viernes, 22 de enero de 2010

DEDICARSE A LA VIDA CONTEMPLATIVA ( I )


¡Cuántas veces el Señor pone profecías en nuestros labios, sin ser conscientes de ello! Y sólo con el paso del tiempo, y echando la mirada atrás, caemos en la cuenta. Cuando digo profecías, estoy pensando en algo que está por suceder, y de lo que no se tiene conocimiento, pero considerado también como aquello que Dios tiene pensado o reservado para una persona. Y que por supuesto, siempre es lo mejor para ella.
No hace muchos años, cuando aún vivía en el siglo (como diría nuestra Madre Santa Clara), un primo, pensando que era tiempo para ello, y que quizás se me iba a "pasar el arroz" (según el dicho popular), me preguntó en cierta ocasión: "¿Cuándo te casas?", y mi madre adelantándose a mi posible respuesta decía: "Cristina no se va a casar, se va a meter monja". Y contestaba él con gracia: "Sí, monja de Santa Irene, con el marido y el nene". Por supuesto, ni ellos lo creían, ni yo sentía tal inquietud en aquel momento.
No recuerdo bien si también por aquella época, o tal vez más adelante, ocurrió algo similar. Al llegar el viernes, era un tema obligado entre las compañeras de trabajo, preguntar qué íbamos a hacer el fin de semana. Y más de una vez, mi respuesta fue: "dedicarme a la vida contemplativa". O al llegar el lunes a trabajar y preguntarme qué había hecho el fin de semana, la misma respuesta afloraba en mis labios: "dedicarme a la vida contemplativa".
Lo que yo quería transmitir era que no había hecho nada especial que mereciera la pena ser tema de conversación. Me había quedado en casa, sin viajar a ningún lugar concreto para ampliar mi conocimiento del mundo. O quizás, era una manera de llamar la atención, dando un aspecto vistoso a algo que no tenía contenido.
Pasando el tiempo, descubrí que Dios me llamaba precisamente a eso, a dedicarme a la Vida Contemplativa (con mayúsculas), y entonces pude comprobar que "cualquier parecido con la realidad era pura coincidencia", es decir, que mi idea no se ajustaba a lo que realmente significa esta forma de vida.
Todavía hoy, cuando tenemos una jornada apretada de trabajo y demás actividades domésticas, y alguna hermana me recuerda aquél  "dedicarme a la vida contemplativa", una sonrisa ingenua se dibuja en mis labios, mientras mi mente confirma lo equivodada que yo estaba entonces. En realidad ¡qué admirable!, mejor, ¡qué inefable es dedicarse a la Vida Contemplativa! Mi corazón agradece al Señor la sorpresa que tenía reservada para mí. Pero esto forma parte del capítulo siguiente.
Sor Mª Cristina de la Eucaristía
                                                                                                   (continuará)

2 comentarios:

  1. Enhorabuena, hermana. Gracias por compartir tu experiencia vocacional. En mi caso aún no sé qué me deparará el Señor y, de momento, colaboro con la parroquia en el equipo de Cáritas, voy a la Adoración Nocturna, y poco más. También estoy en contacto con la OFS y, de momento, me dejo un poco llevar por los acontecimientos; en la parroquia, p. ej., raro es el día en que no me sugieren algo nuevo, así que ya veremos... Que Dios las bendiga. Pax et bonum

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  2. jejjeej! ¡Me encanta tu historiaaaa, sor Mª Cristina de la Santa Eucaristía!
    Nada más alejado de la contemplación el estar sin hacer nada, ¿verdad?...¡Me alegro de que lo compartas, para que todo el mundo lo sepa!
    ¡¡¡Sin nada que hacer no hay nada que contemplar!!!

    ...Yo tuve la suerte de contemplaros y descubrí el significado profundo de la contemplación en vosotras, que es ni más ni menos que la PALABRA hecha carne en vuestras vidas...Porque, alimentadas con ELLA, ¡mis queridos templos claros y oradores de paz y amor!, es de la única forma en que podéis actuar de manera contemplativa y conseguir que se pueda leer el evangelio y tocarlo por medio de vuestro trabajo y vuestra forma de vivir, con el cuerpo de CRISTO presente y actuando por medio del vuestro...

    Yo contemplé la vida de CRISTO a través de vuestro trabajo humilde y sencillo, lleno de fraternidad y servicio, lleno de caridad y amor, no lo contemplé a través de la inactividad, que es la nada.

    ¡Sin servicio, no puede haber AMOR! ¡Y sin oración no podemos hacer nada!

    Creo que la oración es el principio de la acción buena y verdadera, (sin la oración no podemos hacer nada bueno)... y la contemplación consiste en revisar esas buenas acciones conseguidas sólo a través de la LUZ de CRISTO viva en nuestras vidas!

    ¡¡¡GRACIAS HERMANAS AMADÍSIMAS POR ENSEÑÁRMELO, de manera tan CLARA!!!

    ¡¡¡Vuestra florecilla os quiere en CRISTO, MARÍA, SAN FRANCISCO Y SANTA CLARA!!!

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