jueves, 22 de noviembre de 2012

LEYENDA MEDIEVAL (Capítulo IX)


EN FLORENCIA 

Inés llegó al monasterio 
de Monticelli asignado; 
pero se siente muy sola 
 para su misión y encargo. 
En este nuevo convento 
ella se ha de organizar, 
su vida y su convivencia
semejante a San Damián. 
Para eso fue enviada 
 y cumplirá con su encargo 
 respecto de sus Hermanas, 
de su bien, de su cuidado. 
Ahora ha de transmitir 
 todo lo que ella ha vivido; 
y su celo por las almas, 
en lo que se ha distinguido. 
 Pues, tiene Inés tal concepto 
de su vocación seráfica, 
que a toda la humanidad 
 la quisiera ver cristiana. 
Porque tiene muy en cuenta 
aquello que dice Clara: 
“Hemos de ser en la Iglesia 
apoyo para las almas; 
tenemos que sostener 
 con nuestro ruego y plegarias 
a las almas vacilantes; 
y a las que caen, levantarlas. 
Seamos, sí, cooperadoras 
del mismo Dios que nos salva; 
y en cuyo poder Él quiere
implicarnos por su gracia”. 

Sabe Inés, que su oración 
es el medio poderoso 
de mover los corazones 
y llevarlos al Esposo. 
Sin embargo, echa de menos 
a su Hermana la Abadesa;
 le parece muy difícil 
poder ya vivir sin ella. 
Lo que fue para la santa, 
esta cruel separación 
 nos lo revela una carta 
que al poco tiempo escribió. 
 En ella se desahoga 
de la pena que la embarga, 
que es tan grande, tan intensa 
que ella no puede expresarla. 
 ¡Lejos de su Conventillo! 
¡Lejos de su hermana Clara! 
¡Lejos de Asís, de su entorno!
 ¡Lejos de cuanto ella ama! 
Y se encuentra pobre y sola 
sin conocer ni a una hermana; 
 y así demuestra su agobio 
en esta carta que manda. (3) 

Refleja ser muy humilde 
muy sensible, muy sincera; 
 muy humana y amorosa,
y por demás, noble y buena. 
Cualidades muy hermosas 
que se destacan en ella 
“Mínima sierva de Cristo”, 
 pide luego, y con lágrimas, 
la ayuda de la oración 
confiada en sus Hermanas. 
Después pasa a ponderar 
sus nuevas hijas del alma, 
que por ella se desviven 
 y a las que ya tanto, ama. 
Por eso las encomienda 
a su carísima Hermana:
 ¡a Clara en quien ella tiene 
todo su amor, su esperanza! 
Ahora, procura adaptarse 
 a esta su nueva misión 
que se le ha encomendado 
con confianza y con amor. 
También la Comunidad 
de este nuevo Monasterio 
la recibieron con gozo, 
y con muy vivos afectos. 
 Las Hermanas muy unidas, 
 y con rendida obediencia, 
se han mostrado muy felices 
con tan insigne abadesa. 
Y así, Inés, ya consolada, 
tan fraternal y tan buena,
 les dedicó a estas Hermanas 
el servicio, vida entera. 

(3) El texto de la carta puede verse en "Liturgia de las Horas" de la Orden, 19 de Noviembre.

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