martes, 30 de noviembre de 2010

domingo, 28 de noviembre de 2010

DOMINGO 1º DE ADVIENTO



LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 2, 1-5


Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán:

-- Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor. Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.

LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 13, 11-14

Hermanos: Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de espabilarse, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo y que el cuidado de nuestro cuerpo no fomente los malos deseos.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 24, 37-44
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-- Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.

"El Adviento es una buena ocasión para tomar conciencia del "tiempo" que vive el cristiano como momento de gracia, el tiempo decisivo , el tiempo de la luz en el que uno puede orientar la propia libertad por los magníficos y amplios caminos de la verdad y del amor.
El peligro serio es gastar el tiempo que tenemos a nuestra disposición nuestra existencia, sin optar de verdad por algo grande, sin decidirse de veras a dar a la libertad ese gran aliento que sólo puede provenir de haber encontrado en Jesús la verdad y el amor. El descuido nos podría hacer perder y para siempre la gracia de Cristo, que hace verdadera la vida cristiana. Por consiguiente vale la pena velar, tener despierta la fe, porque ya está aquí la luz.
Es, pues la gracia de Cristo la que suscita en nosotros la capacidad para emprender el camino con obras buenas. Mientras estamos de camino la Palabra de Dios nos exhorta a ser como el profeta, capaces de tener "visiones", en el sentido de saber mirar a lo lejos, incluso si la ciudad: está llena de idolatría, infidelidad, injusticia. El papel de cada cristiano es el de volverse hacia Dios y testimoniar desde su vida, que Dios es el único que llama amorosamente a todos hacia sí.
ORACIÓN
Es tu amor, Abbá, el que nos pone de nuevo en camino hacia tu Hijo que viene. Te damos gracias por este tiempo que nos regalas para poder acogerte .Concédenos dejarnos visitar por tu gracia, que caminemos siempre a tu luz para no desear más el mundo de las tinieblas. Después de haber intuido el camino de la paz, que tan bellamente nos describes en la primera lectura, no permitas que seamos tentados por el orgullo y la violencia.
Vence nuestra ignorancia..., vence nuestra tibieza..., vence nuestras rutinas que nos hacen creer que ya no podemos descubrir nada nuevo en tu compañía. Revístenos de tu Hijo amado, Jesús, e introdúcenos en la vida del Espíritu para que con él oremos incesantemente: ¡Maranatá! ¡Ven, Señor Jesús!"
(Del libro Lectio divina para cada día del año)

domingo, 21 de noviembre de 2010

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY (San Lucas 23, 35-43)



"En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:
-- A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
-- Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos".
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
--¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro lo increpaba:
-- ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.
Y decía:
-- Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.
Jesús le respondió:
-- Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso."

Todos los textos de este día hablan de la realeza de Jesús; pues siendo Hijo de Dios es Rey desde toda la eternidad. Mas, el Eterno Padre, en su providencia amorosa quiso que al hacerse hombre tuviera también en su origen humano un signo de realeza, naciendo de una estirpe regia: el rey emblemático del pueblo de Dios, el rey David. De este origen, del ungido rey David nos habla la primera lectura (2 libro de Samuel 5, 1-3). Y este reino duraría para siempre en el prometido Mesías, Jesucristo. Después la carta de San Pablo a los Colosenses (1, 12-20) habla primorosamente de la realeza eterna de Cristo. Esta carta la podemos considerar dirigida a todos nosotros, los cristianos, y nos explica Pablo las grandezas incomparables de este divino Rey y las gracias que hemos recibido de Él:
1ª gracia: Nos ha sacado de las tinieblas y nos ha trasladado al Reino de su Hijo querido...
2ª gracia: Por su sangre hemos recibido la Redención
3ª gracia: y el perdón de los pecados.
A continuación Pablo empieza a hablar y ponderar las grandezas de este divino Rey, que siendo el primero en todo, reside en Él toda la plenitud. Por Él se han de reconciliar todos los seres...
El misterio de Cristo y el poder de la sangre de su cruz que traerá la paz, es lo que ha expuesto Pablo en este pasaje.
El Evangelio está tomado de la última parte de la Pasión de Jesús. Han llegado por fin con Jesús a la cumbre del Calvario, era el mediodía del 14 de Nisan, el primer Viernes Santo de la Historia. Jesús está crucificado en medio de dos malhechores. Los enemigos de Jesús se sienten triunfantes: los dirigentes de pueblo, la soldadesca, el populacho, y hasta uno de los ladrones, todos a una insultando a Jesús y burlándose de Él, precisamente de su poder, de su realeza, invitándole irónicamente a que se salvara a sí mismo, etc.
Resalta poderosamente el contraste de esta actitud agresiva de los verdugos con la mansedumbre infinita de la víctima divina, que solamente tiene pensamientos de amor y de perdón.
Y entre tanta hiel y violencia destaca también una nota de dulzura y de paz: la defensa que hace de Jesús el buen ladrón. Este hombre conmovido profundamente por el ejemplo de Jesús, ha sido iluminado por la fe de él. Entonces increpando a su compañero que blasfema le dice: "¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada. Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino". Estas palabras del buen ladrón, fueron como un bálsamo en los oidos del Señor atormentados por tantos insultos.
La súplica que le dirige está transida de humildad, de adoración y de confianza; proclama la inocencia de Jesús, su realeza y la eternidad de su reinado. La respuesta de Jesús fue plenamente consoladora, con una promesa maravillosa de vida bienaventurada. La misericordia infinita de Jesús ha salvado a este pecador, también arrepentido, y su sangre divina se aplica eficazmente en este momento al que con humilde contrición ha confesado a Jesús, ha creido en Él y le ha amado. Por eso: "Te lo aseguro, hoy estarás conmigo en el paraíso".
Cristo Jesús reina desde la Cruz. En la Cruz ha culminado la gran obra de toda su vida: la Redención de la humanidad, liberada del pecado, su reconciliación, su paz y su amor conquistados en favor de todos los hombres a costa de su sangre y de su vida. Jesús es rey de los judíos y del nuevo pueblo de Dios, de todas las razas, lenguas y naciones de la tierra (escrito en el letrero de la cruz en todas las lenguas conocidas entonces, representando todos los pueblos).
Él le ofrece al Padre un Reino glorioso,
el Reino de la Verdad y la Vida,
el Reino de la Santidad y la Gracia,
el Reino de la Justicia, Amor y Paz.

sábado, 20 de noviembre de 2010

CUMPLEAÑOS



Nuestro blog cumple su primer año de andadura por estas tierras "internaúticas". Damos las gracias a todos los amigos y seguidores que con su presencia nos animan a seguir compartiendo nuestra vida. Nos gustaría saber que es lo que más os gusta, y si echáis algo de menos. Admitimos sugerencias.

viernes, 19 de noviembre de 2010

SANTA INÉS DE ASÍS



Hoy, 19 de noviembre es Santa Inés de Asís, hermana de Santa Clara y patrona de nuestro Noviciado. Os dejamos unos retazos de su vida para que la conozcáis:

Inés de Favarone, hermana de Clara, nace alrededor de 1197. Es la segunda hija del matrimonio, y el nombre de Inés no le fue impuesto en el Bautismo, sino más tarde, después de la conversión. Probablemente su nombre de pila fue el de Catalina.
La infancia y la juventud de Inés corren parejas con las de su hermana Clara, tres o cuatro años mayor que aquella. Es intenso el afecto que las une recíprocamente, e iguales sus sentimientos. Sin embargo, la orientación inicial es distinta. Si Clara, siguiendo la voz interior que la llama a una vida completamente dedicada al Señor, no quiere ni oír hablar de boda, tal vez la serena vida familiar, que observa entre sus padres y con sus dos hermanas, despierta en Inés el deseo de una vida análoga iluminada por el gozo íntimo de un matrimonio y de una maternidad bendecidos por Dios.
El autor de la “Leyenda” presenta el llamamiento de Inés a la vida religiosa como uno de los primeros efectos de la poderosa oración de Clara en el silencio del claustro.
Es fácil adivinar lo interminables que fueron para Inés los días que siguieron a la fuga de Clara. Tiene sólo 14 ó 15 años y en la hermana menor, no encuentra el apoyo afectuoso que le proporcionaba la presencia de Clara. Cada día que pasa, mientras la memoria repasa los dulces recuerdos que le evocan a Clara, la mente y el corazón se detienen cada vez con mayor frecuencia a pensar en el camino escogido por Clara y descubren la profunda y escondida riqueza que encierra.
Dieciséis días después de la fuga de Clara de la casa paterna, Inés se reúne con ella. Su desaparición, refugiada junto a su hermana, provocó una nueva y aún más violenta reacción por parte de los familiares, que no estaban dispuestos a tolerar por 2ª vez una iniciativa que era para ellos una afrenta a la riqueza y al poder de la noble familia:
¡Caballeros, seguidme!. Vamos en busca de mi menor sobrina que ha tenido la osadía de fugarse del palacio paterno. Así habló Monaldo. Y montando a caballo al frente del grupo se dirigieron al Convento del Santo Angel con el fin de asaltarlo y arrebatar a Inés de aquel lugar.
Clara acude a defender a la niña, pero en vano, porque los asaltantes la han arrancado por la fuerza y la arrastran hacia el campo, sin que nadie pueda evitarlo. Clara ora desolada y el Señor acude con un milagro en su socorro; Inés queda fija en el suelo sin que la fuerza de aquellos doce aguerridos logre moverla lo más mínimo de aquel lugar.
¡Señores! –exclamó uno de ellos- Esta niña debe de haber comido plomo toda la noche.
Monaldo se dispone a descargar un golpe sobre su sobrina pero el brazo queda milagrosamente paralizado. Humillados por tan sorprendente derrota huyen los perseguidores mientras Inés recogida amorosamente por Clara, entona con ella su mejor himno de acción de gracias al Señor.
Dirigida por Francisco, juntamente con Clara, Inés progresó tan rápidamente en el camino de la santidad que su vida aparecía ante sus compañeras extraordinaria y sobrehumana. Caritativa y dulcísima de carácter, se inclinaba maternalmente sobre quien sufría por el motivo que fuera y se mostraba llena de piadosa solicitud hacia todos.
Después, Francisco la envió como abadesa a Florencia, donde condujo a Dios a muchas almas, tanto con el ejemplo de su santidad de vida, como con su palabra dulce y persuasiva, llena de amor de Dios. Ferviente en el desprecio del mundo, implantó en aquel monasterio la observancia de la pobreza evangélica.
Queda en la sombra lo que se refiere a la permanencia de Inés en Florencia, así como queda encubierto con el misterio el itinerario de su regreso a Asís. Es indudable su presencia a la cabecera de Clara moribunda. Para Inés que no halla manera de contener las lágrimas abundantes y amargas, y suplica se la permita quedar allí y no abandonarla, Clara tiene palabras de ternura infinita, que hacen florecer una esperanza en el corazón de Inés: “Hermana carísima, es del agrado de Dios que yo me vaya; mas tú cesa de llorar, porque llegarás pronto ante el Señor en seguida después de mí, y El te concederá un gran consuelo antes que me aparte de ti”.
La tarde del 11 de agosto de 1253, en el desgarramiento de la separación, Inés habrá recordado a la hermana, bienaventurada por siempre en el abrazo del Esposo, la promesa que le hiciera pocos días antes. Al día siguiente, el cuerpo de Clara, ya invocada como Santa y bendecido por el Papa, subió por la pendiente de Asís para ser depositado en el mismo sepulcro que un día recibió el cuerpo de Francisco. En este preludio tan solemne de la canonización, reconocería Inés el gran consuelo profetizado por Clara.
Al cabo de pocos días, Inés, llamada a las bodas del Cordero, siguió a su hermana a las eternas delicias; allí, entrambas hijas de Sión, hermanas por naturaleza, por gracia y por reinado, exultan en Dios con júbilo sin fin.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

SANTA ISABEL DE HUNGRÍA



Hoy, 17 de noviembre es Santa Isabel de Hungría, Patrona de la Orden Franciscana Seglar. Desde aquí queremos felicitar a todos nuestros queridos hermanos y hermanas de la Orden., de manera especial a nuestros hermanos de León.
Y os dejamos la catequesis del Papa Benedicto XVI que habla sobre ella:

"Queridos hermanos y hermanas
hoy quisiera hablaros de una de las mujeres de la Edad Media que suscitó mayor admiración; se trata de santa Isabel de Hungría, llamada también Isabel de Turingia. Nació en 1207 en Hungría. Los historiadores discuten dónde. Su padre era Andrés II, rico y poderoso rey de Hungría, el cual, para reforzar sus vínculos políticos, se había casado con la condesa alemana Gertrudis de Andechs-Merania, hermana de santa Eduvigis, la cual era esposa del duque de Silesia. Isabel vivió en la Corte húngara sólo los primeros cuatro años de su infancia, junto a una hermana y tres hermanos. Le gustaba el juego, la música y la danza; recitaba con fidelidad sus oraciones y mostraba atención particular hacia los pobres, a quienes ayudaba con una buena palabra o con un gesto afectuoso.

Su infancia feliz fue bruscamente interrumpida cuando, desde la lejana Turingia, llegaron unos caballeros para llevarla a su nueva sede en Alemania central. Según las costumbres de aquel tiempo, de hecho, su padre había establecido que Isabel se convirtiera en princesa de Turingia. El landgrave o conde de aquella región era uno de los soberanos más ricos e influyentes de Europa a principios del siglo XIII, y su castillo era centro de magnificencia y de cultura. Pero detrás de las fiestas y de la gloria aparente se escondían las ambiciones de los príncipes feudales, a menudo en guerra entre ellos y en conflicto con las autoridades reales e imperiales. En este contexto, el landgrave Hermann acogió de buen grado el noviazgo entre su hijo Ludovico y la princesa húngara. Isabel partió de su patria con una rica dote y un gran séquito, incluyendo sus doncellas personales, dos de las cuales permanecerán amigas fieles hasta el final. Son ellas las que han dejado preciosas informaciones sobre la infancia y sobre la vida de la Santa.

Tras un largo viaje llegaron a Eisenach, para subir después a la fortaleza de Wartburg, el macizo castillo sobre la ciudad. Aquí se celebró el compromiso entre Ludovico e Isabel. En los años sucesivos, mientras Ludovico aprendía el oficio de caballero, Isabel y sus compañeras estudiaban alemán, francés, latín, música, literatura y bordado. A pesar del hecho de que el compromiso se hubiese decidido por motivos políticos, entre ambos jóvenes nació un amor sincero, animado por la fe y por el deseo de hacer la voluntad de Dios. A la edad de 18 años, Ludovico, tras la muerte de su padre, comenzó a reinar sobre Turingia. Pero Isabel se convirtió en objeto de silenciosas críticas, porque su modo de comportarse no correspondía a la vida de la corte. Así también la celebración del matrimonio no fue fastuosa, y los gastos del banquete fueron devueltos en parte a los pobres. En su profunda sensibilidad Isabel veía las contradicciones entre la fe profesada y la práctica cristiana. No soportaba los compromisos. Una vez, entrando en la iglesia en la fiesta de la Asunción, se quitó la corona, la depositó ante la cruz y permaneció postrada en el suelo con el rostro cubierto. Cuando una monja la desaprobó por ese gesto, ella respondió: “¿Cómo puedo yo, criatura miserable, seguir llevando una corona de dignidad terrena, cuando veo a mu Rey Jesucristo coronado de espinas?”. Como se comportaba ante Dios, de la misma forma se comportaba con sus súbditos. Entre los Dichos de las cuatro doncellas encontramos este testimonio: “No consumía alimentos si antes no estaba segura de que procedieran de las propiedades y de los bienes legítimos de su marido. Mientras se abstenía de los bienes procurados ilícitamente, se preocupaba también por resarcir a aquellos que hubiesen sufrido violencia” (nn. 25 y 37). Un verdadero ejemplo para todos aquellos que desempeñan cargos: el ejercicio de la autoridad, a todo nivel, debe vivirse como servicio a la justicia y a la caridad, en la búsqueda constante del bien común.

Isabel practicaba asiduamente las obras de misericordia: daba de beber y de comer a quien llamaba a su puerta, procuraba vestidos, pagaba las deudas, cuidaba enfermos y sepultaba a los muertos. Bajando de su castillo, se dirigía a menudo con sus doncellas a las casas de los pobres, llevando pan, carne, harina y otros alimentos. Entregaba los alimentos personalmente y controlaba con atención los vestidos y los lechos de los pobres. Este comportamiento fue referido a su marido, el cual no sólo no se disgustó, sino que respondió a sus acusadores: “¡Mientras que no venga el castillo, estoy contento!”. En este contexto se coloca el milagro de pan transformado en rosas: mientras Isabel iba por la calle con su delantal lleno de pan para los pobres, se encontró con el marido, que le preguntó qué estaba llevando. Ella abrió el delantal y, en lugar del pan, aparecieron magníficas rosas. Este símbolo de caridad está presente muchas veces en las representaciones de santa Isabel.

El suyo fue un matrimonio profundamente feliz: Isabel ayudaba a su esposo a elevar sus cualidades humanas a nivel sobrenatural, y él, a cambio, protegía a su mujer en su generosidad hacia los pobres y en sus prácticas religiosas. Cada vez más admirado por la gran fe de su esposa, Ludovico, refiriéndose a su atención hacia los pobres, le dijo: “Querida Isabel, es a Cristo a quien has lavado, alimentado y cuidado”. Un claro testimonio de cómo la fe y el amor hacia Dios y hacia el prójimo refuerzan y hacen aún más profunda la unión matrimonial.

La joven pareja encontró apoyo espiritual en los Frailes Menores que, desde 1222, se difundieron en Turingia. Entre ellos Isabel eligió a fray Ruggero (Rüdiger) como director espiritual. Cuando él le narró las circunstancias de la conversión del joven y rico mercader Francisco de Asís, Isabel se entusiasmó aún más en su camino de vida cristiana. Desde aquel momento, se decidió aún más a seguir a Cristo pobre y crucificado, presente en los pobres. Incluso cuando nació su primer hijo, seguido de otros dos, nuestra Santa no descuidó nunca sus obras de caridad. Ayudó además a los Frailes Menores a construir en Halberstadt un convento, del que fray Ruggero se convirtió en superior. La dirección espiritual de Isabel pasó, así, a Conrado de Marburgo.

Una dura prueba fue el adiós al marido, a finales de junio de 1227, cuando Ludovico IV se asoció a la cruzada del emperador Federico II, recordando a su esposa que esa era una tradición para los soberanos de Turingia. Isabel respondió: “No te retendré. Me dí toda entera a Dios y ahora debo darte también a ti”. Sin embargo, la fiebre diezmó las tropas y Ludovico mismo cayó enfermo y murió en Otranto, antes de embarcar, en septiembre de 1227, a la edad de veintisiete años. Isabel, al saber la noticia, tuvo tal dolor que se retiró en soledad, pero después, fortificada por la oración y consolada por la esperanza de volver a verle en el Cielo, volvió a interesarse en los asuntos del reino. La esperaba, sin embargo, otra prueba: su cuñado usurpó el gobierno de Turingia, declarándose verdadero heredero de Ludovico y acusando a Isabel de ser una mujer piadosa incompetente para gobernar. La joven viuda, con sus tres hijos, fue expulsada del castillo de Wartburg y se puso a la búsqueda de un lugar donde refugiarse. Solo dos de sus doncellas permanecieron junto a ella, la acompañaron y confiaron a los tres niños a los cuidados de amigos de Ludovico. Peregrinando por los pueblos, Isabel trabajaba allí donde se la acogía, asistía a los enfermos, hilaba y cosía. Durante este calvario, soportado con gran fe, con paciencia y dedicación a Dios, algunos parientes, que le habían permanecido fieles y consideraban ilegítimo el gobierno de su cuñado, rehabilitaron su nombre. Así Isabel, a principios de 1228, pudo recibir una renta apropiada para retirarse al castillo familiar en Marburgo, donde vivía también su director espiritual fray Conrado. Fue él quien refirió al papa Gregorio IX el siguiente hecho: el viernes santo de 1228, puestas las manos sobre el altar en la capilla de su ciudad Eisenach, donde había acogido a los Frailes Menores, en presencia de algunos frailes y familiares, Isabel renunció a su propia voluntad y a todas las vanidades del mundo. Ella quería renunciar a todas sus posesiones, pero yo la disuadí por amor a los pobres. Poco después construyó un hospital, recogió a enfermos e inválidos y sirvió en su propia mesa a los más miserables y los más abandonados. Habiéndola yo reñido por estas cosas, Isabel respondió que de los pobres recibía una especial gracia y humildad” (Epistula magistri Conradi, 14-17).

Podemos ver en esta afirmación una cierta experiencia mística parecida a la vivida por san Francisco: el Pobrecillo de Asís declaró, de hecho, en su testamento que, sirviendo a los leprosos, lo que antes era amargo se le cambió en dulzura del alma y del cuerpo (Testamentum, 1-3). Isabel transcurrió sus últimos tres años en el hospital fundado por ella, sirviendo a los enfermos, velando con los moribundos. Intentaba siempre llevar a cabo los servicios más humildes y los trabajos repugnantes. Ella se convirtió en lo que podríamos llamar una mujer consagrada en medio del mundo (soror in saeculo) y formó, con otras amigas suyas, vestidas en hábito gris, una comunidad religiosa. No es casualidad que sea patrona de la Orden Terciaria Regular de san Francisco y de la Orden Franciscana Seglar.

En noviembre de 1231 fue afectada por fuertes fiebres. Cuando la noticia de su enfermedad se propagó, muchísima gente acudió a verla. Tras unos diez días, pidió que se cerraran las puertas, para quedarse a solas con Dios. En la noche del 17 de noviembre se durmió dulcemente en el Señor. Los testimonios sobre su santidad fueron tantos y tales que, sólo cuatro años más tarde, el papa Gregorio IX la proclamó Santa y, en el mismo año, se consagró la hermosa iglesia construida en su honor en Marburgo.

Queridos hermanos y hermanas, en la figura de santa Isabel vemos cómo la fe, la amistad con Cristo crean el sentido de la justicia, de la igualdad de todos, de los derechos de los demás y crean el amor, la caridad. Y de esta caridad nace la esperanza, la certeza de que somos amados por Cristo y de que el amor de Cristo nos espera y nos hace así capaces de imitar a Cristo y de ver a Cristo en los demás. Santa Isabel nos invita a redescubrir a Cristo, a amarlo, a tener fe y así a encontrar la verdadera justicia y el amor, como también la alegría de que un día estaremos inmersos en el amor divino, en el gozo de la eternidad con Dios. Gracias."

domingo, 14 de noviembre de 2010

TESTIMONIO DE UNA HERMANA



Para mí, la experiencia de tener durante toda la noche del 7 al 8 de Noviembre en nuestra Capilla la Cruz de las JMJ fue grande.
Durante toda la noche fui recorriendo e intentando vivir en mí los pasos de la Historia de la Salvación.
Cristo-Jesús quiso salvarnos y redimirnos en una Cruz, y junto a esa Cruz estaba su Madre Corredentora con Él. Intenté meterme dentro de esa Cruz y en el Corazón de esa Madre, y dejar llenarme de la Vida y el Amor que brota de esa Cruz y ese Corazón Maternal. Pero esto no lo quería para mí sola, quería y ardía en deseos de hacer partícipes a todos...
Pedí por todos los jóvenes, para que se abran a la verdadera Vida, al verdadero Amor que brotan de la Cruz de Jesús, y si alguno se siente invitado, llamado o fascinado por Jesús, que no tema, le siga con valentía y decisión.
Jesús nos dice: "El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga..."
Todos llevamos la cruz, pero es muy distinto llevarla con Cristo a llevarla solos. Cuando unimos nuestros sufrimientos a Cristo Redentor, nos llenamos de Paz. San Francisco era el pobre crucificado con Cristo, y estaba lleno de paz y alegría. Luego tenemos una Madre dada por Jesús para que sea la estrella que guíe nuestra vida. ¿Qué podemos temer?

sábado, 13 de noviembre de 2010

CRÓNICA DE UNA VISITA


Tocando la campana de la Iglesia recibimos la procesión que llega con la Cruz y el Icono de María, procedente de la Catedral. Vienen cantando el himno a la Virgen del Camino, patrona de la región leonesa.
Surge la emoción cuando la cruz "cruza" la puerta de la Capilla.
Una vez colocados, la Cruz sobre el altar y el Icono en el presbiterio, entonamos "Victoria, tú reinarás" acompañadas por todos los fieles que han participado en la procesión.
Está expuesto el Santísimo Sacramento.
La madre dirige unas palabras de bienvenida, en medio del silencio que reina en la Capilla y lee el programa previsto para la vigilia.
Cantamos un canto de adoración a Jesús Eucaristía y hacemos la oración para la JMJ de Madrid 2011.
A las 10, Completas cantadas. Y a las 11, el Oficio de Lecturas de la exaltación de la Santa Cruz, con cánticos, evangelio y homilía a cargo del párroco de nuestra parroquia de Santa Marina. Entre medias, momentos de adoración en silencio, intercalando la lectura del pasaje de San Lucas que nos habla de las condiciones del seguimiento de Jesús, y un canto de acción de gracias por nuestra vocación específica.
A las 12,30 rezamos el Rosario vocacional con la participación de los fieles que nos acompañan; comienza con una oración por la familia, y en cada misterio pedimos al Señor vocaciones: sacerdotales, contemplativas, para la vida activa, misioneras y franciscanas. A su término, la madre invita a los fieles a retirarse pues mañana es lunes, día de trabajo. Y lo hacen, después de haber dejado junto a la Cruz una vela encendida con su nombre, como han hecho la mayoría de las personas. Las religiosas que necesitan descansar también se retiran.
Seguimos con la vigilia. Salimos a la Iglesia para estar más cerca de la Cruz y contemplar la imagen de María.
Hacemos el Vía-crucis, el del último Viernes Santo de Juan Pablo II y realizado por el entonces Cardenal Ratzinger y actual Papa Benedicto XVI. Despacio... tenemos toda la noche por delante, con unción, besando la Cruz cada vez que decimos "te adoramos Cristo y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo".
El mensaje del Papa para la JMJ de Madrid también tiene su lugar en nuestra vigilia de adoración. Y la carta de nuestro Sr. Obispo con motivo de la llegada de la Cruz a nuestra Diócesis.
Poco a poco se van incorporando las hermanas.
Son las 5 de la mañana. A partir de ahora el silencio y la adoración interior llevan el protagonismo.
A las 7, reunida ya toda la Comunidad hacemos el ofrecimiento del día. Comienzan a llegar los voluntarios y demás fieles.
A las 7,30 el canto solemne de Laudes, también de la exaltación de la Santa Cruz. Antes, el Vicario de la Diócesis nos dirige unas palabras sobre el significado de la Cruz de Cristo: está formada por dos palos, uno vertical, hecho con astillas de fidelidad a Dios, y otro horizontal, hecho con astillas de fidelidad a los hombres.
Al acabar Laudes, los voluntarios toman la Cruz y el Icono para llevarlos de nuevo a la Catedral. Los despedimos con el canto del Ángelus y el repique de campana.
Durante unos días seguirán peregrinando por tierras de nuestra Diócesis y hasta agosto del año que viene por los caminos de España, pero en nuestro corazón queda el recuerdo imborrable de la noche que la Cruz y María pasaron en su Casa, nuestra Casa: el Convento de la Santa Cruz de las Franciscanas Clarisas Descalzas de León.


viernes, 12 de noviembre de 2010

SALUDO A LA STA. CRUZ Y AL ICONO DE MARÍA EN SU VISITA A NUESTRO CONVENTO



Es para nosotras un gran gozo poder recibir esta noche esta gran Cruz de la Jornada Mundial de los Jóvenes y el icono de María. La saludamos con un alegre ¡Bienvenida a nuestra Casa que es su Casa! y consideramos que es una gracia de Dios, un regalo, signo glorioso de la Redención de Cristo, y fuente de bendiciones para nuestra Diócesis y nuestra Comunidad.
Damos gracias a Dios, a nuestro Sr. Obispo y a todos los colaboradores por esta delicadeza de hacernos participar en nuestra clausura, de este gran acontecimiento. ¡Gracias!
Nosotras, que vivimos desde siempre la espiritualidad de la Cruz, por ser la titular gloriosa de nuestro Convento, la devoción y amor a la Santa Cruz ha sido central en nuestra vida.
La espiritualidad de la Cruz es la espiritualidad más rica, la más hermosa, la más santificadora, la más consoladora, la que compendia en sí todo el cristianismo. Porque la Cruz de Cristo es fuente de toda bendición.
La espiritualidad de la Cruz que contemplamos, es una espiritualidad genuinamente franciscana, ya que es de todos conocida la especialísima devoción de nuestros Seráficos Padres, San Francisco y Santa Clara, por los misterios de la Pasión y Cruz del Divino Redentor: "Conozco a Cristo, pobre y crucificado" repetía incansablemente. Y Santa Clara nos invita a meditar asiduamente los misterios de su Pasión y los dolores de la Virgen Santísima, nuestra Madre. Ella tuvo la Santa Cruz como signo de victoria de su Dios Crucificado y Resucitado, e hizo mediante este signo incontables milagros.
La consideraba, no como señal de muerte y de derrota, sino como anuncio de vida y de salvación: señal amorosa, bienhechora, protectora, señal de la Cruz, cristológica y trinitaria, por la que se alcanzan todos los bienes.
¡Ave, oh Cruz, esperanza única!
¡Árbol de la vida! ¡Iris de paz!
Aquí estamos esta noche en nuestra Capilla con los mismos sentimientos de Francisco y Clara, para celebrar esta solemne vigilia en honor de la Santísima Eucaristía y de este glorioso signo de la Santa Cruz, que no pueden separarse; presidido todo por la Virgen Santísima, nuestra Madre celestial.
El Oficio litúrgico de la Santa Cruz nos llenará el alma de unción y de paz, y encontraremos en la Palabra de Dios, demás lecturas y oraciones, luminosos pensamientos para crecer en el amor a Cristo y a su Cruz y abrazados y apoyados en ella, avanzar gozosamente por este camino, que es el único que nos ha de llevar a una meta gloriosa donde se encuentra la verdadera felicidad.
¡Adelante y sin jamás desfallecer!
Y ¿cómo no saludar al Icono de María?
Permitidme que lo haga en humilde poesía.


miércoles, 3 de noviembre de 2010

VISITA DE LA CRUZ DE LOS JÓVENES A NUESTRA DIÓCESIS Y A NUESTRO CONVENTO




6.noviembre.2010

19:00. Acogida en Sahagún de la Cruz procedente de la Diócesis de PALENCIA.
19:30. Iglesia de San Juan
21:00. Benedictinas.



7.noviembre.2010
12:00. Cistierna. Viacrucis y Eucaristía.
16:30. Centro penitenciario de Mansilla de las Mulas. Viacrucis elaborado por los internos.
19:00. Catedral. Vigilia de oración con los jóvenes.
21:30. Clarisas.

8.noviembre.2010
9:00 a 13:00. Colegios en la Catedral .

* 9:00: 3º ESO.
* 10:00. 2º ESO.
* 11:00. 1ºESO.
* 12:00. 5º EP.

16:30. Carrizo de la Ribera. Celebración de los arciprestazgos de la Zona pastoral Noroeste.
19:00. Santuario de la Virgen del Camino. Celebración mariana.
22:00. Benedictinas de Santa Mª de Carbajal. Vigilia con los grupos de oración de la ciudad.

9.noviembre.2010

7:30. Concepcionistas. Visita.
9:00 a 13:00. Colegios en la Catedral .

* 9:00. 4º ESO.
* 10:00. 1º Bachiller.
* 11:00. 2º Bachiller.
* 12:00. 6º EP.

17:00. Hospital San Juan de Dios. Encuentro con el mundo del dolor.
19:00. Viacrucis por las calles de León. Con la participación de las cofradías de la ciudad.
21:30. Carmelitas descalzas. Visita.
23:00. San Isidoro. Vigilia de adoración.

10.noviembre.2010

9:00 a 13:00: Colegios en la Universidad (campus universitario).

* 9:00. 2º ESO.
* 10:00. 3º ESO.
* 11:00. 4º ESO.
* 12:00. 1º Bachiller .
* 13:00. 2º Bachiller y universitarios .

14:30: Agustinas Recoletas.Visita.
16:30. La Robla. Celebración de los arciprestazgos de Bernesga-Torío.
19:30. Valencia de Don Juan. Celebración de la Zona pastoral Sur.
21:30. Entrega a la Diócesis de ZAMORA en Benavente.