domingo, 11 de diciembre de 2011

DOMINGO 3º DE ADVIENTO



ISAÍAS 61, 1-2a. 10-11

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor.

Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.

PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES 5,16-24

Hermanos:
Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. En toda ocasión tened la Acción de Gracias: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno. Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la Paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo. El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.

SAN JUAN 1, 6-8. 19-28

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venia como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:
- ¿Tú quién eres?
El confesó sin reservas:
- Yo no soy el Mesías.
Le preguntaron:
- Entonces, ¿qué? ¿Eres tú Elías?
El dijo:
- No lo soy.
-¿Eres tú el Profeta?
Respondió:
- No.
Y le dijeron:
- ¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?
Contestó:
- Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor" (como dijo el Profeta Isaías).
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
- Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Juan les respondió:
- Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

ESTAD SIEMPRE ALEGRES:

“Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres”. Éste es un imperativo profético, imperativo que no se encuentra en nuestras gramáticas sino en la de Dios, no se cumple consumiendo sino creyendo, no se dirige a despreocupados y divertidos sino a esperanzados.
Éste es un imperativo para los que sufren, para corazones desgarrados, para cautivos y prisioneros, para huérfanos y viudas, clandestinos y marginados, discapacitados y enfermos, ladrones y prostitutas, para hambrientos de justicia, de paz, de libertad y de pan, para hambrientos de santidad y de gracia, para hambrientos, que por serlo de todo, son hambrientos de Dios.
“Os lo repito: estad alegres. El Señor está cerca”. Está cerca aquel a quien buscáis, está cerca aquel a quien deseáis encontrar, está cerca aquel de quien andáis hambrientos. Está cerca, tan cerca que está en medio de vosotros. “El Señor está cerca”: tanto como lo está el hermano de fe con el que oras, el hermano pobre con el que compartes tu vida, la palabra de Dios que guardas en tu corazón, el Cuerpo de Cristo que comulgas, el Espíritu del Señor que te invade, te mueve y te transforma.
En el hermano de fe y en el hermano pobre, en la palabra de Dios y en el Cuerpo de Cristo, es siempre el Señor que está cerca, es nuestro Dios que viene a salvarnos, es el amor de Dios que viene a visitarnos.
Por eso nuestra oración es hoy oración de pobres que el Señor ha salvado, de pequeños que el Señor ha enaltecido, de hambrientos que el Señor ha colmado de bienes: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador”.
Escúchalo, recíbelo, ámalo en la Eucaristía y en los hermanos.
Feliz domingo.

Siempre en el corazón de Cristo.

+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

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