Al hombre y a la mujer los creó Dios en libertad. Quería el Señor que por su propia voluntad quisieran servirle y amarle; pero sometidos a una Ley eterna: la voluntad de Dios.
Estas criaturas tan privilegiadas no fueron fieles a los planes divinos que como hemos visto eran planes de amor y de felicidad; y quebrantando la ley recibida engañados por el espíritu del mal se perdieron a sí mismos y a su descendencia.
¡Qué desilusión! ¡Qué decepción tan enorme para el Divino Señor!
Ahora expulsados de su idílico paraíso tendrían que vagar por el mundo con múltiples dolores: el hombre sin Dios se destruye, se rompe, se desmorona.
Mas, el Señor Dios pensó en remediar su obra. ¿Cómo iba a dejar a su criatura predilecta en tan penosa situación sin esperanza...?
Estas criaturas tan privilegiadas no fueron fieles a los planes divinos que como hemos visto eran planes de amor y de felicidad; y quebrantando la ley recibida engañados por el espíritu del mal se perdieron a sí mismos y a su descendencia.
¡Qué desilusión! ¡Qué decepción tan enorme para el Divino Señor!
Ahora expulsados de su idílico paraíso tendrían que vagar por el mundo con múltiples dolores: el hombre sin Dios se destruye, se rompe, se desmorona.
Mas, el Señor Dios pensó en remediar su obra. ¿Cómo iba a dejar a su criatura predilecta en tan penosa situación sin esperanza...?
No hay comentarios:
Publicar un comentario