viernes, 26 de febrero de 2010

SEÑOR, TÚ ERES MI FORTALEZA


Nací en un pueblo de la provincia de Valladolid, de una familia muy cristiana (gracias a Dios); me educaron muy cristianamente; procuraba seguir sus enseñanzas, pero al ser un poco jovencita me aparté un poco entregándome al mundo (aunque eso sí, practicaba lo que había aprendido). Lo bueno nunca se olvida.
Un día caí con un grupo de jóvenes muy buenas que charlaban de vida espiritual, yo las escuché con mucha atención y al despedirme me quedé muy pensativa de lo que habían dicho. Entonces se me ocurrió ir a una iglesia y ante el Señor seguí meditando en ello. Había un confesor y me confesé. Mi alma quedó llena de paz, y al acabar me dijo el padre: “vuelves tal día”. Y así fue, me acerqué por segunda vez y me gustó tanto que yo iba sin que él me mandara (aunque sí me lo decía).
Al salir de la iglesia me enteré que había unos Ejercicios Espirituales (yo estaba en León hacía una temporada) en San Marcos para jóvenes. Me decidí (¡bendita la hora!); los hice con tanta ilusión que todo lo del mundo desapareció en mí.
Yo seguía con el confesor de tal forma, que yo era otra, pues el padre me encauzó con mucho acierto en la piedad o vida espiritual. Yo me encontraba totalmente cambiada y si veía alguna religiosa decía: “Y yo ¿por qué no?”. Tanto lo pensé que le manifesté al padre que parecía yo quería ser monja. Él lo aprobó, yo me puse muy contenta, pero claro, convenía pasara algún tiempo. No me importó.
En ese tiempo caí enferma, bastante mal. “Si me pongo buena Jesús, yo seré para ti”. Pasó el tiempo y gracias a Dios superé la enfermedad. Entonces dije a mis padres: “Quiero ser monja, aquí en León, en las Descalzas” donde ya tenía una hermana. No se opusieron, nada más dijo mi padre que había que esperar un poco más. Todo me parecía bien, yo lo que quería era entrar en las Descalzas y Dios me fue fortaleciendo hasta que al fin gracias a Dios, se me logró.
Llevo muchos años, soy muy feliz; siempre lo he sido porque encontré en el Convento lo que quería: unas hermanas buenísimas, llenas de caridad, alegría, dulzura, educación, un amor tan grande que no dejo de dar gracias a Dios por haber dejado todo lo del mundo. Porque sólo aquí he encontrado a Dios, mi único deseo e ilusión de ser toda de Él, para por Él entregarme a la oración y en ella pedir para que el mundo sea mejor, y haciendo todos los días una súplica por haber conocido este Convento aquí en León, donde soy tan feliz y pido por él.


Sor Mª Consolación de los Sagrados Corazones

1 comentario:

  1. GRACIAS, HERMANA QUERIDÍSIMAAAA! PORQUE CON TU VIDA DE AMOR YA ESTÁS HACIENDO UN MUNDO MEJOR, PORQUE NOS TRAES EL REINO DE DIOS A NUESTROS OJOS, PARA QUE CREAMOS QUE ES POSIBLE! ¡¡¡GRACIAS A TU VIDA, TESTIMONIO DEL EVANGELIO VIVIENTE, TENGO MÁS FE!!!

    ¡SOIS MÁS NECESARIAS QUE NUNCA, HERMANAS ESCONDIDAS EN CRISTO!

    NUNCA ME CANSARÉ DE REPETIRLO: SOIS LA RESPUESTA A MIS ORACIONES: GRACIAS POR QUERER CONVERTIROS EN AMOR!!!
    la violetilla pulgarcina enamorada...

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