domingo, 5 de junio de 2011

SEPTENARIO AL ESPÍRITU SANTO


Secuencia al Espíritu Santo

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

Concédenos, Señor, oh Divino Espíritu, el DON DE TEMOR, que es "principio de la sabiduría". Un Temor arraigado en el Amor, que produce en el alma un hondo sentimiento de adoración ante tu Majestad infinita, y prefiere morir antes que digustar en lo más mínimo al Padre del cielo. Un Temor filial que huye con premura de todo cuanto sea ofensa o alejamiento de Aquel a quien adora y teme contristar.
Infunde en nuestro corazón este Temor suavísimo, que nos ha de mantener en constante cercanía de nuestro Dios y Señor, y en constante lejanía de todo lo que sea infidelidad y pecado. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

¡Ven, Espíritu Santo! Concédenos el FRUTO DE LA CONTINENCIA para ser moderados en todos los gustos. Que no nos dominen, Señor, las pasiones que puedan apartarnos de Ti. Que sintamos la liberación que supone la renuncia a aquello que pueda desagradarte, Dios mío.
El sacrificio que se abraza por amor se hace ligero, proporcionando al alma satisfacción y alegría.
Danos, oh Espíritu Santo, este precioso fruto de la Continencia.

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