domingo, 27 de septiembre de 2020

¡FELIZ DOMINGO! 26º DEL TIEMPO ORDINARIO

 Religión las Vegas: PARÁBOLA DE LOS DOS HIJOS. Cita bíblica

SAN MATEO 21, 28-32.

   " En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él le contesto: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor”. Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? Contestaron: El primero. Jesús les dijo: Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis. En cambio, los publicanos y las prostitutas lo creyeron. Y aun después de ver esto vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis."

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      Con una claridad y sencillez meridianas Jesús ejemplariza su dicho: “No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial” (Mt 7,21). Frente al hermetismo que presentaron los dirigentes religiosos judíos -los “sanos”- a su mensaje y a su persona, como lo hicieron antes con Juan, Jesús destaca la apertura y la acogida que le dispensaron los considerados pecadores -“los enfermos”-. Él no vino a marginar a nadie, vino a buscar lo que estaba perdido; pero mientras algunos reconocieron su necesidad de conversión –“los publicanos y las prostitutas”-, otros -“los sumos sacerdotes y los ancianos”-, autocomplacidos de sí mismos,  creían no necesitar tal conversión 

REFLEXIÓN PASTORAL

    Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús” (Flp 2,5). No es una invitación sentimental ni al sentimentalismo. Es la exigencia fundamental cristiana. Porque “quien dice que permanece en Cristo, debe vivir como Él vivió” (I Jn 2,6); debe sentir como Él sintió. Sentir a Cristo y sentir con Cristo. Y ¿cómo vivió y sintió Cristo? S. Pablo (2ª) lo sintetiza muy acertadamente: “se vació, se anonadó, se despojó de su rango… hasta la muerte” (2,7-8).

     La vida de Jesús y sus sentimientos estuvieron orientados por dos referencias: Dios y el hombre. Su vivir fue un vivir para el Padre (Jn 4,34; cf. Jn 6,38-40), y un vivir para los hombre... Y “porque nadie ama más que el que da la vida” (Jn 15,33),  entregó su vida. Estos fueron sus intereses.

     Por eso, comenta el Apóstol: “No os encerréis en vuestros intereses” (Flp 2,4; cf. 1 Cor 10,24), y no encerremos a Dios en “nuestros intereses”.

    Y ¿qué significa “no encerrarse” y “tener los sentimientos de Cristo”? Entre otras cosas: “Vaciarse” de la pretensión de creerse justos e irreprochables, y de “señalar” y marginar a los otros.

    Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios” (Mt 21,31). Palabras, sin duda chocantes, que hay entender correctamente. Porque  Jesús no está haciendo apología de la prostitución, ni del fraude, ni de la extorsión de los cobradores de impuestos. No se trata, pues, de una actitud romántica ante el pecado.

    Lo que Jesús denuncia es la autosuficiencia de quienes consideraban que la conversión era para “los otros”; la hipocresía de los que  tipificaban una serie de conductas como “inmorales” y, luego, creían que, absteniéndose de ellas, ellos estaban ya inmunes de todo pecado;  la actitud de los que creían que el bien consiste solo en denunciar el mal.

    Lo que Jesús proclama es que el amor de Dios no se detiene a las puertas de los convencionalismos humanos; que no hay espacios cerrados e impermeables a su amor; que Dios es una oportunidad permanentemente abierta; que está siempre a la puerta, esperando, por si “alguno me abre” (Apo 3,20).

    Lo que Jesús quiere destacar es que la auténtica verdad del hombre no está en la exterioridad, en lo que el hombre hace, sino en la interioridad, en por qué lo hace, y solo Dios conoce los “por qué”, porque solo Él conoce el corazón; y conoce que en el corazón de una prostituta o de un recaudador de impuestos también puede resonar y ser respondida la voz de Dios.

REFLEXIÓN PERSONAL.

.- ¿Cuáles son mis sentimientos? ¿Los de Cristo?

.- ¿Siento necesidad de conversión permanente?

.- ¿Vivo encerrado en mis intereses?

 

DOMINGO J. MONTERO CARRIÓN, OFMCap.

 

domingo, 20 de septiembre de 2020

¡FELIZ DOMINGO! 25º DEL TIEMPO ORDINARIO

 

 

 

SAN MATEO 20, 1-16.

    "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió de nuevo a mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron: Nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a mi viña.

   Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: Estos último han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. El replicó a uno de ellos: Amigo no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Así, los último serán los primeros y los primeros los últimos."

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    Con esta parábola Jesús pone en evidencia a los que criticaban su comportamiento misericordioso con los pecadores. Les dice: “Así es Dios: bueno y compasivo, como aquel amo con los parados y sus familias; y yo actúo así en su nombre”. San Mateo, al incluirla en su evangelio, le da una nueva dirección: los destinatarios son los discípulos (Mt 19,23; 27-28). Y, mediante el añadido del v. 16, moraliza su sentido, acentuando la igualdad de todos ante Dios, para quien no hay primeros ni últimos. Por otro lado, de testimonios colaterales del NT (cf. Gál 1-2 y Hch 15), sabemos de la existencia de una tensión en la primitiva comunidad, mayoritariamente judía, por la entrada de no judíos en la Iglesia. Los planes y los caminos de Dios son más “altos” que lo nuestros.  

    El mensaje de la parábola es claro: teológico -revelarnos a Dios-, apologético -justificar la praxis de Jesús con los pecadores-, y parenético -mostrarnos un camino de vida-. 

 

REFLEXIÓN PASTORAL 

    Mis caminos no son vuestros caminos; mis planes no son vuestros planes (Is 55,8). Estas palabras del profeta son una llamada de atención y también una crítica ante los intentos de configurar la vida personal y social al margen de la fe.

     El profeta Isaías continúa: “Buscad al Señor...; invocadlo”. Sí; es necesaria esta referencia a Dios, si no queremos empequeñecer el horizonte del hombre. Porque sin ella el hombre es polvo, finitud, mercancía instrumentalizable en función de los más variados intereses.

      Y Jesús vino para reorientar los pasos del hombre en su búsqueda hacia la Verdad, hacia la Vida, hacia Dios. Con su palabra y su persona nos descubrió el verdadero rostro de Dios. Una de cuyos rasgos nos muestra el evangelio de este domingo. A primera vista, esta parábola resulta un tanto chocante, hasta parecer injusta. Pero, meditada con atención, veremos que es chocante, pero no injusta.

       La parábola, en primer lugar, enfoca a Dios. Un Dios que no funciona con criterios empresariales, de retribución mecánica, sino con criterios de misericordia y gracia. Un Dios integrador, que está saliendo constantemente a buscar al hombre para integrarlo en su Reino. Un Dios sin horas fijas. Un  Dios para quien no hay primeros ni últimos, sino que todos son hijos. Un Dios que quiere que el hombre mire al hombre no como un competidor, como merma de sus derechos y posibilidades (Mt 20,12), sino como hermano, con buenos ojos... Por eso, también, en segundo lugar, la parábola juzga los comportamientos humanos.

    ¿Pero este Dios así, es un Dios justo? ¿Entonces, para qué esforzarse tanto y durante tanto tiempo? Si pensamos así; si nos cuesta comprender este proceder de Dios, es que nuestro interior no es bueno: “¿Vas a tener envidia porque soy bueno?” (Mt 20,15).

     Cuando la felicidad ajena nos haga felices, habremos alcanzado la madurez y la libertad verdaderas. Eso demostrará que la proximidad al Señor nos ha permitido conocerle mejor y, consiguientemente, experimentar su amor. Pero si, por desgracia, somos duros de corazón, si su proceder generoso y misericordioso nos escandaliza y  entristece, quiere decir que, a pesar de haber estado tanto tiempo cerca, aún no le hemos conocido, porque el que no ama, no conoce a Dios, porque “Dios es Amor” (1 Jn 4,8).

    San Pablo, por su parte nos ofrece un testimonio de lo que es una vida seducida por Jesucristo. Jesucristo es su proyecto vital. Vive y con-vive con Cristo; existe y co-existe con Cristo; siente y con-siente con Cristo. Su vida queda configurada con la de Cristo (Rom 6, 1-11). Una configuración que redimensiona a la persona entera: sentimientos (Flp 2, 5ss) y mentalidad   (1 Cor 2, 16). Pero esto no le aísla de los hermanos. También por ellos siente un profundo amor. Y más allá de cualquier otra cosa, tengamos presente la exhortación con la que concluía el texto que hemos leído: “Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo”.   

 

REFLEXIÓN PERSONAL        

.- ¿Cual o quién es el porqué de mi vida?

.- ¿Me hace bien el bien ajeno?

.- ¿Abro mis caminos a los de Dios?

   

DOMINGO J. MONTERO CARRIÓN, OFMCap.