lunes, 9 de agosto de 2010

UN CORAZÓN ENAMORADO DE CRISTO (XII)



EPÍLOGO
Santa Clara sigue brillando en la Iglesia como una estrella de inmensa magnitud. Su Orden es la más numerosa y extendida en el mundo.
Es patrona de la televisión; patrona de los navegantes y pasajeros en los mares tenebrosos; protectora en los peligros y asaltos injustos, pues ella libró su monasterio y su ciudad del cerco de las tropas sarracenas solamente con su oración y su fe en la Eucaristía, por cuyo hecho prodigioso es también patrona del Culto Eucarístico.
Tenemos así en Santa Clara el testimonio más elocuente de amor a Jesucristo Sacramentado, y una intercesora poderosa ante el Señor en todas las necesidades de la vida.
Los ideales de Santa Clara siguen vivos en sus hijas, que tratan de ser un reflejo, una continuación de todas aquellas cualidades que adornaron a esta gran mujer.
En nuestra oración constante queremos ser en efecto, una luz, una ayuda, una esperanza para todos los hombres. El amor seráfico de Santa Clara a Cristo vive aún en nuestra época en miles de corazones, como un amor nuevo, joven, ilusionado y lleno de vida. Es el amor que no pasa nunca, porque Cristo es inmortal, y en Él lo prolongaremos con Santa Clara todas sus seguidoras en una eternidad feliz.

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