domingo, 5 de diciembre de 2010

2º DOMINGO DE ADVIENTO (San Mateo 3, 1-12)



LIBRO DE ISAÍAS 11, 1-10


Aquel día: Brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago florecerá de su raíz. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de ciencia y discernimiento, espíritu de consejo y valor, espíritu de piedad y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas; defenderá con justicia al desamparado, con equidad dará sentencia al pobre. Herirá al violento con el látigo de su boca, con el soplo de sus labios matará al impío. Será la justicia ceñidor de sus lomos; la fidelidad ceñidor de su cintura.

Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará con la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi Monte Santo: porque está lleno el país de la ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.

Por medio del profeta Isaías Dios sigue alentando la esperanza del pueblo, pues el compromiso de Dios con la casa de David no ha de faltar. Un Rey nuevo con un Espíritu nuevo ha de surgir, sobre el que reposará el Espíritu del Señor, con todos sus dones y cualidades. La paz será la característica de su reinado.


CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 15, 4-9

Hermanos: Todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza. Qué Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, como es propio de cristianos, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo.

En una palabra, acogeos mutuamente como Cristo os acogió para gloria de Dios. Quiero decir con esto que Cristo se hizo servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas y, por otra parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios por su misericordia. Así dice la Escritura: "Te alabaré en medio de los gentiles y cantaré a tu nombre."

En la comunidad de Roma formada por cristianos de diversas procedencias, la convivencia no siempre era un reflejo de la paz mesiánica. Por eso Pablo les exhorta a acogerse unos a otros como Cristo acogió a todos. "Quien tiene a Cristo como meta, jamás podrá librarse de su hermano en el camino, por más diferente que se le antoje; aceptando al hermano que Dios nos ha dado, damos la gloria que a Dios le debemos".

SANTO EVANGELIO

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea predicando:

--Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos. Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo: "Una voz grita en el desierto: preparada el camino del Señor, allanad sus senderos".

Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:

--Raza de víboras, ¿quién os enseñado a escapar de la ira inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones pensando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.

1.- LEE/ESCUCHA: ¿QUÉ DICE EL TEXTO?
La presencia del Bautista nos señala la cercanía de Jesús. Juan, el profeta, convencido de que el Reino de Dios está cerca, nos llama a una conversión radical. Él dedica su vida a anunciar su venida, ya inminente. Con estas mismas palabras comenzará Jesús también su predicación.

2.- MEDITA/ASIMILA: ¿QUÉ TE DICE HOY LA PALABRA?
Ya no tenemos tiempo que perder. Dios, en ese amor infinito por nosotros, ha decidido venir y no podemos retrasar su llegada, por mucho que intentemos retrasar nuestra conversión. Sólo se siente con fuerzas para retornar a Dios, para comenzar cada día su propia conversión, quien se siente querido por Él. Debemos dar al mundo el testimonio de nuestra propia conversión, para que el mundo crea que el Reino de Dios ya ha comenzado en este mundo,. Demos muestras de cercanía, de esperanza y de alegría porque este Reino, que es la misma persona de Jesús, está para llegar y llenará de paz nuestros corazones, para instaurar un mundo nuevo, donde lreine la paz y la fraternidad.

3.- ORA/CONTEMPLA: ¿QUÉ LE DICES AL SEÑOR CON LA PALABRA?
¡Ven, Señor Jesús! Suscita hoy en nosotros el deseo vivo de volver a ti mediante una verdadera conversión.
Transforma mi corazón y haz de mí un instrumento de tu paz,
Que donde haya odio, lleve el amor; donde haya ofensa, lleve el perdón; donde haya discordia, lleve la unión; donde haya duda, lleve la fe; donde haya error, lleve la verdad; donde haya desesperación, lleve la esperanza; donde haya tristeza, lleve la alegría; donde haya tinieblas, lleve la luz; Maestro, haz que yo busque más consolar que ser consolado; más comprender que ser comprendido; más amar que ser amado. Porque es dando como se recibe; es perdonando como se obtiene el perdón; y es muriendo como se vive para la vida eterna.

4.- PON EN PRÁCTICA/ANUNCIA: ¿QUÉ HACER CON LA PALABRA?
Ser profeta que anuncie con valentía, al estilo de Juan el Bautista, la llegada de Jesús, que tenemos que despojarnos y convertirnos de todo lo que va en contra de lo que impide su reinado, y recordar a todos que no debemos tener miedo a su venida, pues "Él no nos quita nada, nos lo da todo".
Pedir al Señor que derrame su Espíritu sobre nosotros, espíritu de inteligencia y sabiduría, de consejo y valor, de conocimiento y temor del Señor, para ser testigos de esta nueva humanidad que anunciaba el profeta Isaías en la primera lectura.


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