sábado, 24 de noviembre de 2012

LEYENDA MEDIEVAL (Capítulo XI)


PROGRESO EN LA VIRTUD 

Corría el tiempo y se pasaba, 
 en la vida conventual, 
que fundara Hermana Inés 
como un nuevo San Damián. 
Ella con fervor creciente 
sigue animando a las almas 
 para que crezca su amor 
y sea como ardiente llama. 
Mas, otra cosa importante 
del carisma franciscano, 
es la altísima pobreza, 
y ella solía explicarlo. 

¿Qué decir de la pobreza?... 
 - Pues que Clara y San Francisco
 la adoptaron como vida 
 porque la vieron en Cristo. 
Y así podía decir 
San Francisco a sus hermanos 
que sólo conocía “a Cristo, 
desnudo y crucificado”. 
De ahí, nuestra Hermana Clara 
ama tanto la pobreza, 
pues la ha visto reflejada 
 en Jesús, su vida entera: 
“Las aves tienen sus nidos;
 las raposas, madrigueras; 
 mas, Nuestro Señor no tuvo 
dónde apoyar la cabeza” 
Así, hermanas amadas, 
 esta pobreza total, 
se extiende a todas las cosas 
y aún al mismo desear. 
“No queráis, pues, tener nada; 
nada os deleite ni agrade; 
nada bajo el sol os llene, 
si no sólo Dios, Bien grande; 
¡Bien excelso en infinito, 
 Bien cumplido y todo amable!”(4) 
“¡Solas con Dios! ¡oh Riqueza!
 ¡Él es Tesoro inefable! 
¡Solas!, sin nada que aliente, 
¡Solas, sin dulce amistad… 
como Cristo en la Cruz solo, 
y muriendo en soledad!”... (5) 
Así oraba San Francisco, 
 diciendo en pocas palabras: 
 “Dios mío y todas mis cosas, 
¡oh Riqueza soberana!” 
Y que Clara repetía, 
con ternura al pronunciarlas.
 Inés, al tener ahora 
que recordar estas cosas,
 las ha vuelto a revivir 
con intensidad más honda. 
Y su alma tan hermosa 
se ha llenado de nostalgias, 
de recuerdos imborrables, 
de ternura y de lágrimas… 
Pero así iba modelando 
y enseñando a las Hermanas
 la belleza del carisma 
de la vida franciscana. 

Que en esencia es solamente 
vivir el Santo Evangelio, 
que Cristo Jesús nos diera, 
¡con su luz, y sus consejos! 

Ahora ya nada la arredra,
 pues ha hecho de su vida 
un holocausto de amor, 
 y está firme y persuadida; 
de que este amor es un fuego 
que nadie podrá apagar, 
ni los ríos caudalosos, 
ni las tormentas del mar… 
Su amor no tiene fronteras 
ni su celo por las almas;
 intercede por el mundo 
porque ese fuego la abrasa. 
Y no es ya sólo en Florencia; 
que hubo de fundar más casas. 
Una tradición existe 
de que hay bastantes conventos 
que hoy se tienen por fundados 
por Santa Inés, en su tiempo. 
Así ella ha modelado 
y enseñado a sus Hermanas 
 toda la vida espiritual 
porque de verdad las ama. 
 Y a la Virgen Madre nuestra 
ella nombra sin cesar; 
la Señora de los Ángeles 
la ayudó en todo lugar. 
Es con Cristo –las decía– 
advocación franciscana, 
que vio nacer nuestra Orden: 
¡Es nuestro amor y esperanza! 
Y cumpliendo su deber c
on total abnegación, 
llegó a ser una abadesa 
modelo de perfección. 

(4) Pensamientos de los Escritos de San Francisco.
(5) El grito de Jesús en la Cruz más impresionante: "Dios mío, Dios mío ..."

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