domingo, 25 de octubre de 2020

¡FELIZ DOMINGO! 30º DEL TIEMPO ORDINARIO

 El mandamiento más importante | Jesus cartoon, Mario characters, Character

SAN MATEO 22, 34-40.

    "En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?  Él le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas."

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    Tras la pregunta por la licitud de pagar el tributo al César, sigue otra pregunta fundamental: la del mandamiento principal de la Ley. Y si la respuesta a la primera pregunta fue precisa y clarificadora, no lo es menos a la segunda. La respuesta de Jesús es clara: Amarás.  A Dios sin reticencias -alma, vida y corazón-, y con la misma intensidad al prójimo. El amor al prójimo no es algo distinto del amor a Dios. El amor a Dios no merma el amor al prójimo: lo fundamenta. Si se ama de verdad a Dios, se ama al prójimo y viceversa, aunque a veces no se tenga plena conciencia de ello (cf. Mt 25,31-46). Esta es la revelación y la revolución de Jesús: la del AMOR.

REFLEXIÓN PASTORAL

   En tiempos de Jesús, en Palestina había escuelas, corrientes de pensamiento y de   tema religioso y moral. En ese ambiente, los fariseos, se acercan a Jesús, para ponerlo a prueba, preguntándole, para que,  entre la multiplicidad de opiniones existentes, Él diera también la suya. “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?” (Mt 22,36). ¡Había 613!

    Salvadas las lógicas distancias, quizá no sea muy diferente de aquella nuestra situación actual. Se han multiplicado las opiniones...; el pluralismo, en sí sano y necesario, no pocas veces crea un cierto confusionismo y hasta indiferencia. Por eso puede venirnos muy bien la pregunta por lo principal. Es un síntoma de madurez personal y social formularse este tipo de preguntas, y no distraerse con preguntas accidentales y anecdóticas. Pues si no nos preguntamos por lo esencial, tampoco encontraremos la respuesta fundamental y esencial. Hay que esencializar la vida y en la vida con preguntas esenciales.

     Pero esencializar no es tender a lo mínimo sino a lo íntimo. Es delimitar, y no solo limitar; es precisar el objetivo y lo objetivo desde las prioridades del Evangelio. Es alcanzar esa zona de silencio que permite escuchar la voz de la verdad sin tergiversaciones. Se trata de una esencialización cualitativa.

     En la vida cristiana lo esencial es Dios, tal como nos lo ha revelado Jesucristo. Y lo esencial de Dios es su Amor. Hay que retornar de esa dispersión, de esa diáspora existencial en que vivimos, interiormente disgregados, para vivir lo esencial y hacerlo visible: el amor de Dios y al Dios Amor.   

    Y ¿cuál es la respuesta de Jesús? “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser” (Mt 22,37). Es decir con un amor total. ¿Y podemos decir que amamos a Dios así?

     Cuando apenas le dejamos un resquicio en nuestra vida, cuando en nuestro tiempo casi no hay tiempo para Él, cuando nuestro corazón está saturado de tensiones, rencores, frivolidad, ambiciones, cuando solo le dedicamos el tiempo “devocional”..., ¿podemos amar a Dios con todo el corazón?

     Amarás a Dios...”, y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,39). No opone ni contrapone; no separa; no establece ni siquiera un antes a Dios y luego al prójimo. Se trata de un amor contemporáneo: amar a Dios en el prójimo y amar al prójimo en  Dios.

    Y si el amor de Dios no puede ser teórico, tampoco el amor al prójimo. La primera lectura,  pone nombre a las exigencias del amor: la práctica de la justicia y de la misericordia (Ex 22,20.21.24).  Esta es la caridad, o una manifestación seria de la misma.

     El amor al prójimo no puede reducirse a un sentimiento, aunque deba ser sentido. No puede ser solo limosna superflua...; implica solidaridad, fraternidad, perdón... ¡Obras son amores! Por lo menos, ya lo sabemos: la respuesta fundamental es AMARÁS. “En esto conocerán que sois discípulos míos...” (Jn 13,35).

    En la segunda lectura, Pablo da gracias a Dios porque la comunidad cristiana de Tesalónica ha acogido la Palabra con alegría. Aún en medio de “tanta lucha” (1 Tes 1,6) vive y testimonia su fe, y su testimonio se ha extendido por todas partes Ese es el rostro y la voz de la nueva evangelización ¡Ojalá también pudiera decir esto de nosotros!

REFLEXIÓN PERSONAL

.- ¿Mi vida está volcada hacia esa prioridad, la del amor?

.- ¿Con qué intensidad es cristiana mi vida?

.- ¿Sé esencializar la vida?

DOMINGO J. MONTERO CARRIÓN, OFMCap.

domingo, 18 de octubre de 2020

¡FELIZ DOMINGO! 29º DEL TIEMPO ORDINARIO

 

 SAN MATEO 22, 15-21.

    “En aquel tiempo, los fariseos se retiraron y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuestos al César o no?

   Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: ¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.

    Le presentaron un denario. Él les preguntó: ¿De quién son esta cara y esta inscripción?

    Le respondieron: Del César.

    Entonces les replicó: Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.”

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    La escena traduce la tensión existente entre Jesús y los grupos “oficiales” de la sociedad judía. Fariseos y herodianos, representantes de dos sensibilidades diferentes y enfrentadas, se unen para formularle la pregunta trampa. Con todo, hay que destacar el “elogio” que hacen de la integridad personal de Jesús. Éste descubre su mala voluntad, pero no elude la respuesta: A Dios no hay utilizarle como “moneda” de nada. Los temas sociales hay que abordarlos dentro de su propia órbita. La licitud o ilicitud del impuesto al César debe ser dirimido en su fuero propio: las responsabilidades sociales y políticas del momento. Y cada uno debe asumirlas.  Y no debe llevarse al campo de la religión. Dios se mueve en otra órbita y, aunque no esté ausente, no interviene en la legítima autonomía de la historia. Dios no es una “excusa” ni un “argumento” para evadir impuestos, aunque, les recuerda Jesús, Dios tiene también sus espacios. La moneda, al César, y el corazón, a Dios.  

REFLEXIÓN PASTORAL

    La cuestión de la licitud del tributo romano era discutida entre los judíos. Significaba el reconocimiento de una sumisión  La aceptaban los herodianos; más resignadamente los saduceos; los fariseos se mostraban reticentes; los zelotes la rechazaban abiertamente. En general, en el pueblo producía indignación ese tributo de vasallaje. La pregunta formulada a Jesús contenía material inflamable: “¿Es lícito pagar el tributo al César  no?” (Mt 22,17).

    Jesús, que probablemente no era partidario de pagarlo, pide la moneda del tributo y pronuncia la frase: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22,21). Pocas frases han hecho correr tanta tinta y han sido citadas con más frecuencia e imprecisión.

     No fue una respuesta evasiva o diplomática. Los oyentes se admiraron, quizá, porque no la entendieron. Porque la respuesta iba contra los judíos, que regulaban la política con la religión, haciendo de Dios un césar, y contra los romanos, que regulaban la religión con la política, haciendo del César un dios. Con su respuesta, Jesús quemaba la tierra bajo las plantas de todos.

     Dad al César…”, denunciaba la pretensión clericalista de convertir y manipular todo desde la religión. Reconocer o no al César, aceptar o no sus leyes fiscales, es un tema político, que no debe trasladarse a la esfera de la religión.

    Y a Dios lo que es de Dios”, con lo que asestaba un golpe de muerte al cesarismo, a la pretensión absolutista del poder político de invadir todos los espacios de la vida, de hacer del hombre un mero súbdito.

      En la respuesta de Jesús hay, pues, mucho más de cuanto entendieron los judíos, y de lo que han entendido a lo largo de los siglos muchos cristianos, en cuya historia Dios y el César se mezclaron tanto y de tal manera, que llegó un momento en que ya no solo no se distinguía qué era de uno y qué era de otro, sino quién era uno y quién era otro.

      Jesús distingue netamente los campos. No establece una división excluyente, pero introduce una clarificación: religión y política son realidades distintas, pero no distantes y no pueden distanciarse, porque ambas afectan al hombre.

    Por otro lado, no conviene olvidar, en el saludo de la carta a los Tesalonicenses, los tres elementos que subraya san Pablo como característicos de la espiritualidad cristiana: fe activa, amor esforzado y esperanza acrisolada en las pruebas. Tres ingredientes necesarios para saber hacer un discernimiento de los distintos debates y cuestiones de la historia y de la vida.

         Hoy, Domingo Mundial de las Misiones, se nos recuerda nuestra responsabilidad misionera. Y que existe una avanzadilla de la Iglesia, donde hermanos y hermanas nuestros están entregando su vida en un servicio generoso, y silencioso, a otros más necesitados. Ellos son la memoria de la Iglesia; los que nos recuerdan que hay que seguir ampliando las fronteras del Reino de Dios; que una comunidad cuando deja de mirar al futuro, lo pierde. Una Jornada para orar por ellos y colaborar con ellos en las arduas tareas de la evangelización (1 Tim 1,8). 

REFLEXIÓN PERSONAL

.- ¿Cumplo mis deberes cívicos con honestidad y responsabilidad?

.- ¿Doy a Dios lo que es de Dios?

.- ¿Es mi fe activa, mi caridad esforzada y mi esperanza acrisolada?

DOMINGO J. MONTERO CARRIÓN, OFMCap.