lunes, 28 de diciembre de 2009

TÚ ME HAS ESPERADO SIEMPRE. UNA HISTORIA DE AMOR



 (Ofrenda permanente: canto que expresa mi proceso vocacional. Se puede cantar con la música de "Amigos para siempre")



¿Cuál es el principio de esta historia?
Supongo que el principio está, hace mucho tiempo, en los planes de Dios, cuando Él me pensó. Yo puedo decir que nací hace algún tiempo. Mis padres me educaron en la fe cristiana y, ya desde pequeña, me refugié bajo las alas de la parroquia, quizás por imitar y seguir los pasos de mi hermana, nueve años mayor que yo.
Hice la Primera Comunión, recibí la Confirmación, fui catequista y me alisté en la Legión de María a los 15 años.
Fui creciendo y pasando por las etapas normales de la vida: del colegio al instituto, del instituto a la universidad, de la universidad a la vida laboral, y dentro de ella, de ser temporal a fija.
Mi relación con Dios era normal, cumplía con lo establecido y seguía trabajando en la Legión de María (la Madre siempre cerca).
Sólo me quedaba encontrar al hombre especial, con quien compartir mi vida, casarme y formar una familia. Pero ese hombre no aparecía y, si aparecía y yo pensaba que podía ser el que esperaba, entonces se desvanecía enseguida.
¿Tan rara soy?, me llegué a preguntar, o ¿es que Dios tiene preparado para mí algo especial? “Si Dios, que me había creado, tenía otros planes para mí, por ahí encontraría la felicidad”.
Al principio, me resistía a aceptarlo; aún así intenté verificar aquel sentimiento que siempre rondaba mi cabeza, cuando no pensaba en nada. Leí libros sobre la vocación, comenté con personas que podían entender, pero, sobre todo, profundicé en mi relación con Él, participando en la celebración de la Eucaristía todos los días.
Y así, pasito a pasito, le descubrí. Yo había estado buscando al hombre de mi vida y Él, Jesús de Nazaret, había estado siempre a mi lado, esperando. Me quería toda de Él.
Además, de vez en cuando me “mandaba mensajes” que apuntaban a las Clarisas, a las que yo no conocía.
Un año asistí a la novena de Santa Clara, y al año siguiente comencé a visitarlas, presentada por un amigo misionero, conocido de la comunidad. Era el mes de febrero. En septiembre hice una experiencia de diez días con una amiga, y en diciembre, la víspera de la Inmaculada entré en el Convento para iniciar el postulantado. Tenía 34 años.
Dios tiene planes para cada uno de nosotros, que puede que no coincidan con los nuestros. Para ti también. ¿Te has parado a pensarlo detenidamente? Ahora puede ser un buen momento: busca un clima apropiado y dale al botón de “pausa” en tu vida. En presencia de Dios, pregúntale qué quiere de ti; déjate guiar por Él y sé generosa. Él te dará la fuerza que necesitas.
Echando la vista atrás, lo que más me llama la atención es lo discreto que ha sido Dios metiéndose en mi vida, no a través de acontecimientos espectaculares, sino hablándome en el quehacer habitual de la vida cotidiana.
Sólo me queda decir, con palabras de Santa Clara: “Gracias, Señor, porque me pensaste; gracias porque me creaste”. ¡Gracias porque me elegiste!

Sor Mª Cristina de la Eucaristía

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