domingo, 3 de agosto de 2014

DÍA 1º.-SIGNIFICADO Y VALOR DE UNA ELECCIÓN





En el nombre del Padre…

            Hermanos, para celebrar dignamente la gloria de Dios, que se ha manifestado luminosamente en N. M. Santa Clara, pedimos al Señor que nos haga siempre atentos y dóciles a sus santas enseñanzas.

Oremos

            Oh Dios de infinita bondad y sabiduría, que por medio de la Virgen Santa Clara has enriquecido a la Iglesia con una Familia de almas a Ti consagradas, que diesen al mundo un testimonio vivo de tu amor, haz que su ejemplo sea para nosotros fuerza y guía, para que también nuestra vida sea luminosa en virtudes y rica en buenas obras. Amén.

Escuchamos la Palabra de Dios
 Del Evangelio de San Juan 15, 12-16


Reflexión

La amistad del hombre con Dios es fruto de una elección divina, misterio de un infinito amor. “No me habéis elegido vosotros a mí”, dice Jesús, “sino que yo os he elegido a vosotros” . Santa Clara vivió este ideal de amistad divina hasta las últimas manifestaciones más altas y delicadas. Francisco, lo sabemos era hijo de un rico mercader de Asís, Pedro Bernardone. Un joven alegre, brillante, amante de la vida.  Pero un día con santa simplicidad y valentía, se había puesto frente a Cristo y le había pedido qué quería de él. Un diálogo breve, esencial, pero suficiente.
                Cristo, de hecho, lo había de tal modo amarrado, que desde aquel momento Francisco cambió de vida y no consiguió jamás separar del Crucificado los ojos de su alma enamorada de Dios. Desde entonces los latidos ardientes de su corazón fueron todos para Dios, Sumo Bien, Amado, buscado y alabado en Sí mismo y en todas sus criaturas.
            Pues bien, también Clara atraída por el ejemplo de Francisco, se dejó atraer totalmente por Cristo pobre y crucificado. Y en el amor inextinguible de corresponder siempre a la gracia de la vocación recibida, ella fue la imitadora más fiel e iluminada del Poverello. Clara se consideró siempre la “plantita” del bienaventurado Padre Francisco, pero en realidad, como destaca San Buenaventura, ella fue “la blanca flor primaveral que llenó con su perfume todo el jardín franciscano, en el que “brilla como fulgentísima estrella”. Más clara que la luz por el resplandor de sus virtudes y por la intimidad divina de que gozó su alma, verdaderamente seráfica, Santa Clara brilla con su fulgor en toda la Iglesia.
            También nosotros hemos sido llamados a esta amistad divina, a esta intimidad sublime de la que las criaturas humanas, aunque adornadas de virtudes y de santidad, jamás serían dignas si el Señor, por su libre elección, no se hubiese complacido en llamarlas, diciéndoles: “¡Venid!”
            Bien, pues esta inefable invitación, Él nos la ha dirigido a nosotros, ¡a cada uno de nosotros!

            ¿Pensamos en esto?
            ¿Lo tenemos en cuenta?
            ¿Cómo hemos respondido hasta ahora a tan divina benevolencia?


(unos minutos de silencio)



PLEGARIA COMUNITARIA

Hermanos, oramos al Señor para que, después de habernos admitido en el círculo de sus amigos, nos haga también dóciles a la acción transformadora de su amor, siguiendo el ejemplo de Santa Clara.

R.– Escúchanos, Señor

· Para que todos los fieles aprendan a tener en  gran estima la vocación querida para ellos por Dios, y a vivir según la gracia de su vocación, en la Iglesia  y en el mundo. Oremos. R
· Para que en las familias cristianas sean siempre promovidas las vocaciones a la vida religiosa y al sacerdocio. Oremos. R
· Para que todos los elegidos correspondan con entrega sincera y generosa a la llamada divina. Oremos. R
· Para que nosotros, los aquí presentes, renovando cada día nuestra donación a Aquel que nos ha escogido con infinito amor, renovemos siempre más y más los vínculos de esta intimidad divina. Oremos. R


Ahora en silencio, pidamos al Señor por intercesión de Santa Clara, las gracias que deseamos alcanzar en esta Novena.  (Petición)

            Padrenuestro, Ave María y Gloria

OREMOS
            Oh Señor, tú que nos has llamado uno a uno y nos das tu divina amistad para ser testigos de tu amor infinito, ayúdanos, a fin de que siguiendo el ejemplo y bajo la protección de la Madre Santa Clara, vivamos siempre en tu amor, hasta el último suspiro de la vida. Por Jesucristo nuestro Señor.
 

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