domingo, 24 de junio de 2012

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA


SAN LUCAS 1, 57-66.80 

"A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. 
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaron Zacarías, como a su padre. 
La madre intervino diciendo: 
— ¡No! Se va a llamar Juan. 
Le replicaron: 
—Ninguno de tus parientes se llama así. 
 Entonces preguntaban por señas del padre cómo quería que se llamase. 
Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. 
Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que le oían reflexionaban diciendo: 
 — ¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel." 

CUANDO EL NOMBRE DICE LO QUE SOMOS.

El cielo lo llamó Juan, porque aquel niño era de Dios, porque Dios lo había querido, Dios lo había regalado al deseo de unos padres, Dios lo había escogido, Dios había creado sus entrañas, Dios lo había tejido en el seno materno.
Sólo Dios le podía dar un nombre verdadero, pues para Dios solo, cuando aquel niño nació, eran ya familiares todas tus sendas. 
Y Dios lo llamó Juan. Con el nombre, el cielo le dio el espíritu y el poder de Elías, le dio palabras de fuego con que allanar en el desierto los caminos del Señor, lo hizo testigo de la Luz, heraldo de la Palabra. 
El que pronunció su nombre, lo hizo espada afilada en su mano, flecha bruñida en su aljaba. 
Y Dios estaba con él.
 Aquel niño que, al aire del Espíritu, había conocido la llegada del Salvador de los hombres y había saltado de alegría en la oscuridad del seno materno, enclaustrado un día en el seno oscuro de una cárcel, desde el no saber pedirá luz a la Luz, desde la noche pedirá una certeza a la Verdad, desde el silencio pedirá a la Palabra un eco de su misterio. 
Y Dios también a ti te llamó por tu nombre, hermano mío, hermana mía, para una danza de fiesta por la salvación que en Cristo nos ha visitado, para que en el seno de la Iglesia des testimonio de Cristo, para que hables de Cristo, muestres a Cristo, sigas a Cristo, seas de Cristo, comulgues con Cristo. Dios te llamó por tu nombre para que vivas en Cristo, para que Cristo sea tu vida. 
Tu ser más profundo se encierra en el misterio del nombre que Dios te ha dado. 
¡Feliz Domingo!
Siempre en el corazón Cristo. 

+ Fr. Santiago Agrelo 
Arzobispo de Tánger

domingo, 17 de junio de 2012

DOMINGO 11 DEL TIEMPO ORDINARIO


SAN MARCOS 4, 26-34 

 En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud:
"El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha". 
 Les dijo también: 
"¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra". 
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.

NO TEMAS:

“No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”. Son palabras de Jesús a sus discípulos, a los de ayer y a los de hoy. Entonces y ahora los discípulos se inquietan por la vida, por el cuerpo, por el futuro, por la propia debilidad, por el poder del mundo que los amenaza. Para ellos, entonces y ahora son una evidencia las razones del temor, y son misterio los motivos de la esperanza. 
“No temas, pequeño rebaño”, aunque camines por cañadas oscuras, no temas aunque sientas como un puñal en las entrañas la prueba de la fe. No temas verte semejante a tu Maestro y Señor en su hora, en su noche; no temas verte despreciado como él, ultrajado, ensuciado, perseguido, crucificado. 
“No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”. El Padre lo ha escondido en tu oscuridad, lo ha sembrado en ti, y aunque el sembrador duerma de noche, la semilla germina y va creciendo, y tu tierra, ella sola, va produciendo la cosecha que el Espíritu de Dios madura en ti para la siega. 
Escuchando y creyendo comulgas la palabra de Dios, escuchando y creyendo comulgas el cuerpo de Cristo, el grano de mostaza, la más pequeña de las semillas, el Reino que se te da, para que Cristo crezca en ti, para que tú crezcas en él, para que seáis uno, para que en Cristo y en ti puedan encontrar cobijo los pobres de la tierra. 
“No temas, pequeño rebaño”. 
Feliz domingo.

Siempre en el corazón Cristo.

+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

LA IMPORTANCIA DE LO PEQUEÑO

¿Qué tendrá lo pequeño que a Dios tanto le agrada?
Gotitas forman los mares con sus paisajes de plata;
Puntitos llenan el cielo en una noche estrellada;
De unos granitos de trigo se hace un Dios en la Hostia Santa.
Gotitas…Puntos… Granitos ¿Qué hay más pequeñito? Nada.
Y, ¿qué hay más grande y sublime que el mar con sus olas bravas?,
¿El cielo con sus misterios y Dios a quien nadie alcanza?
¿Qué tendrá lo pequeño que a Dios tanto le agrada?
Y ¿Qué tendrá una sonrisa, una atención prodigada
con algo más de dulzura, una sencilla palabra…?
¿Levantarse en el momento en que toca la campana,
cumplir un punto de regla sorber, tal vez, una lágrima…?
¿No levantar hoy los ojos, guardar silencio mañana,
decir un “sí” que me cuesta vencer una repugnancia…?
¿Qué tendrán esos “puntitos” esas mil “gotitas” de agua
que han formado esos Berhmans y Teresitas tan santas…?
esos “mares” de virtudes, esos “cielos” de la gracia
esos “dioses” en quien Dios su imagen misma retrata…?
¿Qué tendrá lo pequeño que a Dios tanto le agrada?
Por raíz el heroísmo y por flor la exuberancia
de todo lo que es virtud, porque todo ahí se encuadra.
Tiene el sonreír de Dios escondido entre sus mallas,
tiene oculta la grandeza de todas las almas santas,
tiene aromas de martirio, de pureza, de constancia…
Es la senda más segura para la meta sagrada
Y aquellos que lo desprecian perlas al aire esparraman,
no harán nunca nada digno de coronarse con palmas,
no harán “mares”, no harán “cielos”, no harán “dioses de las almas
¿Qué tendrá lo pequeño que a Dios tanto le agrada?

viernes, 15 de junio de 2012

UNA EXPERIENCIA DE "CRUCEROS"


Quiero compartir con vosotros la experiencia que hemos vivido esta Cuaresma y esta Pascua. Llevábamos mucho tiempo con la idea de organizar algún encuentro con jóvenes, de Lectura orante de la Palabra de Dios. Aprovechando el contacto con jóvenes que habían participado en la JMJ de Madrid, y que comenzaba un tiempo fuerte, nos lanzamos al agua y ofertamos un “Crucero” para navegar por la Cuaresma, que se amplió también por la Pascua, haciendo cada domingo una “escala” para compartir la Palabra del día. 
Pero qué mejor que algunos de los participantes para que cuenten su impresión:

 “Para mí estos domingos de "crucero" han sido una experiencia nueva, nunca me había parado tanto a pensar en lo que dice la Palabra, y desde ahora cada vez que la escucho, lo hago de otra forma, pienso no solo en lo que dice, sino lo que me dice a mi personalmente y como lo puedo aplicar a la vida cotidiana”. (Aitana) 

"Para mí ha sido realmente una gran experiencia: todos juntos reflexionando sobre momentos de la vida del Señor y las parábolas y milagros que se nos plantean en su discursos. Una pequeña comunidad con un gran espíritu, que espero sea el Espíritu Santo." (Marina)

“Bueno, pues para mí ha significado otra manera de leer la Palabra, otra manera de interpretarla, y ahora siempre lo hago así, ya que antes lo leía, pero no me paraba a pensar en todos los detalles, ni en qué Decirle, que hacer para mejorar eso que Él me dice, y algo que me parece muy importante, que Le digo yo. Porque antes no le decía nada, y ahora sí. Ahora lo reflexiono todo con Él, a medida que lo voy leyendo. Y no solo lo hago un día a la semana, sino que ahora lo hago todos los días”. (Patricia)

“Mi experiencia sobre los encuentros de oración y escucha de la Palabra de Dios ha sido muy positiva, el poder disfrutar de la belleza que supone orar juntos desde los diversos estados de vida. Descubrir el mensaje que Jesús quiere comunicarnos y hacer partícipes a los demás de la gran riqueza de la Palabra de Dios” (Sor Mª Azucena) 

“Para mí la experiencia de estos domingos en la lectura orante ha sido como una experiencia nueva, es decir, hasta ese momento no había parado a pensar la enseñanza que se puede sacar para cada día (en nuestro caso cada semana) del evangelio, de la Palabra de Dios. Y además no solo eso, sino también un compromiso de actitud, tanto para aplicarlo a nuestra vida o para cambiar ciertas actitudes que tengamos. Además se puede decirr que la palabra de Dios, de Cristo es totalmente aplicable a la actualidad y a los problemas cotidianos que tengamos.” (Fran) 

“Mi experiencia ha sido muy positiva y muy negativa a la vez Para empezar bien, explicaré primero la positiva: nunca había hecho Lectura Orante de la Palabra, no sabía como se hacía, y ha sido un gran descubrimiento. Solía leer el texto y trataba de entenderlo a mi manera, pero ahora, intento meterme en él, entender lo que dice y sentir lo que me quiere decir a mí en ese momento de mi vida. Es una forma distinta de hablar con Dios y comprometerse con Él. He descubierto que la Palabra de Dios es igual a fuerza capaz de dar vida: cuando Dios habla es para comunicar vida. La Palabra es como la semilla que va creciendo en nosotros sin que sepamos muy bien como, de noche y de día. Y mi experiencia negativa: simplemente es el no haberlo descubierto desde el primer día, y participar cada domingo, desafortunadamente sólo he podido ir dos días, pero ha merecido muchísimo la pena”. (Pili Fdez.) 

“Hemos tenido la suerte de asistir al Crucero Cuaresmal, que luego fue Pascual y ahora es una pequeña singladura dominical. Decimos suerte porque ha sido para nosotros una oportunidad y una gracia. Oportunidad por poderse acercar, convivir y formar parte de la familia de Santa Clara, aunque sea por un ratito. Conocerlas a ellas y conocer cómo viven su vida y cómo experimentan su fe; que han abierto sus puertas y sus corazones para compartir con nosotros experiencias. Oportunidad porque nos ha ayudado en nuestro discernimiento personal y como pareja. Una gracia porque se nos ha dado un paréntesis, una pausa en el ajetreo diario para mirar con tranquilidad a Cristo en su Palabra, para saber qué dice, qué nos dice y qué le pedimos cada uno y compartirlo en comunidad. Una gracia el poder compartir desde los distintos carismas de los que allí nos reuníamos: laicos, consagrados, sacerdotes, jóvenes,... La experiencia de la lectura creyente de la Palabra es enriquecedora; participamos, a veces tímidos, a veces locuaces, pero siempre abiertos a lo que el Espíritu nos ilumine. Para nosotros ha supuesto personalmente un tiempo especial para pensar, reflexionar, para trabajar el mensaje de Cristo, para interiorizarlo. Además, como pareja, ha sido un momento de compartir y experimentar una fe que nos ha unido, un mensaje común que vivimos; un momento para conocer al otro a través de Cristo y así poder proyectar un futuro juntos.” (Sara y Luis Miguel) 

 “Comentar y reflexionar la Palabra de Dios “en grupo” enriquece mucho y más aún cuando su mensaje penetra dentro de un corazón pobre y humilde, porque en este caso la obra del Espíritu Santo es viva y eficaz”. (Sor Mª Rosa Blanca) 

"Ha sido una experiencia enriquecedora compartir la lectura de la Palabra, durante los domingos de Cuaresma y Pascua, con un grupo de jóvenes y la comunidad de Hermanas Clarisas. He experimentado cómo Dios nos habla hoy y la riqueza de su Evangelio no llega a agotarse, porque entra en diálogo con personas distintas que viven circunstancias vitales y vocacionales muy diversas. Quisiera animar a otras comunidades contemplativas a acercar a los jóvenes la riqueza de su vida de oración por medio de las iniciativas que el Espíritu les vaya sugiriendo... en un mundo con tanta sequía interior, los conventos y monasterios han de ser oasis donde todos podamos acudir a refrescar el espíritu". (Rubén García Peláez)

 Seguimos encontrándonos el tercer domingo de cada mes, a las 6 de la tarde. Quedáis invitados.

                                                                          Sor Mª Cristina de la Eucaristía

domingo, 10 de junio de 2012

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI


SAN MARCOS 14, 12-16.22-26 

"El primer día de ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: -¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua? 
 Él envió a dos discípulos diciéndoles:
-Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa en que entre, decidle al dueño: “El maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?” Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena. 
 Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. 
Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: 
-Tomad, esto es mi cuerpo. Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y todos bebieron. Y les dijo: 
-Esta es mi sangre, sangre de alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios. Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los Olivos."

EL AMOR ANULÓ LA DESPROPORCIÓN:
 La razón dice que, en la relación de Dios con el hombre, es Dios el que siempre pierde, pues siendo él el Bien, el sumo Bien, el todo Bien, nada puede de nosotros recibir que a él le falte, nada le podemos ofrecer que de él no hayamos recibido.
Aunque en la relación con Dios no hubiese de considerar el abismo que se abre entre su santidad y mi pecado, para el asombro bastaría considerar la desproporción que acepta el Dios de la alianza, cuando dice: “Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios”.
Lo dice la razón y lo dice la fe: ¡No hay proporción entre lo que se recibe y lo que se da!
No hay proporción, pues Dios nos recibe a nosotros, y nosotros recibimos a Dios.
No pienses, sin embargo, que el amor que te ha buscado en lo hondo de tu miseria, te ha abandonado donde te halló, pues si Dios bajó hasta ti, fue para subirte hasta él.
Recuerda, pues has de agradecerla siempre, la sangre de la alianza que hizo el Señor con nuestros padres sobre los mandatos de su santa ley. Pero fija la mirada de tu corazón en la sangre de la nueva alianza, fíjate en el que dice: “Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos”. Si consideras las palabras, son palabras tuyas, palabras de hombre, palabras familiares para una humanidad que sufre. Si consideras quién las pronuncia, también es uno de los tuyos, también es hombre, también conoce de cerca lo que quiere decir “sangre derramada”. Si consideras dónde habla y qué hace, reconoces la mesa, el pan y el vino de tu cena pascual. Todo es tuyo ¡y todo es de Dios!, pues la sangre que sella la alianza nueva es la sangre del Hijo, y la alianza la hace Dios, no ya sobre los mandatos de la antigua ley siempre transgredidos, sino sobre el amor del Hijo, sobre la fidelidad del amado, sobre la obediencia del predilecto, sobre el cuerpo entregado Jesús de Nazaret.
En esta alianza nueva, a Dios le responde en el hombre el amor mismo Dios.
Éste es, Iglesia santa, el misterio que hoy puedes contemplar y gustar, pues por la acción del Espíritu de Dios en ti y en tu eucaristía, comulgas con aquel Hijo, con el predilecto, con Cristo Jesús. Para esto te ha dejado el Señor el pan y el vino de su cena, para que, siendo una con Cristo, puedas ser de Dios en él, para que puedas amar a Dios con él, para que puedas obedecer a Dios como él, para que la gracia anule la desproporción que te impone la naturaleza, pues también tú, aunque pobre y pecadora, responderás a tu Dios con la fidelidad de su Hijo, con el amor de su Hijo, con la obediencia de su Hijo.
 Feliz día del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. 

Siempre en el corazón Cristo.
 + Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

domingo, 3 de junio de 2012

Jornada Pro Orántibus



Nosotras las hijas de Santa Clara, tenemos en este lema o consigna, algo muy sugerente. Contemplando la imagen de nuestra Seráfica madre, portadora de la Eucaristía, podemos contemplar la luz dichosísima, radiante, refulgente, colmada de resplandores que brotan del que se llamó a sí mismo “Luz del mundo”, Cristo Jesús centro de la Santísima Trinidad que nos lleva a penetrar en el Misterio insondable del Dios-Amor. En efecto, nuestra espiritualidad cristocéntrica, nos lleva a la vivencia contemplativa del misterio trinitario con una luz transparente que nos enseña sobre todo la ciencia del Amor. ¡Dios es Amor! “El Padre es Origen; el Hijo es Gracia; el Espíritu Santo es Comunión” 
Desde Cristo-luz, Gracia, regalo que nos ha hecho el Amor del Padre, contemplamos todo el misterio de Dios, en comunión con el Espíritu Santo que también es luz y amor. 
Esta Comunión de Amor se irradia al mundo entero en nuestra oración contemplativa. Queremos que los resplandores de esta Luz de Dios no solo nos deje radiantes a nosotras, sino que se extiendan y abarquen a toda la humanidad redimida. Que todos queden iluminados por la transparencia de esta Luz dichosísima que vence y hace desaparecer todas las tinieblas del abismo del mal, en que puede estar envuelto el mundo. Que queden los ojos de todos, limpios para contemplar a Dios en su adorable misterio, y se dejen penetrar de su cercanía, en la Palabra evangélica. El Evangelio es el que salva al mundo. El Evangelio es la luz de la fe que ya le ha salvado. Creer en el Evangelio es la salvación. 
Y no podemos olvidar a la que es Estrella de la Nueva Evangelización, la Virgen orante y contemplativa por excelencia. 
Ella es nuestro modelo: entremos en la escuela de María. 
Contemplemos la Estrella tan blanca y fúlgida como la luz, tan ardiente y radiante como el sol, bellísima, más que el cielo azul… 
Ella es el astro luminoso de nuestro camino que alumbra nuestros pasos hacia el Amor. Sigámosla, aprendamos de ella a ser Luz y Amor para el mundo. 

Hnas. Clarisas de León 

¡Joven, ven y verás!
Te invitamos a visitarnos y conocernos 


 “Los institutos orientados completamente a la contemplación, formados por mujeres o por hombres, son para la Iglesia un motivo de gloria y una fuente de gracias celestiales. Con su vida y misión, sus miembros imitan a Cristo orando en el monte, testimonian el señorío de Dios sobre la historia y anticipan la gloria futura. En la soledad y el silencio, mediante la escucha de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oración, la mortificación y la comunión en el amor fraterno orientan toda su vida y actividad a la contemplación de Dios. Ofrecen así a la comunidad eclesial un singular testimonio del amor de la Iglesia por su Señor y contribuyen, con una misteriosa fecundidad apostólica, al crecimiento del pueblo de Dios” (Vita Consecrata, 8) 

sábado, 2 de junio de 2012

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD



SAN MATEO 28, 16-20 

"En aquel tiempo los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: -- Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo"

COMENTARIO

La revelación del misterio de la Santísima Trinidad nos ha dejado en herencia un abismo de misericordia: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único para que tenga vida eterna”. El día es de fiesta, y la comunidad cristiana empieza la celebración eucarística con un canto de alabanza: “Bendito sea Dios Padre, y su Hijo Unigénito, y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros”. Luego confesará con el salmista: “Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor”. 
En verdad dichosa tú, Iglesia santa, porque el Señor te amó, te creó, te entregó su palabra, su Hijo y su Espíritu.
Dichosa tú, que has visto a Dios vaciarse de sí mismo por ti, lo has visto hacerse hijo de la humanidad, para que tú fueses un pueblo de hijos de Dios. 
Dichosa tú, que has visto a Dos vaciarse de su santidad y mancharse con tu lepra, para que tú fueses una nación santa.
Dichosa tú, que has visto a Dios vaciado de la vida, para que tú fueses una Iglesia de resucitados. 
Dichosa tú, que has visto a Dios vaciado de Dios para servirte, lavarte, abrazarte, amarte. 
Y porque a Dios lo has visto así, en carne viva de amor, tu canto de bendición sube hoy desde la tierra hasta el cielo, pues desde el cielo ha bajado a tu tierra la misericordia que todo lo llena. 
Pero en este día de fiesta no celebramos sólo la misericordia que se nos ha revelado por el don del Hijo y del Espíritu; celebramos también la obra admirable que la misericordia de Dios ha realizado en nosotros, pues hemos recibido un Espíritu de hijos adoptivos y, por ese Espíritu, a Dios le decimos con verdad: ¡Abba! ¡Padre!; por ese Espíritu somos hijos de Dios en Cristo, y somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. Dichosa tú, Iglesia santificada, asamblea de los que han sido bautizados en la santidad de la Trinidad, para ser hijos de Dios Padre, hijos en el Hijo de Dios, hijos por el Espíritu de Dios. 
Dichosa tú, pues la Trinidad Santísima es la fuente de tu ser, es misterio de amor en el que has entrado por gracia, y es también tu futuro, la plenitud de lo que esperas ser. 
Contempla lo que has recibido, alégrate por lo que eres, asómbrate de lo que un día has de ser. Vive en la Eucaristía lo que confiesas en la fe. Por la fuerza del Espíritu de Dios y en comunión con el Hijo de Dios, haz resonar en el corazón de los fieles y en todo el universo la palabra más hermosa que de Dios podemos decir: ¡Abba! ¡Padre! 
Terminada la Eucaristía, te espera la misión que has recibido de tu Señor. Recuerda que Dios es el futuro del hombre, de toda la creación, y que has de hacer posible el milagro de que todos conozcan el Amor de donde vienen, el Amor en el que viven, el Amor hacia el que van. Díselo a todos; díselo con tu amor a los pobres. Feliz día de la Santísima Trinidad.

 Siempre en el corazón Cristo. 

+ Fr. Santiago Agrelo 
Arzobispo de Tánger