domingo, 23 de diciembre de 2012

DÍA 23: OH EMMANUEL


En esta última de las grandes antífonas del Adviento vemos a Cristo en el pleno sentido neotestamentario, es el Dios-con-nosotros, el Emmanuel. El Hijo de Dios, al descender a la tierra se ha hecho uno de nosotros. La invocación de esta última antífona condensa en sí toda la liturgia del Adviento: ¡Señor Dios nuestro, ven a salvarnos! 

 Los días se acercan a su plenitud, 
muy cerca tenemos al dulce Jesús. 
Ya se acerca la Nochebuena, 
todo rebosa gozo en la tierra. 

Las Descalzas quieren por fin albergar 
en sus corazones al Dios de la paz. 
¡Oh Emmanuel! fue la plegaria 
que cantamos emocionadas. 

Y la hemos seguido con grande fervor 
suplicando al cielo por el Redentor.
¡Oh Emmanuel, muestra tu rostro, 
Dios hecho niño, Dios-con-nosotros! 

 Sólo suspiramos por tu posesión, 
oye nuestros ruegos transidos de amor. 
Apremiantes son las plegarias 
que este día brotan del alma. 

Te abrimos ardientes nuestro corazón 
para que esa noche lo abrases de amor. 
¡Ven no tardes, ven a la tierra! 
ya se acerca la Nochebuena. 

 La postrer plegaria el coro cantó 
 con mayor hondura, con más emoción. 
¡Ven, Señor, muestra tu rostro! 
Dios hecho niño, Dios-con-nosotros. 

Nuestra enhorabuena gozosa y cordial 
a Sor Mª Inés  le queremos dar.
Deseamos hoy sus hermanas 
muchos años pueda entonarla.

IV DOMINGO DE ADVIENTO


SAN LUCAS 1, 39- 45 

"En aquellos días, María se puso de camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel escuchó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo voz en grito: 
-¡Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."

¿QUIÉN SOY YO?

La imagino entrenada en decir “¿quién soy yo?”, pues esa confesión de pequeñez y asombro bien se conjuga con la noticia de una maternidad inesperada, con el vuelo del Espíritu creador sobre la esterilidad sin futuro de Isabel. 
Ahora, la misma pequeñez experimenta un nuevo asombro: “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” 
 A su vez, el asombro y la exaltación de Isabel hacen eco a la alegría y a la danza de la criatura que lleva en las entrañas: “
¿Quién soy yo” –dice Isabel- para que me visite la madre de la divina gracia? “¿Quién soy yo” –dice Juan- para que me visite la gracia divina de la salvación? “¿Quién soy yo” –dice en su pequeñez Belén de Efrata-, para que me visite la paz que viene de Dios? “¿Quién soy yo”, dices en tu pequeñez, Iglesia en Adviento, para que se me anuncie la llegada de mi Señor? “¿Quién soy yo”, para que sus mensajeros llenen de esperanza mi corazón? “¿Quién soy yo”, para que mi Señor me deje escuchar su palabra, y llame a la puerta de mi vida pidiendo entrar y ofreciendo quedarse siempre conmigo? 
“¿Quién soy yo”, para que mi Señor se me acerque pobre y me pida la limosna de amarlo? “¿Quién soy yo”, mi Dios, para que vengas a mí? Que hoy al encuentro de tu Señor salgan tu pequeñez y tu asombro, tu alegría y tu danza, tu agradecimiento y tu alabanza. 

Feliz domingo. 

Siempre en el corazón Cristo. 
 + Fr. Santiago Agrelo 
Arzobispo de Tánger

sábado, 22 de diciembre de 2012

DÍA 22: OH REY DE LAS NACIONES


Hoy hemos invocado a Cristo como Rey y como deseado de los pueblos. Si Rey nos evoca algo grande, Deseado es una invocación que trasciende nuestro espíritu. El Mesías esperado desde todos los tiempos, es la Piedra angular, es el Deseado que al venir hace confluir todas las cosas hacia Él. La súplica con que termina esta antífona vuelve a pedir su venida. “Ven” es el gran grito, el suspiro del Adviento que se repite a lo largo de él con insistencia. 

 La fecha se acerca de la Navidad 
 y ya muy vehemente se torna el cantar. 
Rey de los pueblos muy deseado,
 ven, no tardes, ven a salvarnos. 

Así fue hoy el canto cual trazo de luz 
 invocando ardientes al dulce Jesús. 
Rey eterno, ven a la tierra, 
que te espera, es tuya entera. 

¡Oh Rey de las gentes y Piedra angular! 
que unes a los hombres con lazos de paz. 
Ya te apremian nuestras plegarias, 
ven, no tardes, Rey de las almas. 

Somos de tus manos hechura, Señor. 
Tú le das al barro la vida, el calor. 
Ven ansiado Rey de las almas 
 ya te apremian nuestras plegarias. 

 Te abrimos ardientes nuestro corazón, 
 pon en él tu Reino de paz y de amor. 
Reina, impera en nuestras vidas, 
te esperamos con alegría. 

Así siguió el coro con gran devoción, 
desgranando el canto la gran oración. 
Rey eterno, muy deseado 
ven, no tardes, ven a salvarnos. 

Nuestra enhorabuena gozosa y cordial 
a Sor Mª Amparo le queremos dar. 
Deseamos hoy sus hermanas 
 muchos años pueda entonarla.

viernes, 21 de diciembre de 2012

DÍA 21: OH SOL QUE NACES DE LO ALTO



La antífona de este día, es un eco del cántico del Benedictus. En ella se evoca a Cristo como ¡Oh Oriens (Oh Sol que naces de lo alto). Tema muy del gusto de los Santos Padres, que para explicar la grandeza de Cristo lo comparan a la hermosura y magnitud de la naturaleza. Jesús, con su nacimiento es el Sol que nos saca de las tinieblas y que al venir desde lo alto, desde la sede del Padre, nos invade con su divinidad. 

La Luz del Oriente ilumina ya 
 las dulces jornadas de la Navidad. 
Claridad de mil estrellas 
 ilumina toda la tierra. 

¡Oh Luz refulgente, oh Luz celestial!
guía nuestras almas por sendas de paz. 
Huid ya, sombras, tinieblas 
que ya el Sol, viene a la tierra. 

Cuando Luz te llaman, te dicen Señor, 
que eres la hermosura, la vida, el amor. 
¡Oh Oriente! fue la plegaria 
que hoy salió del fondo del alma. 

Ven ya, Luz del mundo con tu resplandor, 
conduce a las almas por vías de amor. 
Te esperamos con vivas ansias. 
Ven, no tardes, luz de las almas.

¡Oh Sol de Justicia! ven pronto a saciar 
esta sed ardiente de verte aquí ya. 
Pues sin ti no hay alegría, 
todo es frío y triste en la vida. 

Así siguió el coro cantando al Señor 
que transforma todo en iris de amor. 
¡Oh qué gozo hay en la tierra! 
cuando el Sol viene a envolverla. 

Nuestra enhorabuena gozosa y cordial
a Sor Clara Inés le queremos dar. 
Deseamos hoy sus hermanas 
muchos años pueda entonarla.

jueves, 20 de diciembre de 2012

DÍA 20: OH LLAVE DE DAVID


Hoy hemos saludado a Cristo en su misión redentora: “Llave de David y Cetro de la casa de Israel”. Él es el Libertador que esperamos, por eso le pedimos que venga a rescatar con su luz a todo el género humano cautivo en las tinieblas, para que por esa luz vayamos a Él. 

Se siguen cantando con solemnidad 
los grandes anhelos de la Humanidad. 
Llave regia que abres la Patria 
colma ya nuestra esperanza. 

 Cautivos estamos en sombra mortal 
mientras tú te acercas con la libertad. 
¡Ábrenos, ven a salvarnos! 
 todos los siglos han suspirado. 

¡Oh Dueño divino, Llave de David! 
que puedes tan fácil cerrar como abrir. 
De la opresión en que gemimos, 
 ven a librarnos, Rey de los siglos. 

Pero sobre todo pedimos, Señor 
nos abras las puertas de tu corazón. 
Ábrenos, y en tu morada 
vivirá feliz el alma. 

Tú eres el Camino, la Vida y la Luz, 
 llénanos a todos de tu plenitud. 
Entra ya en esta Casa, 
te esperamos con vivas ansias. 

Así la plegaria siguió con fervor 
que llegue ya al mundo la liberación. 
Ven, no tardes, te suplicamos, 
ábrenos, ven a salvarnos. 

Nuestra enhorabuena gozosa y cordial 
a Sor Mª Isabel le queremos dar. 
Deseamos hoy sus hermanas 
muchos años pueda entonarla.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

DÍA 19: OH RENUEVO DEL TRONCO DE JESÉ


La Antífona de hoy “Oh Renuevo del tronco de Jesé” está tomada del Profeta Isaías y nos hace retroceder hasta el Rey David, viendo a Jesús como continuación directa del Ungido del Señor. Cristo es el Hijo de la Virgen María, heredero de David, alzado en la Cruz como la serpiente en el desierto para salvar al mundo.

 Los días avanzan con gran rapidez, 
se acerca la noche del dulce Belén. 
¡Qué alegría hay en la tierra 
esperando la Nochebuena! 

 ¡Renuevo del tronco de estirpe Jesé! 
alegre esperanza de paz y de bien. 
¡Oh Capullo, Dios humanado! 
Ven, no tardes, ven a salvarnos. 

Y siguen fluyendo las súplicas mil 
 plegarias de adviento que toca a su fin. 
Te esperamos con vivas ansias. 
Ven, no tardes, vida del alma. 

¡Oh Virgen bendita, oh Flor celestial! 
a Jesús queremos pronto contemplar. 
Tú sostienes nuestra esperanza. 
Tú nos alientas y tú nos salvas. 

Raíz de Jesé, maná celestial, 
ven a alimentarnos con tu suavidad. 
Te esperamos con grandes ansias. 
Ven, no tardes, vida del alma. 

Fueron estas preces las que con fervor 
hemos dirigido a nuestro buen Dios. 
Deseamos sean oídas 
 y descienda pronto la Vida. 

Nuestra enhorabuena gozosa y cordial 
(a) Sor Mª Luz le queremos dar. 
Deseamos hoy sus hermanas
 muchos años pueda entonarla.

martes, 18 de diciembre de 2012

DÍA 18: OH ADONAI


Hoy hemos dado a Jesús el título de ADONAI, nombre hebreo del Caudillo o Soberano. Esta antífona hace referencia a las grandes teofanías del Antiguo Testamento, en las que se manifiesta el poder y la fuerza de Dios: la zarza ardiente y la escena del Sinaí, que nos hace presentir el espectáculo del juicio universal. Por eso seguimos suspirando por la venida del Salvador. 

 Se sigue cantando con solemnidad 
 la dulce esperanza de la Navidad. 
¡Oh Adonai! fue la plegaria 
que entonó M. Vicaria. 

El coro ha seguido con fe y con amor 
súplicas cargadas de ansia y unción. 
No confundas nuestra esperanza. 
Ven, no tardes, Rey de las almas. 

Tú que apareciste en el Sinaí 
con gran fortaleza y prodigios sin fin. 
¡Oh Caudillo y guía del alma! 
Ven, no tardes, ven a salvarlas. 

Como zarza ardiente abrásanos ya 
con la dulce llama de tu caridad. 
¡Oh Caudillo y Soberano!
Ven, no tardes, ven a salvarnos. 

 Tú eres en la lucha nuestro Capitán, 
nos das la Victoria, conquistas la paz. 
¡Oh Pastor fiel, poderoso! 
te esperamos, ven presuroso. 

Así fue este día la gran oración 
que de nuestro coro al cielo subió. 
Deseamos sea escuchada 
este día nuestra plegaria. 

Nuestra enhorabuena gozosa y cordial 
a Madre Vicaria le queremos dar. 
Deseamos hoy sus hermanas 
muchos años pueda entonarla.

lunes, 17 de diciembre de 2012

DÍA 17: OH SABIDURÍA

Comienzan las Ferias privilegiadas del Adviento.


 Las Antífonas mayores que hoy han comenzado son venerabilísimas por su antigüedad, que se remonta a los tiempos de San Gregorio Magno (a quien se atribuyen) y también por su riqueza doctrinal. Se puede decir que contienen toda la médula de la liturgia del Adviento, y cada una de ellas es un suspiro por el Mesías, dándole cada día los diferentes títulos que le atribuye la sagrada Escritura. Hoy hemos cantado ¡Oh Sabiduría! La Sabiduría es la Persona de Cristo, quien desde el principio dispuso todas las cosas con vistas a esta venida que pedimos con insistencia. Esta antífona nos traslada al principio del mundo.

 Hoy es una fiesta de grande emoción 
pues solemnemente la Madre entonó:
 ¡Oh Sabiduría! fue la plegaria 
que brotó del fondo del alma. 

 Fue como un suspiro de fe y de ansiedad 
que preludia el gozo de la Navidad.
 ¡Oh Sabiduría! fue la plegaria 
que brotó del fondo del alma. 

Nuestra Madre sola ferviente empezó 
 y con armonía el coro siguió. 
Muéstranos “vera Sapiensia” 
los caminos de la prudencia. 

¡Oh Sabiduría! y fuente de paz 
sacia a los sedientos de tu caridad.
 ¡Ven, no tardes, Rey de las almas! 
No confundas nuestra esperanza. 

Esta es la plegaria que al cielo subió 
desde nuestro coro con todo fervor. 
Ya comienzan las fiestas grandes 
que es la “Oh” de nuestra Madre. 

 Así preparamos la gran Navidad 
 como franciscanas con gozo y con paz. 
Ven Jesús, llena las almas 
 de tu amor y de tu gracia. 

Nuestra enhorabuena gozosa y cordial 
hoy a nuestra Madre le queremos dar. 
Que la entone por muchos años 
deseamos con entusiasmo.

domingo, 16 de diciembre de 2012

DOMINGO 3º DE ADVIENTO


SAN LUCAS 3, 10-18

"En aquel tiempo, la gente preguntó a Juan: 
- ¿Entonces, qué hacemos? 
 Él contestó: 
- El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo. Vinieron también a bautizarse unos publicanos, y le preguntaron:
- Maestro, ¿qué hacemos nosotros? 
Él les contestó: 
- No exijáis más de lo establecido. 
 Unos militares le preguntaron: 
- ¿Qué hacemos nosotros? 
 Él les contestó: 
- No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contentaos con la paga. El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; 
él tomó la palabra y dijo a todos: 
- Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano la horca para aventar la parva y reunir el trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga. Añadiendo otras muchas cosas exhortaba al pueblo y les anunciaba la Buena Noticia."

APRENDIENDO A CONJUGAR:

 En Adviento, los pobres, fijos los ojos en Dios, aprendemos a conjugar los tiempos de su venida. Con el profeta aprendemos el futuro: “El Señor será rey de Israel… ya no temerás”. Con el bautista se nos ha hecho posible conjugar en presente la venida del Señor: “Viene el que puede más que yo”. 
En Adviento, nuestra oscuridad se ilumina con luz de promesas divinas, la fe aviva en la noche la esperanza, y, por ser cierta, la esperanza enciende en la noche la alegría: “Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, pueblo del Señor, alégrate y gózate de todo corazón… el Señor tu Dios es tu Salvador”. 
En Adviento, los pobres aprendemos a conjugar los tiempos de nuestra peregrinación al encuentro del Salvador: “Confiaré, no temeré… dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad sus hazañas”. 
En Adviento, como hijos muy queridos de Dios, aprendemos a vivir en la alegría, en la moderación, en la oración, en la paz. En Adviento, aprendemos a vivir en esperanza el abrazo que daremos a Cristo cuando llegue para todos la Navidad. 
El corazón me dice que podemos anticipar ese abrazo en la Eucaristía y en los pobres que la gracia de Dios pone en nuestro camino. 
Feliz domingo. Feliz Adviento. Feliz abrazo a Cristo Jesús. 

Siempre en el corazón Cristo. 

+ Fr. Santiago Agrelo 
Arzobispo de Tánger

domingo, 9 de diciembre de 2012

2º DOMINGO DE ADVIENTO


SAN LUCAS 3, 1-6 

"En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. 
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del Profeta Isaías. 
- Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios."

MIRAMOS A JESÚS:

Miramos a Jesús de Nazaret, tal vez porque es el único que mira siempre con amor. 
Miramos a Jesús, porque no aparta la mirada cuando la nuestra se cruza con la suya. 
Miramos a Jesús una y otra vez, como si hubiésemos de caer en la cuenta de que él no deja de mirarnos. Miramos a Jesús, porque somos pobres y él está siempre ahí para nosotros. 
Los pobres tenemos un nombre viejo, nombre de ausencias y oscuridades, de penas y soledad, de lágrimas y lutos, de sequedades y heridas. Y miramos a Jesús, buscamos a Jesús, lo deseamos, lo amamos, pues el corazón nos dice que creer en él, encontrarlo, recibirlo, es recibir un nombre nuevo, hecho de “paz en la justicia, gloria en la piedad”. “Miramos a Jesús”; pero el corazón sabe que no podríamos mirarlo si antes nuestro Dios y Señor no nos hubiese mirado con amor. “Buscamos a Jesús”, lo que sólo es posible porque antes nuestro Dios y Señor nos ha buscado. “Amamos a Jesús y deseamos encontrarnos con él”, lo que es confesión humilde y agradecida de que nuestro Dios y Señor nos ha amado primero, y desde siempre ha querido encontrarse con nosotros. 
“Ponte en pie, Jerusalén, sube a la altura, Iglesia santa, y contempla el gozo que Dios te envía”, deja que la fe te lleve de la mano al misterio que estás viviendo. El Adviento es tiempo de conversión para Dios y para ti: Dios se convierte a ti para darte las galas perpetuas de su gloria, para envolverte en el manto de su justicia; y tú te conviertes a Dios para que llegue armonioso y sin interrupción a su presencia el canto de amor de tu vida. Para Dios y para ti, el Adviento es tiempo de preparar caminos: Dios para ti; tú para Dios. Él se ha hecho camino para el paso de su pueblo, para que, sin tropiezo, ciegos y cojos, preñadas y paridas, puedan avanzar hacia la justicia y la piedad; y nosotros, en el desierto, preparamos caminos para nuestro Dios, para que, sin obstáculos, él pueda acceder a nuestro corazón. 
La Eucaristía es imagen admirable del Adviento en que vivimos. Dios se vuelve a nosotros, nos envuelve en su justicia, nos corona con su gloria, y nos da un nombre nuevo: nombre, gloria y justicia los recibimos con Cristo Jesús. Y nosotros nos volvemos a Dios, miramos, buscamos, deseamos, amamos a Cristo Jesús, escuchamos su palabra, lo guardamos con ella en el corazón, allanamos todos los caminos para comulgar con él. 
Es Adviento: en Cristo Jesús la mirada de los pobres se cruza con la mirada de Dios. 
Feliz domingo. 

Siempre en el corazón Cristo. 

+ Fr. Santiago Agrelo 
Arzobispo de Tánger

domingo, 2 de diciembre de 2012

DOMINGO 1º DE ADVIENTO



SAN LUCAS 21, 25-28.34-36  
 
"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
- Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y del oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros temblarán. Entonces, verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Estad alerta para que no se emboten vuestros corazones con excesos de comida y bebida y las preocupaciones de la vida, y os sorprenda como un lazo aquel día; porque se abatirá sobre todos los habitantes de la tierra. Velad, pues, y orad en todo tiempo a fin de que tengáis fuerza para escapar de todas esas cosas que van a suceder y presentaros seguros ante el Hijo del hombre."

EL SEÑOR SE ACERCA:

 “Se acerca vuestra liberación”. El nuevo año litúrgico empieza con el Tiempo de Adviento, primera etapa del ciclo de la Navidad. La comunidad eclesial se dispone para recibir al Señor que viene. Son muchos los que, tal vez por nuestra indolencia, tal vez por nuestros pecados, no conocen al Señor, no esperan al que viene, no aman al que es su salvador. Llega el Amor, y puedo cerrarle la puerta. Llega mi Dios, y puedo negarle la entrada en mi corazón. Pues del Amor se trata y de mi Dios se habla cuando Jesús nos dice: “Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación”. 
 Todos verán al Hijo que viene, y el creyente, cuando lo vea, sabrá que se le acerca la liberación, pues ese Hijo trae el derecho que deseamos, la justicia que necesitamos, ese Hijo es nuestra libertad. 
Por eso, aunque peregrinos y extranjeros en el mundo, ya nos levantamos –resucitados- y alzamos la cabeza, pues en la palabra de la Escritura que escuchamos, en la divina eucaristía que celebramos y recibimos, en los pobres que acogemos y cuidamos, se nos acerca el que nos ama, “se acerca nuestra liberación”, se nos acerca nuestra justicia, se nos acerca Cristo Jesús, nuestro salvador. 
Considera el misterio de este encuentro. Considera la dicha que lo acompaña, pues aquel a quien esperas es plenitud del bien que puedes desear; esa dicha se te hace fiesta cuando celebras la venida de tu Señor en el domingo y en el tiempo de Navidad. Pero considera, al mismo tiempo, el sufrimiento que le es inseparable, pues a tu Señor, en su palabra lo reconoces tantas veces ignorado, en la eucaristía por muchos no recibido, y en los pobres privado de cuidados y humillado. 
 No quiero dejar tampoco en el olvido otra venida del Señor, otro encuentro con nuestra liberación, un tiempo que la naturaleza teme y el espíritu anhela, pues se trata de la muerte, siempre oscura, aunque más allá de ella la fe ve brillar la gloria de Cristo resucitado. 
Sea que esperemos al Señor en la Eucaristía, en la Navidad, en los pobres, en la muerte, o en la consumación de los tiempos, conforme a su mandato esperamos en pie, alzada la cabeza, con la certeza de que, con él, llega nuestra liberación. Y mientras esperamos, amamos, de modo que, cuando venga, nos presentemos con él “santos e irreprochables ante Dios nuestro Padre”. 
Feliz espera. Feliz Adviento. Feliz encuentro con el Señor. 

Siempre en el corazón Cristo. 

+ Fr. Santiago Agrelo 
Arzobispo de Tánger