron 22 Misas en la Iglesia conventual, dos cantadas y otras dos acompañadas con armonio. Al día siguiente, hubo Misa de Asistencia de Réquiem por las hermanas difuntas.
Todos los domingos del año del Centenario hubo por la tarde exposición del Santísimo, Estación, Trisagio, ejercicio a la Santa Madre, rosario con letanía cantada, motetes al Santísimo, gozos a Santa Clara, bendición y reserva.


SS. EL PAPA PÍO X, CONCEDIÓ INDULGENCIA PLENARIA POR LA RENOVACIÓN DE LOS VOTOS EL DÍA 19 DE MARZO, QUE SE CELEBRÓ EN ESTE CONVENTO DE LA SANTA CRUZ, LA SOLEMNIDAD DEL SÉPTIMO CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA ORDEN DE NUESTRA MADRE SANTA CLARA.
En el año1913, como recuerdo del Centenario se compró un magnífico armonio para mejorar y acompañar los cultos y resultasen más solemnes.
Seguiremos narrando nuestras fechas memorables e importancia del siglo XX.
(continuará)

jueves, 20 de octubre de 2011

BREVE HISTORIA DE NUESTRO CONVENTO (VIII)



El siglo XIX avanza y nos ofrece de nuevo la oportunidad de poder acoger en nuestro Convento a Hermanas ceñidas con el mismo cordón franciscano y que viven en clausura papal como nosotras.
Como si fuese una profecía, como si fuese una distinción, como si fuese una predilección del Señor...
Cuando las comunidades religiosas se vieron amenazadas en las revoluciones estatales de esta época en una y otra nación, temiendo mucho, con fundamento, que nuestra Comunidad de la Santa Cruz, sufriría la desgracia de ser arrojada de su santa mansión, (pues estaba en la lista). Las nueve monjas de votos solemnes que integraban la Comunidad: hicieron “Voto” de rezar todos los días el Responso de San Antonio de Padua (nuestro Hermano franciscano), a fin de verse libres de esta dura prueba, lo rezaban al finalizar la Corona franciscana diariamente, pero no a perpetuidad, solamente durante los años que éstas Hermanas viviesen, -se mantuvo esta devoción en la Comunidad cien años, 1860-1960-. Y, gracias a Dios, por intercesión de SAN ANTONIO, se libró de ser expulsada del Convento y pudo acoger a las que tuvieron que dejar el suyo con dolor y grandes peligros.

Nuestra “Croniquilla” conventual nos lo relata así:

“El día 21 de julio de 1879 , recibimos con gran cariño franciscano a nuestras Hermanas portuguesas, recoletas franciscanas descalzas, que con motivo de la Revolución, fueron expulsadas de su convento de la Madre de Dios, de Guimaráes. Con las licencias necesarias entraron en nuestra Santa Casa. Estas religiosas eran dos: sor María de la Madre de Dios y sor María de los Dolores, ambas de 23 años de profesión. Estuvieron en este Convento cuatro años, conviviendo con la comunidad en fraternal caridad y mutuo servicio.
El día 1 de enero de 1883, salieron de aquí para Braga (Portugal) las referidas Hermanas portuguesas, con licencia del Señor Obispo de esta Diócesis”
(Archivo Conventual– Croniquilla. Pág. 30)

De nuevo la Comunidad de las Descalzas Clarisas vuelven a la vida normal y va aumentando el número de candidatas a nuestra vida claustral. En los últimos años del siglo XIX hay nuevas innovaciones y mejoras de la casa costeadas por los bienhechores, tales como el arreglo y saneamiento del refectorio y de otras dependencias que la humedad hacía casi inhabitables; el día 14 de septiembre de 1883, que se celebraba el Dulce Nombre de María , se estrenó y se empezó a usar como alumbrado en la Comunidad el “quinqué”; otra novedad de esta época fue poner el desayuno en comunidad y se empezó el 1 de noviembre, fiesta de Todos los Santos, pues hasta entonces se tomaba en particular, aunque era la Comunidad la que proveía.
Y, sí, va finalizando el siglo con aires proféticos, distinción y predilección: Proféticos, anunciando con la vida austera y penitente, que por la Cruz se llega a la Luz; Distinción, vivir hacia dentro para ayudar a los de fuera; Predilección, confiándonos el Señor a sus elegidas, nuestras Hermanas, para ayudarlas en el peligro y librarnos a nosotras de él. Llevándolo a cabo a través de la oración e intercesión de SAN ANTONIO DE PADUA.
(Continuará)

miércoles, 19 de octubre de 2011

BREVE HISTORIA DE NUESTRO CONVENTO (VII)



LA INMACULADA VIRGEN MARÍA PATRONA DE
LA ORDEN FRANCISCANA


¡MADRE...! ¡Que no nos cansemos! ¡MADRE INMACULADA! ¡Que no nos cansemos!
DE SER FIELES COMO TÚ, A DIOS Y A NUESTRAS HERMANAS

Así oraban a la Virgen María, aquel grupito reducido de Clarisas en su claustro de León, que el Gobierno de aquella trágica época había hecho disminuir con su decreto gubernamental: la prohibición de ingreso de novicias. El 29 de diciembre de 1854 sólo existían en el monasterio de la Santa Cruz, siete religiosas ancianas. Habían fallecido las restantes, y las últimas muy seguidas y no pudieron ser sepultadas en clausura a causa de las leyes que regían la nación, recibiendo sepultura en el cementerio de la ciudad; estas monjas fueron las siguientes: Sor Jacinta Antonia de la Cruz de 55 años; Sor Isidora María del Rosario a los 38 años; Sor Gabriela Francisca de San Antonio a los 48 años; Sor Micaela de la Stma. Trinidad a los 57 años; Sor Clara Inés de San Antonio de 49 años.
Pero a pesar de tener el convento de las Descalzas tan poquitas moradoras y tiempo difícil en España, la ciudad de León cuidaba de su pequeñito grupo de Hermanas como su mejor tesoro... El Señor nunca se deja ganar en generosidad y escuchó las súplicas y oraciones de las siete monjitas ancianas que, con fe, esperanza y mucho amor, pedían insistentemente al Señor: “Envía operarios a tu mies”... ¡Eran dignas de admiración estas pobres Clarisas Descalzas! que diariamente se reunían en el coro para repasar y meditar juntas la primera Regla de Santa Clara, que con tanto fervor habían profesado y se detenían largamente en este punto: “Las hermanas no se apropien de nada: ni casa, ni lugar ni cosa alguna... Y como peregrinas y advenedizas en este mundo, sirvan al Señor en pobreza y humildad”... Estas loables hermanas ponían siempre su oración, contemplación y peticiones en manos de la Inmaculada Virgen María, nuestra tierna Madre y Señora, y así en poco tiempo fueron llegando nuevas y numerosas vocaciones hasta llegar a ser más novicias que profesas, formando una comunidad muy fervorosa y observante. León podía seguir teniendo su casa de oración abierta y manos de almas selectas que se alzaban cada día en presencia del Dios, Uno y Trino, para cantar sus alabanzas e interceder a favor de la querida ciudad y de todo el mundo... “Todo pasa, sólo Dios permanece”... Restablecida y repuesta la Comunidad del Convento de la Santa Cruz, sigue caminando hacia la meta de la perfección evangélica, repitiendo cada día a la Virgen Inmaculada: ¡Madre! ¡que no nos cansemos nunca jamás de ser como Tú!

¡SORPRESA ADMIRABLE! - DOLOR Y ALEGRÍA
Y es la Virgen Inmaculada, la que asocia a las Hermanas Concepcionistas Franciscanas a la Comunidad de Clarisas Descalzas, con motivo de la revolución de septiembre de 1868, en la que fueron arrojadas de su convento. Era el 29 de noviembre de este mismo año, cuando a las 6 de la mañana llegaron a esta santa casa nuestras queridas hermanas; a la primera que se recibió fue a Doña Manuela Melendreras que era cadáver y se le dio sepultura en nuestro cementerio de clausura (d.e.p.), completaban la comunidad de Concepcionistas 16 monjas que venían escoltadas: por su capellán, el secretario del Señor Obispo, el Gobernador civil y el Alcalde... Las Franciscanas Clarisas Descalzas no sólo abrieron a las Concepcionistas Franciscanas las puertas del Monasterio de par en par, los brazos y el corazón de cada monja de la Comunidad se convirtieron en alcázar amoroso que llenaba a la vez de pena y alegría: de pena por el desprecio y la humillación que hicieron en ellas los revolucionarios, sin respetar una porción escogida de Dios y a unas personas que reparten el bien con su oración y sacrificios...; de alegría de tener con nosotras a estas hermanas queridas de nuestra misma familia franciscana y poderlas dar todo nuestro cariño, compartiendo con ellas cuanto las afligía y preocupaba, poniendo a sus disposición todo el monasterio... El encuentro de estas dos comunidades fue de lo más impresionante y emotivo; dos de las hermanas, además de la fallecida venían enfermas, muy graves; a una de ellas se le puso la Santa Unción... Vivieron con nosotras las Concepcionistas seis años y tres meses en mutua armonía, unión, paz y amor fraterno. Volvieron a su Convento el 1 de marzo de 1875, formaban una comunidad de 13 monjas; una tomó aquí el hábito y profesó; fallecieron cuatro y quedaron aquí sepultadas con la primera... Las Clarisas y Concepcionistas se otorgaron CARTA DE HERMANDAD.

(Continuará)

martes, 18 de octubre de 2011

BREVE HISTORIA DE NUESTRO CONVENTO (VI)



SENTADOS EN TORNO A LA MISMA MESA FRANCISCOY CLARA SE ALIMENTAN CON “PLATO ÚNICO”.
EL AMOR AL DIOS ALTÍSIMO Y A TODAS LAS CRIATURAS QUE LES ENVUELVE Y HACE BRILLAR COMO SOL ESPLENDENTE

Bajo la mirada y protección de nuestros Seráficos Padres Francisco y Clara, la Comunidad del Convento de la Santa Cruz, sigue con fidelidad y fervor el camino emprendido. Integra la Comunidad en esta época cerca de veinte monjas, que viven en verdadera fraternidad abrazando todas las austeridades y costumbres del Convento, guiadas por la Primera Regla de Santa Clara, que es un compendio de normas para vivir y convivir unidas la altísima pobreza que profesaban, queriéndose mucho y ayudándose mutuamente en los trabajos establecidos como medio de vida; orando sin intermisión por lo que se guarda un silencio absoluto, aunque disfrutaban de recreaciones, dos veces al día, después de la comida y de la cena; en esas ocasiones se comunicaban sus mutuas cuitas y experiencias de almas contemplativas que las servían de estímulo y ejemplo lo de unas a las otras, también se comentaban algunas veces las vivencias de sus respectivas familias para gozarse todas con ello y encomendar sus intenciones al Señor. Todas se alegran con las que se alegran y lloran con las que lloran, formaban una familia numerosa con un mismo ideal. Sentadas en torno a la misma mesa y alimentadas con “plato único”...sazonado con EL AMOR A DIOS y a toda la humanidad. En este ambiente de paz, amor seráfico y universal se deslizaba la vida de las Clarisas Descalzas de León...

PERO NO SOLO SOMOS MONJAS
Pertenecemos a una nación, España, y vivimos en una ciudad, León, somos por tanto ciudadanas de nuestro país y lógicamente en el Convento también se experimentan las vicisitudes y adversidades que asedian a nuestra querida nación. Caminamos tras el siglo XIX, y mismamente en el año 1835, el gobierno progresista de España, que presidía el señor Mendizábal, secuestra toda la documentación del archivo conventual, ¡todo!, absolutamente todo lo referente a la economía de esta pobre comunidad, a consecuencia de esta rapiña gubernamental, quedó completamente destruido, y no solo esto, a partir de esta fecha funesta, no se podía recibir ninguna novicia, situación peor que la económica, pues por ese camino estaban condenadas irremisiblemente a su extinción al ir la muerte diezmando los monasterios...
En medio de este fatal ambiente antimonacal, por gracia y milagro de Dios, pudieron nuestras hermanas permanecer en su clausura al abrigo de los muros conventuales, agobiadas, pero no turbadas, de tantas contrariedades y escasez para sobrevivir, seguían todas las observancias de la vida comunitaria sin dejar los maitines a media noche; trabajos fuertes y casi sin retribución, clandestinamente algún bienhechor las ayudaba con sus limosnas. Y, así se fueron pasando 17 años, hasta que en 1852, se abrió un portillo para remediar en parte esta situación, por un decreto del 26-III-de 1852, permitiendo el ingreso de dos candidatas en cada monasterio a título de cantora u organista a las cuales se las asignaba una pensión de 100 ducados anuales. En estas condiciones fueron admitidas Dña. Teresa de Santa María Magdalena que profesó el 24-IV-1850, organista, y Dña. Hilaria de Santa Clara, que profesó el 16-VI-1853, cantora...En el año 1849, el Sr. Obispo D. Joaquín Barbagero, condonó las cargas de la Comunidad que eran muchas y sin medios para hacerlas frente, tanto de Misas como de otras obligaciones, y este buenísimo y caritativo Prelado, estableció las que habían de cumplir en adelante... Así andaban las pobres Clarisas Descalzas, vivían menos que al día, ni el trabajo, ni las limosnas cubrían sus más perentorias necesidades, pero se sentían felices y daban gracias a Dios, por gustar y vivir tanta pobreza, complaciéndose en parecerse un poquito a quien seguían: “A Cristo Jesús, que pobre fue reclinado en un pesebre, pobre vivió en el mundo y desnudo permaneció en el patíbulo”
En estos años las Clarisas de León, experimentaron en grado sumo la santa pobreza, afectiva y efectiva, como San Francisco y Santa Clara.

(Continuará)

lunes, 17 de octubre de 2011

BREVE HISTORIA DE NUESTRO CONVENTO (V)



En la diminuta Capilla de la Porciúncula en Asís, se guardan como en rico joyel las raíces de la ORDEN FRANCISCANA, allí están las del Convento de la Santa Cruz de León, que se extenderán más allá de las murallas leonesas...
Ya iba declinando el siglo XVII, que desde su principio le dio renombre nuestro Convento de la Santa Cruz, formando una humilde parcelita de la ciudad de León en la calle de la Canóniga, así se llamaba entonces, el lugar que ocupa este monasterio: recoleto, austero y atractivo, para las muchas jóvenes que iban aumentando la Comunidad de las Clarisas Descalzas, viviendo en la Altísima Pobreza que dejó como norma de vida Santa Clara a sus seguidoras, repartiendo y compartiendo la “riqueza” del amor fraterno universal que trascendía hasta fuera del claustro... Como ya se ha dicho las primeras moradoras y abadesas que procedían de Gandía (Valencia), dos de ellas Sor Magdalena de la Cruz y Sor Isabel Ana, fallecieron en este convento, las otras dos se trasladaron a su lugar de origen una vez puesta en marcha y bien organizada la Comunidad. A fines del siglo XVII eran ya las hijas de León quienes regentaban y animaban la vida claustral de las “Descalzas”. Las raíces de la Porciúncula no se escondían, se extendían, como ya veremos...
En el número 52 del Testamento de nuestra Madre Santa Clara nos dice: “... si sucediere en algún tiempo, que debiesen abandonar este sitio las hermanas y trasladarse a otro, estén sin embargo obligadas a guardar después de mi muerte, dondequiera que se hallen, la sobredicha forma de la pobreza que prometieron a Dios y a nuestro beatísimo P. Francisco...”
Los Superiores de la Orden, de quienes entonces dependía la Comunidad de este Convento de la Santa Cruz de León, habían acordado establecer una comunidad de clarisas de la Primera Regla en la villa asturiana llamada Villaviciosa. Las monjas de León, queriendo ser siempre fieles a lo prometido al Señor según la Regla y Testamento de nuestra Santa Madre Clara, obedientes, decididas y llenas de ilusión, renuncian a vivir con las hermanas de esta Comunidad de León y marchar al encuentro de otras hermanas que nuestro Padre Dios había elegido para hacer fértil plantel de Clarisas en Asturias, las “raíces” de la Porciúncula se extendía hacia un nuevo Convento dedicado a la Virgen María, por eso es titulado de La Purísima Concepción. Fueron designadas a esta Fundación las siguientes Hermanas: María Rosa del Santísimo Sacramento de 55 años de edad, Ignacia de los Dolores de 60 años y María Bernarda del Santísimo, que se ignora su edad.
(De nuestro Archivo Conventual, ASCL)
“El Obispo de Oviedo encomendó oficialmente a José Junco, cura de San Justo, y al regidor Francisco Miravalles..., para que con la mayor decencia, comodidad y custodia acompañaran desde León a Villaviciosa a las dichas Hermanas. Hicieron solemne entrada en esta Villa asturiana el día 2 de octubre de 1755, y fueron recibidas con todo aplauso y regocijo, a repique de campanas y salva de cohetes...”
(Etelvino G. López: “El arbolón de Santa Clara”)
Nuestras tres hermanas citadas, fundadoras del Monasterio de Villaviciosa, después de haber establecido allí nuestra vida de clarisas de la Primera Regla, volvieron a su convento de la Santa Cruz de León, donde acabaron santamente su vida...
En el siglo XVIII, este fue uno de los mayores acontecimientos acaecidos en nuestro Convento, digno de mención y grato recuerdo

(Continuará)

domingo, 16 de octubre de 2011

DOMINGO 29 DEL TIEMPO ORDINARIO (San Mateo 22, 15-21)



"En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron:
- Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:
- Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.
Le presentaron un denario. Él les preguntó:
- ¿De quién son esta cara y esta inscripción?
Le respondieron:
- Del César.
Entonces les replicó:
- Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios."

AMOR Y MIEDO:

El escriba preguntó: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?” Y Jesús le respondió: “El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser»”.
Si entras en el misterio de la divina unidad, te habrás asomado al misterio de la divina plenitud, y allí se llenan de luz las palabras de aquel mandato primero que reclama la plenitud de tu amor: amarás… con todo el corazón, con toda el alma…
Hoy, en la asamblea eucarística, la palabra de Dios proclama y la fe confiesa la unidad divina “Yo soy el Señor y no hay otro”. Y la palabra escuchada se nos vuelve exigencia de que, en la relación con Dios, vivamos la plenitud del amor.
Un amor así es necesariamente perturbador, inquietante, peligroso; un amor así es vida que da muerte, es muerte que da vida.
Quienes niegan a Dios, como quienes viven ignorándolo, no rechazan la verdad de un enunciado doctrinal sino que huyen de un amor intuido como amenaza por su evidente pretensión de totalidad. Aunque no lo confesemos, el amor nos da miedo, ¡a todos!
Denominador común de ateísmo, agnosticismo, relativismo, indiferentismo, ritualismo, fundamentalismo, moralismo, fariseísmo, magia, es el miedo al amor.
Lo inaceptable de Dios no es que exista, sino que sea Uno, pues esa unicidad lleva aparejada la plenitud de su gloria, de su poder, de su grandeza, de su soberanía, de su dignidad. Por eso “dar a Dios lo que es de Dios” significa necesariamente “amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con todo el ser”.
Todos lo intuimos, también los ateos, y así multiplicamos los dioses para dividir el amor.
Ahora, a ti que crees, te pido que recuerdes el misterio de tu comunión por la fe con Cristo Jesús, con el Hijo de Dios hecho carne, con el hombre en el que se nos ha manifestado el amor que Dios nos tiene, con el hombre en el que los pecadores le decimos a Dios el amor que le tenemos. Recuérdalo, pues sólo en Cristo podemos amar como tenemos que amar. No te apartes del amor de este Hijo si quieres guardar el precepto del amor al Padre.
Hoy, recibiendo a Cristo en comunión sacramental, recibes la moneda que el Espíritu de Dios acuñó para tu tributo, recibes el amor eterno con que has de amar a tu Dios.
Con todo, no es la de Dios la única imagen que has de reconocer en Cristo Jesús, pues en él se halla grabada también la imagen del hombre. Y si has de tributar a Dios todo tu amor, el hombre no ha de quedar fuera de ese tributo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
No tengas miedo: el que te pide amar es el que te da, con su Hijo, su Espíritu, para que ames a Dios con todo tu ser, y al prójimo como a ti mismo..

+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

sábado, 15 de octubre de 2011

BREVE HISTORIA DE NUESTRO CONVENTO (IV)


San Damián: Jardín Seráfico de Asís donde nació y creció la plantita bella y delicada, con blancura de azucena y perfume celestial que el “poverello” asisiense Francisco, plantó y cultivó con destellos evangélicos, y con luz y fuerza del Santo Espíritu: Clara se llamó.
La primera mujer que escribió una regla para vivir la vida monástica en la Iglesia Católica fue Santa Clara de Asís, aprobada por el papa Inocencio IV el 9 de agosto de 1253. Regla que con todo rigor y entusiasmo abrazaban las aspirantes a Clarisas en este Convento; se sentían como retoños de la planta vigorosa y seráfica de San Damián (no todas las clarisas se alistaban a esta Regla); iban llegando para consagrarse al Señor en una vida de oración y penitencia austerísima; no solo jóvenes, hasta niñas solicitaban el ingreso en la Comunidad para seguir a Cristo Pobre y Crucificado; por mencionar a alguna, María Felipa de los Dolores, tomó el hábito a los 12 años, entonces se vestía el hábito de clarisa el mismo día que se entraba en el claustro, pero la profesión no se hacía hasta los 16 años...
Los padres de esta niña, regalaron ricas colgaduras de seda natural para la iglesia que decoraban en las solemnidades las paredes del presbiterio y las cercanas al púlpito dándole un realce devoto y señorial a todo el templo. María Felipa, crecía hermosa en el jardín franciscano de la Santa Cruz de León y llegó a ser una Clarisa ejemplar.
Se sucedían los días y años en esta santa casa llenos de fervor y santa alegría en medio de una pobreza austera, sin apenas recursos económicos, ya que las aportaciones de las aspirantes y donaciones de bienhechores llegaban siempre a las monjas con grandes mermas y hasta se vieron sometidas a problemas jurídicos por reclamarlas, lo que era de ellas desde la fundación, y el trabajo muy poco retribuido...
Pero nada de ello hizo disminuir el fervor, la oración continua, con el rezo de Maitines diarios a media noche y con penitencias muy fuertes y hasta sangrantes, ¡eran admirables! Se sentían muy responsables de su misión de ORANTES en la Santa Iglesia, por eso no regateaban sacrificios y renuncias. La aspirante que llegaba a la profesión, ya no volvía nunca más a ver la calle, ni en salud ni en enfermedad, su voto de clausura no admitía dispensa alguna.
En el año 1783 lograron las monjas descalzas enriquecer los cultos de la iglesia desde su coro recoleto y acogedor con la adquisición de un hermoso órgano con donaciones de bienhechores que llevaban al convento para este fin, siendo abadesa sor Antonia María de Santa Rosa. La primera organista de la comunidad fue sor Clara Inés, que tomó el hábito en 1782 y desempeñó el oficio de organista durante bastantes años con gran devoción y maestría.
S.S. el Papa Pío VI, en 1795 concedió la facultad de bendecir el santo hábito de las Clarisas, para los fieles que tuvieran devoción, el ser enterrados con él, era entonces abadesa sor Isabel Francisca de Jesús, y el Obispo de la Diócesis D. Antonio Cuadrillero a quien el Santo Padre autorizó esta facultad.
Seguían llegando vocaciones de jovencitas que aumentaban y hermoseaban el jardín franciscano de la Santa Cruz de León, los “retoños” de San Damián, florecían vigorosos con el riego constante de la Santa Regla, la Regla de Santa Clara, su Primera Regla cimentada, alimentada y realizada a través del Santo Evangelio, sin añadiduras ni recortes de ninguna clase, por eso la vida comunitaria de este Convento de clausura papal en León, era admirada y muy estimada por los leoneses. El repique de campanas de la torre de las Descalzas de día y de noche, era siempre la voz de alerta que decían a todos: ¡No tengáis miedo, vivid en paz! estamos alabando y bendiciendo a Dios y rezando por vosotros.

(Continuará)

viernes, 14 de octubre de 2011

BREVE HISTORIA DE NUESTRO CONVENTO (III)



“CAMINANDO SE HACE CAMINO”

Establecida la pequeña Comunidad de Franciscanas Clarisas Descalzas en León, comienzan su camino tras las huellas de San Francisco y Santa Clara. Está señalizada su ruta por “la sencillez, humildad, pobreza, y por guardar el decoro de una vida santa” (Testamento de Santa Clara)... “La dama pobreza” las acompaña fielmente y las afianza en la misión que el Señor las ha confiado: formar una familia más en la Orden Franciscana.
En las Capitulaciones hechas para la Fundación de este Convento, el 30 de marzo de 1605, y admitidas por la Provincia Franciscana de Santiago, en el número 8, se ordena que la advocación de este convento sea el título de “LA SANTA CRUZ”.
El Convento de la Santa Cruz de León, en estos sus comienzos, no contaba más que con las cuatro paredes del rústico edificio; pero no tardando, ilustres bienhechores se acercaban a las puertas del nuevo cenobio monacal, para ayudar a sus moradoras, tales como la condesa de Treviño con sus donaciones de una y otra manera, según fuera conveniente; el Deán y Cabildo de la Catedral de León, que hacen la donación de una cañería de agua para la limpieza y servicio del convento; así mismo D. Luís Suero de Quiñones y Acuña y D. Alonso de la Serna, cediendo a la Comunidad el terreno que ocupa la huerta que se halla dentro del convento, en la que las monjas pueden cultivar hortalizas y demás para el sustento de las mismas...

Desde la fundación de este convento en 1605, hasta 1662, los cultos y demás actos religiosos se celebraban en una capilla dentro de la clausura, que más tarde se convirtió en lugar de enterramiento de las religiosas que fallecían y que antes eran enterradas en los claustros.

CONSTRUCCIÓN Y FUNDACIÓN DE LA IGLESIA DEL CONVENTO DE LA SANTA CRUZ DE LEÓN

D. Francisco Baca y Acevedo, canónigo de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad, hizo fabricar a sus expensas la Iglesia de este convento, cuya obra se cree se hubiese hecho desde el año 1662 hasta el 1665, por escritura que pasó a testimonio de Antonio Rodríguez de Losada, escribano de esta ciudad, a 3 de septiembre de 1665, cedió a la comunidad el nominado D. Francisco Baca, para los gastos de la Iglesia y reparo de su edificio y de las demás oficinas que también hizo fabricar para mejora del convento, nueve escrituras que importaba el total de sus capitales: 77.770 reales... En 10 de diciembre de 1665, fundó una capellanía costeada por varios censos. Y el mismo D. Francisco Baca fundó otra capellanía a su costa el día 12 de mayo de 1669, con estas aportaciones de D. Francisco, se podían sufragar los gastos del culto en la Iglesia conventual y el sostenimiento de los Capellanes que la asistían...
El primer Capellán que sirvió esta capellanía fue D. Manuel Orejas Canseco, natural de Lillo (León).
D. Francisco Baca y Acevedo fue un gran bienhechor de esta fervorosa e incipiente Comunidad de Franciscanas Clarisas Descalzas, entre las muchas alhajas que dejó el FUNDADOR de la Iglesia, además del altar mayor y los colaterales con todo lo demás necesario -así de ornamentos como de adorno- aún se conservan : la cruz procesional, la sacra mayor, candeleros y ciriales... Ornamentos sacros existen en el presente, algunos ternos y casullas de exquisita calidad y buen gusto, de estilo de aquella época.
Gracias a estos insignes bienhechores que la providencia de Dios deparó al grupito que formaba la primera comunidad de las Clarisas Descalzas, ésta pudo ir haciendo CAMINO para el progreso de su vida contemplativa, dando un edificante testimonio a la ciudad de León, que con tanto amor las acogió; y así iban llegando vocaciones de jovencitas y adolescentes que solicitaban el ingreso en el monasterio, para consagrarse al Señor en una vida austera y penitente...
(Continuará)

jueves, 13 de octubre de 2011

BREVE HISTORIA DE NUESTRO CONVENTO (II)


Con todo en regla: permisos reales y eclesiales, Fr. Andrés Caso, op, Obispo de León, pone en marcha la Fundación de este Convento de la Santa Cruz. “Aunque la dotación es tenue y esta ciudad de León no está muy sobrada para hacer limosnas”. Añade Fr. Andrés un pequeño resumen de los censos y pan destinados al sostenimiento del monasterio y termina... “y lo demás que faltare para completar los ducados necesarios, lo haré cumplir y comprar de mi herencia”...
Al fundar la orden de las clarisas, Santa Clara quiso que sus monjas vivieran en clausura, tan pobres como Fr. Francisco y sus frailes, sin nada propio, sustentándose con la limosna de los fieles y de su trabajo, para lo cual redactó una regla calcada a la que Fr. Francisco había redactado para los suyos, aprobada por el Papa el año 1253, ( unos días antes de fallecer la Santa). Rigurosa regla que pusieron en práctica las “sorores” pobres de San Damián de Asís y pocas más, entre estas las de León como veremos...

DE GANDÍA A LEÓN

Coleta Boylet, nació en Corbie (Flandes, 1381), ante el Papa Benedicto XIII, y en sus manos profesó la Regla de Santa Clara, con la misión de reformar las tres órdenes de San Francisco, para lo cual redactó unas constituciones y ordenaciones que fueron aprobadas el año 1434 por el ministro general de la Orden, y confirmadas en 1458 por Pío II...
Deseaba Santa Coleta una formación muy completa en sus seguidoras y entre las ocupaciones que asignaba a las monjas enumeraba la lectura de buenos libros, para lo cual cada monasterio había de tener una biblioteca selecta, ordenada y bien equipada, de Textos de la Sagrada Escritura, la Historia de la Iglesia y la de la Orden de San Francisco, temas de Teología, escritos de los santos Padres en particular de los de nuestros primeros fundadores: Francisco y Clara, etcétera... Cuando Santa Coleta falleció en Gante el año 1447, dejaba 22 monasterios reformados o fundados en Francia y Bélgica. Estos monasterios eran conocidos con los títulos de “descalzas” y “coletinas”.
La nueva reforma pronto llegó a España, donde durante los siglos XV al XVII se fundaron unos 25 monasterios, entre ellos, EL DE SANTA CLARA DE GANDÍA (1457), hizo a su vez diez de estas fundaciones; la última, EL DE LAS CLARISAS DESCALZAS DE SANTA CRUZ DE LEÓN.
Según consta en el archivo del convento real de Santa Clara en Gandía (Valencia) (1605), salieron de allí cuatro monjas para fundar las “descalzas” de León, y por los documentos que se conservan en el archivo de la Santa Cruz de León, las monjas que vinieron de Gandía a fundar este convento fueron las siguientes: sor Isabel Magdalena, abadesa; sor Margarita de la Cruz, vicaria, sor Isabel Ana, portera; y sor Ángela Gabriela. De estas cuatro monjas fundadoras, ya se habló en el nº 1 de “La Hoja del Centenario”.
Se fundó este monasterio de la Santa Cruz de León, siendo ministro provincial de la provincia de Santiago, Fr. Buenaventura de Monroy (1606-1607), y ministro general de la Orden Fr. Francisco de Sosa...
La vida interna del monasterio estaba reglamentada por los estatutos y constituciones redactadas por Santa Coleta, antes mencionados, con religiosas consagradas a la Oración y al trabajo...
(continuará)

miércoles, 12 de octubre de 2011

BREVE HISTORIA DE NUESTRO CONVENTO



Hoy, día del Pilar, es el 38 aniversario de la inauguración de nuestra pequeña capilla, después de la construcción del nuevo Convento. Queremos haceros partícipes de nuestra historia, cuatro veces centenaria.

A MODO DE INTRODUCCIÓN
Toda la historia encierra en sí un misterio y testimonio. Misterio porque a través de los tiempos acontecen sucesos arcanos y de importancia, muy difíciles de explicar. Testimonio porque pone de relieve la certeza de unas vidas que se suceden como testigos de la verdad a la luz de la fe, caminando en esperanza y santo abandono, impulsadas por ardiente caridad para alcanzar la cumbre de un ideal. Tanto el uno como el otro han existido, han sido y son, relevantes en Nuestra Historia.
Hace cuatro siglos que el Convento de la Santa Cruz forma una pequeñita y humilde parte de la ciudad de León y, a pesar de los múltiples acontecimientos adversos en las diferentes épocas, se ha mantenido siempre en este mismo lugar, como centinela y vigía de nuestro pueblo...

Y ASÍ EMPIEZA NUESTRA HISTORIA

En el primer tercio del siglo XV, el breve de Martín V, fechado en 1424 facultaba a Alfonso Robles para construir un monasterio en León, posiblemente de Clarisas, según los estudios inéditos del padre Manuel de Castro, ofm, autor de la Crónica de la Provincia Franciscana de Santiago, que después de nueve años de la fundación de León solamente dice: “El segundo convento es de Religiosas Descalzas de la Orden de Santa Clara, que profesan la 1ª Regla...”
“Los devotos señores Francisco y Diego de la Calzada, ayudados por D. Pedro de Quíñones Canseco, arcediano de Saldaña, alcanzaron de nuestra religión se fundase en esta ciudad un convento de Religiosas Descalzas, o de la 1ª Regla de Santa Clara”. (Crónica de la Provincia de Santiago, 1214-1614)
Los tres señores mencionados: D. Francisco, D. Diego y D. Pedro eran Canónigos de la Catedral de León.
En el año 1591, D. Francisco de la Calzada, aconsejado probablemente por su amigo el canónigo Canseco, el 25 de mayo de 1591, otorga un codicilo “disponiendo la fundación de un monasterio en el que fuesen recibidas huérfanas como religiosas incluyendo, además capilla y capellanía perpetua”... El canónigo Calzada falleció en León el 6 de junio de 1591, de manera que su fundación quedó en sólo un proyecto...
D. Francisco entre los testamentarios que había nombrado para el cumplimiento de sus mandatos y disposiciones se encuentra el canónigo D. Pedro de Quiñones Canseco -santo e inteligente varón- que resultó ser heredero de los señores de la Calzada según consta en su testamento ológrafo del 4 de enero de 1604, que dice así: “Yo fui heredero de los canónigos de la Calzada y testamentario de D. Francisco que dejó ordenado la fundación de un monasterio... Quiero y es mi voluntad que se acabe el dicho monasterio y hacer unos estatutos y constituciones con que se gobierne el dicho monasterio y que sean las mismas que tienen las monjas Franciscanas Descalzas...”
Mediaron bastantes adversidades en esta fundación, pero los cronistas de la Orden, consideran como único fundador del monasterio de la Santa Cruz de León, al canónigo D. Pedro de Quiñones Canseco.
El 10 de mayo de 1604 el rey Felipe III envió al Obispo de León una real cédula en la que solicita información sobre la conveniencia de la fundación de un convento de clarisas descalzas que el canónigo D. Pedro Canseco pretende llevar a cabo, tal como lo había solicitado al Consejo... A esto respondió Fr. Andrés de Caso, op, obispo de León: “Que era conveniente fundar dicho monasterio de Franciscanas Descalzas para bien de la ciudad... suplicando se resuelva favorablemente la petición...”



domingo, 9 de octubre de 2011

DOMINGO 28 DEL TIEMPO ORDINARIO (San Mateo 22, 1-14)



"En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
--El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda". Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos."


INVITADOS DE DIOS:

La palabra de Dios que hoy hemos escuchado la hemos saboreado ya muchas veces a lo largo de nuestra vida. Acogiéndola, el creyente vuelve por las puertas de la fe a la abundancia añorada de un paraíso semejante al jardín de Edén, pues adquiere la certeza de que un día, en el monte de Dios, el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, alejará el oprobio de su pueblo, aniquilará la muerte para siempre, preparará un festín para todos los pueblos. ¡Aquel será tiempo de salvación! Aquel día se dirá: Celebremos y gocemos con la salvación que nos viene de Dios.
Viene a la mente aquel banquete de fiesta que un padre pródigo manda preparar para celebrar el retorno a casa de un hijo largo tiempo esperado. Viene a la mente el banquete que mandó preparar aquel rey que celebraba la boda de su hijo. Viene a la mente aquel banquete familiar y festivo de las bodas de Caná, en el que se sirvió un vino exprimido en lagares de ternura femenina y misericordia divina.
Pero tú sabes, Iglesia amada del Señor, que la del banquete es sólo una figura, y que la realidad es más hermosa y más rica que todas las figuras. Por la puerta de la fe puedes asomarte a ese mundo real representado en la figura del banquete. Entra en el banquete de los pastores en la noche de Belén: escucharás música de fiesta en el cielo y asombro maravillado en la tierra, porque para los pobres ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Asómate en el templo de Jerusalén al banquete del justo Simeón, y verás que para él, que vivía de esperanza, el tiempo se ha hecho pleno y ya no queda nada más que esperar, pues tiene en sus brazos a Jesús y ha visto con sus ojos la salvación de Israel. En casa de Simón el fariseo, la abundancia y la dicha no están sobre su mesa, que hemos de suponer bien servida; la abundancia y la fiesta están en el corazón de una intrusa pecadora que baña con sus lágrimas los pies de Jesús. Imagina el banquete que se ofrece a la adúltera perdonada: en su mesa, para su fiesta, Jesús sirve el perdón y la vida. Pregúntale a Zaqueo por el festín que Dios ha preparado para él, y te dirá que con Jesús entraron en su casa la salvación y la alegría. Adivina, si puedes, lo que se ofrece en la mesa del banquete preparado para el ladrón que entra con Jesús en el paraíso… Por donde pasa Jesús, el amor de Dios prepara para los pobres, para los enfermos, para los pecadores, para los que viven de esperanza, “un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera”… Pecadores, enfermos y pobres pueden decir con verdad: “El Señor es mi pastor, nada me falta, tú preparas una mesa ente mí, tu bondad y tu misericordia me acompañan”.
La eucaristía que celebramos es a un tiempo figura y realidad del banquete mesiánico. Es figura, pues hay una mesa y una comida en la que todos participamos. Es realidad, pues el alimento que recibimos es Cristo Jesús, el mismo que fue salvación, alegría, paz y vida para quienes se encontraron con él en los caminos de Palestina.
Me gustaría imaginar, hermano mío, hermana mía, «tu banquete» de hoy, tu encuentro con Cristo en esta celebración, eso que sucede en lo más íntimo de nosotros mismos, en nuestro corazón, cuando el Señor entra en nuestra vida. Te pregunto: ¿Qué ha dispuesto hoy para ti el Señor en la mesa de «tu banquete»? Tú me dirás: _Allí está Cristo, allí me recibe el que me ama, allí recibo al que yo amo. Pregunto de nuevo: ¿Cómo sabes que te has encontrado con él? Y tú me dirás: _Lo sé, porque él ha dejado en mi corazón su alegría, su paz, su perdón, su salvación, su vida, su amor, su misericordia, su ternura…
No deja este banquete empachos ni resaca. Deja embriagada el alma y abrasado el corazón. Ahora eres tú quien puede decir con verdad: “El Señor es mi pastor, nada me falta, tú preparas una mesa ente mí, tu bondad y tu misericordia me acompañan”.
Misterio grande es éste, pues aniquilada está la muerte aunque morimos, enjugadas las lágrimas aunque lloramos, alejado el oprobio aunque nos cubran de ignominia.
Misterio grande es éste que llena tu vida de dones tan maravillosos que buscarás una y otra vez encerrarte en tu intimidad para gustar de ellos; y, al mismo tiempo, ese misterio abre tu vida para que entren en ella con Cristo Jesús los pobres de Cristo, con tu Señor su cuerpo sufriente, con tu herencia celeste los desheredados de la tierra, con el Hijo de Dios todos sus hermanos.
Misterio grande es éste que nos ofrece abundancia en la pobreza, hartura en el hambre, gloria en la cruz.
Feliz domingo.

Siempre en el corazón Cristo.

+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

sábado, 1 de octubre de 2011

NOVENA PEREGRINACIÓN A ASÍS (DÍA 6º)


LAS CÁRCELES

AMBIENTACIÓN
El nombre de "Cárceles" puede parecernos extraño. Entonces quería decir "eremitorio". Lugar retirado, donde moraban los eremitas en completa soledad. El eremitorio de Las Cárceles, se encuentra en un repliegue del monte Subasio, rodeado de espeso bosque de fértil vegetación, con muchas ondonadas y precipicios que adornan el paisaje. Visitemos la gruta de San Francisco donde se retiraba a orar, la cabaña donde, según la tradición venían los pájaros para cantar y escuchar al Santo, el árbol milenario donde predicó a las avecillas, las celditas de los primeros hermanos excavadas directamente en la roca. Subamos a lo alto recogidos, en contemplación. Arrodillémonos en silencio donde San Francisco escribió la Regla para los Eremitorios y pidamos al santo que nos dé el amor a la soledad para vivir el espíritu de oración y la unión con Dios.

ORACIÓN
¡Santísimo Padre nuestro: creador, redentor, consolador y salvador nuestro! Que estás en los cielos, en los ángeles y en los santos; iluminándolos para conocer, porque tú, Señor eres la luz; inflamándolos para amar, porque tú, Señor eres el amor; habitando en ellos y colmándolos para gozar, porque tú, Señor eres el bien sumo. Clarificada sea en nosotros tu noticia, para que conozcamos cuál es la anchura de tus beneficios, la largura de tus promesas, la altura de tu majestad y la hondura de tus juicios. Amén.

LECTURA (2ª Celano, 94-95; Leyenda Mayor 12, 2)
Del amor de Francisco a la oración

Buscaba siempre lugares escondidos, donde no sólo en el espíritu, sino en cada uno de los miembros, pudiera adherirse por entero a Dios. Cuando, estando en público, se sentía de pronto afectado por visitas del Señor, para no estar ni entonces fuera de la celda hacía de su mano una celdilla; a veces -cuando no llevaba el manto- cubría la cara con la manga para no poner de manifiesto el maná escondido. Siempre encontraba manera de ocultarse a la mirada de los presentes, para que no se dieran cuenta de los toques del Esposo, hasta el punto de orar entre muchos sin que lo advirtieran en la estrechez de la nave. Y cuando no podía hacer nada de esto, hacía de su corazón un templo. Pero cuando oraba en selvas y soledades, llenaba de gemidos los bosques, bañaba la tierra con lágrimas, se golpeaba el pecho y allí, enajenado, -como quien ha encontrado un santuario más recóndito- hablaba muchas veces con su Señor. Allí respondía al Juez, oraba al Padre, conversaba con el Amigo, se deleitaba con el Esposo. Y, en efecto, para convertir en formas múltiples de holocausto las intimidades todas más ricas de su corazón, reducía a suma simplicidad lo que a los ojos se presentaba múltiple. Rumiaba muchas veces en su interior sin mover los labios, e, interiorizando todo lo externo, elevaba su espíritu a los cielos. Así, hecho todo él no ya sólo orante, sino oración, enderezaba todo él -mirada interior y afectos- hacia lo único que buscaba en el Señor.
Sumido así en alta contemplación suscitose entre Francisco y sus compañeros la duda de si debían vivir en medio de la gente o más bien retirarse a lugares solitarios. Después de consultar a Fray Silvestre y a la santa virgen Clara ambos coincidieron que era voluntad de Dios que el heraldo de Cristo saliese a predicar a todos el Evangelio.

PUNTOS PARA LA REFLEXIÓN

- Las cárceles, tal y como se encuentran actualmente, quedan admirados y asombrados a cuantos las visitan. Parece increible que los hermanos pudieran vivir en esas grutas y en estos bosques. ¿Busco yo el silencio, el recogimiento, los lugares apartados para mi encuentro personal con el Señor?
- Franciso, con un profundo sentido de responsabilidad ante la vocación recibida de Dios, no se fía sólo de su opinión personal en cuanto a lo que debe hacer, sino que acude al parecer de sus hermanos y al de Clara que tanto significaba para él. Hoy podríamos reflexionar en la complementariedad de la I y la II Orden. ¿Cómo vivimos este carisma recibido de nuestros fundadores?

INVOCACIONES

Oremos confiadamente al Señor y pidámosle nos conceda tener el espíritu de oración y la oración misma, diciendo:
Gloria al Señor, por siempre

-Concédenos, como a Francisco, el amor al silencio y al retiro, donde tú te comunicas, para que vivamos en adoració y contemplación.
Gloria al Señor, por siempre

-Que nada nos arredre en el camino emprendido, ni pobreza, ni humillación, ni desprecio.
Gloria al Señor, por siempre.

-Que haya muchos, que olvidándose de sí mismos, sigan los pasos de nuestro Señor Jesucristo, como lo hizo Francisco.
Gloria al Señor, por siempre.

-Envía tu Espíritu a todos los hombres, para que venga la paz y el amor a todos los corazones.
Gloria al Señor, por siempre.

-Recibe, como ofrenda de alabanza, la fe de los justos, el dolor de los que sufren y la oblación de cuantos se han consagrdo a tu servicio.
Gloria al Señor, por siempre.

ORACIÓN
Te ruego, Señor, que la fuerza abrasadora y dulcísima de tu amor absorba de tal modo mi mente, separándola de todas las cosas terrenas, que pueda morir yo por amor de tu amor, ya que Tú, por amor de mi amor te dignaste morir. Amén.

BENDICIÓN DE SAN FRANCISCO
El Señor os bendiga y os guarde.
Haga brillar su rostro sobre vosotros y os conceda su favor.
Vuelva su mirada a vosotros y os conceda la paz.
El Señor os bendiga.