jueves, 10 de diciembre de 2009

Una Aventura Sorprendente (VI)


EL PUEBLO ELEGIDO

Pasaron siglos y siglos. Los hombres se habían multiplicado en la Tierra constantemente. A medida que las generaciones se sucedían y se alejaban del tiempo de la Creación, la raza humana deteriorada se iba pervirtiendo en su libertad y se desentendía de la Ley eterna de Dios, llegando a olvidar hasta a su mismo Creador.
Cuando todo iba siendo noche en la Tierra, el Señor Dios, compasivo y misericordioso comprendió que debía ir preparando sus divinos planes. Visitó la Tierra y compadecido de sus moradores que iban a la deriva total, decidió elegir un pueblo de entre todos los que iban poblando el Mundo-Universo, el planeta Tierra.
Este pueblo elegido por Él, lleno de hombres pecadores como los demás pueblos debería conservar de generación en generación el recuerdo de su Creador, y toda la Historia de la salvación de la raza humana. En este pueblo elegido en medio de toda la oscuridad y olvido de Dios, debería brillar siempre un destello de luz: hombres santos y justos que el Señor Dios preparaba como modelos o figuras del "Hijo que había de venir" o Mesías prometido de Dios.
Otros hombres llamados "profetas" tendrían alerta a todo el pueblo, para que se mantuviera en una "Alianza" que el Señor iba haciendo con los grandes "Patriarcas": Abraham, Isaac, Jacob,... Moisés... etc., son ya nombres históricos que figuran en un libro llamado Biblia que contiene dos Testamentos: el Antiguo de antes de la Plenitud de los Tiempos que narra la historia de la salvación desde la Creación del mundo, y el Nuevo que narra desde la Plenitud de los Tiempos en adelante.

El llamado Antiguo Testamento es el libro que narra desde la creación del mundo, la historia del pueblo de Dios y sus grandes personajes como queda dicho.
Es un pueblo entre los que siempre había un "Resto" de hombres santos, gente fina que conocía íntimamente a su Dios y se dejaba inspirar por Él. Pueblo espiritual y delicado que oraba con composiciones bellísimas llamadas "Salmos", oraciones o himnos preciosos dedicados a su Dios, e invitaban a la alabanza a su Creador y Señor en medio de la Tierra, cantando a veces los prodigios de su Historia. Una historia ciertamente llena de vicisitudes. Este pueblo fue ya invadido y oprimido por culturas antiquísimas. Conoció la opresión en Egipto, el destierro en Asiria, en Babilonia, el dominio de muchos reyes de Caldea, Persia, Media... hasta la dominación romana.
En este pueblo surgían entonces los hombres de Dios que lo animaban con sus oraciones:

"Te ensalzaré Dios mío, mi Rey, bendeciré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor y merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. Una generación pondera tus obras a la otra y le cuenta tus hazañas... difunde la memoria de su inmensa bondad y aclama sus victorias" (Salmo 144)

"Aclama al Señor tierra entera, tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Porque él nos ha devuelto la vida y no dejó que tropezaran nuestros pies.
Oh Dios nos pusiste a prueba..." (Salmo 65 )

Ciertamente el pueblo elegido fue puesto a prueba una y otra vez. La prueba era siempre oscura, difícil, siempre amarga... Pero el Señor intervenía con seguridad para ayudarlos y ellos reaccionaban:

"Señor has sido bueno con tu tierra, has perdonado la culpa de tu pueblo... muéstranos Señor tu misericordia y danos tu salvación" (Salmo 84)

"Misericordia Dios mío por tu bondad; por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado..." (Salmo 50)

Otras veces se obstinaban en sus malas acciones y el Señor les avisaba por sus profetas. He aquí un ejemplo de canto de bella expresión:

"Escuchad cielos y hablaré; oye tierra los dichos de mi boca: descienda como lluvia mi doctrina, destile como rocío mi palabra... voy a proclamar el nombre del Señor: Él es la Roca, sus obras son perfectas; sus caminos son justos, es un Dios fiel, sin maldad, es justo y recto.
Hijos degenerados se portaron mal con Él. ¡Generación malvada y pervertida! ¿Así le pagas al Señor, pueblo necio e insensato? ¿No es Él tu padre y tu creador, el que te hizo y te constituyó? Acuérdate de los días remotos, de las edades pretéritas; pregunta a tu padre y te lo contará, a tus ancianos y te lo dirán... Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad la porción del Señor fue su pueblo... Lo encontró en una tierra desierta; en una soledad poblada de aullidos: lo rodeó cuidando de él; lo guardó como a las niñas de sus ojos..." (Dt, 32)

Así el Señor una y otra vez les perdonaba, pues sabía que eran frágiles como vasijas de barro que se quebraban ante cualquier golpe...

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