viernes, 5 de marzo de 2010

MI VIDA PARA CRISTO


Desde muy niña sentía la inclinación por la piedad, pero el Señor se valió de una maestra del pueblo, para descubrir mi vocación. De ella recibí una esmerada formación humana y espiritual. Al salir de la escuela existía la costumbre de rezar la estación a Jesús Sacramentado y el Santo Rosario; todo en un ambiente de profunda piedad. Ahí es donde nació mi vocación.
Pocos años después una hermana suya religiosa fue a mi pueblo a reponerse. Todos los niños corríamos a porfía para besarle el cordón franciscano. A mí me admiraba aquella monja, pues era distinta a las personas que yo conocía; y yo me decía: “Quiero ser como ella”.
Pasaron los años y me marché a Barcelona, al aspirantado de las Carmelitas, pues tenía una hermana allí. Así fue transcurriendo el tiempo y a mí no se me quitaba del pensamiento aquella monja de mi pueblo; no obstante a los 15 años entré en el noviciado de las Carmelitas, pero mi recuerdo estaba centrado en aquella religiosa. En mi interior sentía la llamada a una vida de silencio y oración; el ambiente de la enseñanza se me hacía insoportable y veía que ese no era mi camino. Lo consulté con un padre carmelita y me animó hacia la vida contemplativa. Sufrí mucho hasta que tomé una decisión pues todo eran contrariedades, hasta que por fin dije: “Ahora o nunca”, y aquí estoy, con mi queridísima comunidad que me acogió con tanto cariño. Pero la sorpresa mayor fue que la monja que tanto me perseguía en mis pensamientos era la que yo iba a tener por maestra de novicias.
Ahora doy constantes gracias a Dios. Soy inmensamente feliz en mi amada clausura, sirviendo al Señor que tanto me ama y donde he experimentado la grandeza del silencio, oración y sacrificio que ofrezco por todo el mundo.
Gracias Señor por tanto amor.
Os invito a vosotras a vivir esta experiencia de Amor.

Sor Mª del Carmen de las Llagas de Jesús

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