sábado, 6 de abril de 2013

A todas las Hermanas Clarisas y Concepcionistas Franciscanas



Mis muy amadas Hermanas Clarisas y Concepcionistas Franciscanas: Vuestro hermano José os desea salud y paz (cf. 5CtaCl 1). 
Como seguramente muchas de vosotras ya sabréis, Su Santidad el papa Francisco me ha nombrado Secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Quiero, en estos momento importante de mi vida, compartir algunos sentimientos con vosotrAs, mis queridas hermanas contemplativas. 
En mi corazón se entremezclan sentimientos de alegría, tristeza y temor a la vez. Alegría por la confianza que el Señor, a pesar de mis muchas debilidades, sigue poniendo en mí. Alegría porque el Santo Padre confía en la Orden y en mí, poniendo en mis manos una gran responsabilidad en la animación de la vida religiosa y consagrada en la Iglesia. Tristeza porque me veo obligado a vivir separado de mis hermanos, aunque solo sea temporalmente. Temor porque no sé lo que esa nueva responsabilidad va a requerir de mí y no sé si estaré a la altura de la circunstancia. A pesar de la tristeza y del miedo que siento he aceptado el nombramiento porqué “sé de quien me he fiado” (2Tm 1, 12), palabras que he escogido como lema episcopal. También lo he aceptado porque cuando hice el voto de obediencia he prometido, como Francisco, “obediencia y reverencia” al señor Papa (2R 1, 2). Desde la fe, acepto este nombramiento como un “don” que me hace el Señor y la Iglesia, y en actitud de “restitución” intentaré vivirlo desde la lógica del don sin reservas. 
 Mirando hacia atrás, sólo puedo confesar que el Señor ha sido bueno conmigo (cf. Sal 125, 3) y su misericordia y su amor hacia mí han sido sin límite. Por ello quiero hacer mías las palabras del salmista cuando confiesa: “Cantaré eternamente su misericordia” (Sal 88, 1). Con María, la “virgen hecha iglesia” proclamo la grandeza del Señor, porque miró mi pequeñez (cf. Lc 1, 48) y con la Hermana Clara agradezco al Señor el que me haya pensado, amado y llamado a la vida y a la vida franciscana. 
Mi gratitud va también a vosotras, mis queridas hermanas Clarisas y Concepcionistas. Mucho ha sido lo que hemos trabajado juntos en estos años. Grande es la ayuda recíproca que nos hemos dado. Enorme el cariño fraterno que nos profesamos. Por mi parte he intentado ser fiel a la promesa de san Francisco a Santa Clara (RCl 6, 3-4) y a la responsabilidad histórica que adquirimos con el carisma concepcionista franciscano. A unas y otras he intentado prestaros “cuidado” y “solicitud” de hermano. Vosotras habéis respondido con una generosidad sin reservas y hoy me siento deudor de tanto amor y cariño como me habéis dispensado en estros 10 años de servicio como Ministro de la fraternidad universal y sucesor del Seráfico Padre san Francisco. Gracias hermanas. 
Mi ordenación episcopal está prevista para el día 18 de mayo, víspera de Pentecostés. Os ruego, por el amor de Dios y “besándoos los pies”, que ese día os unáis a mi en la oración. 
Mis amadas Hermanas en el Señor: Ya no os escribiré las cartas que os escribía todos los años, ya no os visitaré como lo hacía cada vez que visitaba a los hermanos en las distintas Entidades. Pero sabed que donde quiera que esté, haga lo que haga, os llevaré siempre en mi corazón y contad con mi ayuda fraterna. Creo firmemente en la actualidad de vuestro carisma franciscano, clariano y concepcionista. Creo en la importancia y necesidad de vuestra misión de contemplativas en la Iglesia y en el mundo. Creo en vosotras, pues sé santidad que se esconde entre los muros de vuestros monasterios. Contad conmigo como yo cuento con vosotros. 
Ahora que el Señor me llama a asumir otras responsabilidades en bien de la Iglesia y de la vida religiosa y consagrada, vengo, en cuanto mendicante, a pediros encarecidamente que sigáis orando por mí. Necesito de vuestra oración, como la he necesitado hasta ahora. Sigamos unidos en el afecto fraterno y en la oración.
Siendo esta la última carta que os dirijo como Ministro y siervo, con profunda emoción, os bendigo en el Seráfico Padre.
 Fr. José Rodríguez Carballo, 
ofm Ministro generale, OFM

No hay comentarios:

Publicar un comentario