jueves, 30 de septiembre de 2010

NOVENA PEREGRINACIÓN A ASÍS (DÍA 5º)



RIVOTORTO

AMBIENTACIÓN
Hoy nos detenemos en Rivotorto, en un lugar cerca de Asís. Aquí se detuvieron los doce primeros compañeros a su regreso de Roma, después de obtener de Inocencio III la aprobación oral de su forma de vida ("proto-Regla"). La vida que llevaron allí los hermanos es más digna de admirar que de imitar. Vivían como los ángeles.
Al visitar Rivotorto pidamos al Santo que nos dé parte en su espíritu, y que no nos dejemos llevar de la vida fácil, si es que de verdad queremos seguir sus huellas, para configurarnos con Cristo.

ORACIÓN
"Concédenos, Señor, a nosotros, hombres miserables, hacer por Ti lo que sabemos Tú quieres, y siempre querer lo que te agrada, para que, interiormente purificados, iluminados y encendidos por el fuego del Espíritu Santo, podamos seguir las huellas de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y por sola tu gracia llegar a Ti, oh Altísimo, que vives y reinas en Trinidad perfecta y muy simple unidad y eres glorificado, Dios omnipotente, por los siglos de los siglos. Amén."
(Carta a toda la Orden)

LECTURA (1ª Celano)
Cómo San Francisco llegó a Rivotorto y de la observancia de la pobreza

Recogíase el bienaventurado Francisco con los suyos en un lugar próximo a la ciuda de Asís, que se llamaba Rivo Torto. Había allí una choza abandonada; en ellas vivían los más valerosos despreciadores de las grandes y lujosas viviendas y su resguardo se defendían de los aguaceros. Pues, como decía el Santo, "más presto se sube al cielo desde una choza que desde un palacio". Todos los hijos y hermanos vivían en aquel lugar con su Padre, padeciendo mucho y careciendo de todo; privados muchísimas veces del alivio de un bocado de pan, contentos con los nabos que mendigaban trabajosamente de una parte a otra por la llanura de Asís. Aquel lugar era tan exageradamente reducido, que malamente podían sentarse ni descansar. Con todo, no se oía, por este motivo, murmuración o queja alguna; antes bien, con ánimo sereno y espíritu gozoso, conservaban la paciencia.
San Francisco practicaba con el mayor esmero todos los días, mejor continuamente, el examen de sí mismo y de los suyos: no permitiendo en ellos nada que fuera peligroso, alejaba de sus corazones toda negligencia. Riguroso en la disciplina, para defenderse a sí mismo mantenía una vigilancia estricta. Si alguna vez la tentación de la carne le excitaba, cosa natural, arrojábase en invierno a un pozo lleno de agua helada y permanecía en él hasta que todo incentivo carnal hubiera desaparecido. Ni que decir tiene que a ejemplo de tan extraordinaria penitencia era seguido con inusitado fervor por los demás.
...Escribía el nombre de los hermanos en los maderos de la choza para que, al querer orar o descansar, reconociera cada uno su puesto y lo reducido del lugar no turbase el recogimiento del espíritu.

PUNTOS PARA LA REFLEXIÓN

- En Rivotorto, una noche, uno de los hermanos se moría de hambre. El santo, sin vacilar se puso a comer para que al hermano no le diera vergüenza. Tendría que preguntarme: ¿me preocupo tanto de los demás que llego a compartir sus necesidades y a tapar sus defectos?

- Es conocido cómo en este lugar llegó un campesino con su borrico al cual invitaba a entrar. El santo y los suyos se marcharon al instante porque no estaban apegados ni siquiera a una choza. ¿Y yo, me encuentro instalado en mi casa, en mis cosas, en mi vida...?

INVOCACIONES

Unidos en oración de alabanza dirijámonos a Dios Padre con las mismas palabras con que lo hacía San Francisco, y pidámosle con conceda su gracia y su amor.

-Dichoso el siervo que no se enaltece más por el bien que el Señor dice y obra por su medio, que por el que dice y obra por medio de otro.
Te alabamos, Padre y confiamos en ti.

-Dichoso el que soporta a su prójimo como quería que le soportaran a él si estuviese en caso semejante.
Te alabamos, Padre y confiamos en ti.

-Dichoso el que no se tiene por mejor cuando es engrandecido por los hombres que cuando es tenido por vil y despreciable.
Te alabamos, Padre y confiamos en ti.

-Dichoso el que ama tanto a su hermano cuando está enfermo y no puede corresponderle como cuando está sano y le puede corresponder.
Te alabamos, Padre y confiamos en ti.

-Dichoso el que ama y respeta a su hermano lo mismo cuando está presente que cuando está ausente.
Te alabamos, Padre y confiamos en ti.

BENDICIÓN DE SAN FRANCISCO
El Señor os bendiga y os guarde.
Haga brillar su rostro sobre vosotros y os conceda su favor.
Vuelva su mirada a vosotros y os conceda la paz.

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