sábado, 26 de junio de 2010

EL DOMNGO DEL SEGUIMIENTO (San Lucas 9, 51-62)



Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envío mensajeros por delante. De camino entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, le preguntaron.
-- Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?
El se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno:
-- Te seguiré adonde vayas.
Jesús le respondió:
-- Las zorras tienen madriguera y los pájaros nido, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
A otro le dijo:
-- Sígueme.
Él respondió:
-- Déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Le contestó:
-- Deja que los muertos entierren a tus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.
Otro le dijo;
-- Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.
Jesús le contestó:
-- El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios.

Hoy contemplamos a Jesús, el Hombre nuevo, que ve acercarse "su hora", de ser llevado al cielo y toma la DECISIÓN de subir a Jerusalén. Este es un viaje sin vuelta, pues así nos lo ha manifestado el domingo pasado: "El Hijo del Hombre tiene que padecer, ser ejecutado y resucitar al tercer día". Esta DECISIÓN de Jesús-Maestro nos enseña que cuando Él invita a seguirle ya no hay vuelta atrás. Así nos lo enseña Él con su ejemplo y con su palabra: "el que echa la mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios".
En este camino hacia Jerusalén, se encuentra con el primer rechazo. Los discípulos buscan en Samaría un alojamiento para su Divino Maestro, pero "no lo recibieron". Por esto puede decir a quien quiere seguirle: "las zorras tienen madriguera y los pájaros nido, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza".
En este camino con Jesús-Maestro hay otra enseñanza: la no violencia. Jesús es rechazado por el pueblo de Samaría, y sus discípulos no le piden al Señor que actúe, pues bien saben que es todo Corazón lleno de ternura y misericordia. Piden tomar ellos mismos la "justicia": "¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?". Y Jesús, que se niega a todo lo que no sea comprensión y amor, acogida del pecador, les regaña y les dice "no sabéis de qué espíritu soís.
"Y se marcharon a otra aldea". Jesús ama tanto el don que nos ha dado de la libertad, que no obliga a nadie... para entrar en nuestra ciudad, en nuestra casa, en nuestro corazón, pide antes nuestro permiso. Nos preguntamos:
¿tendrá mi casa abierta?
¿podrá descansar en mi corazón?
¿podré romper con los vínculos más fuertes de este mundo como son los padres, hermanos, familia, para dedicarme como Eliseo a la misión profética que Él tiene soñada para mí?


¿QUÉ TENGO YO, QUE MIS AMISTAD PROCURAS?

"¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno a oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí!; ¡qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

Cuantas veces el ángel me decía:
"Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuanto amor llamar porfía"!

¡Y cuántas, hermosura soberana:
"Mañana le abriremos", respondía,
para lo mismo responder mañana!"


SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO

sábado, 19 de junio de 2010

EL DOMINGO DE LA GRAN PREGUNTA (San Lucas 9, 18-24)



Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó:

--¿Quién dice la gente que soy yo?»

Ellos contestaron:

--Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.

Él les preguntó:

--Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Pedro tomó la palabra y dijo:

--El Mesías de Dios.

El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió:

--El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.

Y, dirigiéndose a todos, dijo:

--El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.


1.- LEE/ ESCUCHA: ¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Dice que Jesús se había retirado un poco para orar con sus discípulos, pues se ve que quería preguntarles lo que la gente pensaba de él, y ellos mismos también qué pensaban. Por eso la pregunta es doble: ¿quién dice la gente que soy yo? Contestaron: algunos Juan Bautista, Elías, el profeta que había de venir, de forma que tenía la gente un concepto alto de Jesús pero de ninguna manera habían llegado a descubrir su Mesianismo. Continuó Jesús: y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro tomó la palabra y dijo: El Mesías de Dios. Pero en ese momento, aunque la respuesta de Pedro fue correcta, Jesús no quiso que se divulgase pues quería darles ya a conocer a sus discípulos el designio de Dios sobre Él, muy distinto de lo que ellos pensaban; por eso, se lo quiere ir revelando: "El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho... ser ejecutado y resucitar al tercer día".

2.- MEDITA / ASIMILA: ¿QUÉ TE DICE HOY LA PALABRA?
Jesús me hace la misma pregunta que a sus discípulos: ¿Quién soy Yo para ti?

3.-ORA /CONTEMPLA: ¿QUÉ LE DICES AL SEÑOR CON LA PALABRA?
Señor, creo en Ti, que eres mi Dios y Señor. Sin embargo, también a mí, como a tus discípulos de entonces el sufrimiento y la cruz me pesa, me hiere, y hasta puede aplanarme y asustarme... pero me has revelado el valor del sufrimiento, del tuyo en la cruz, sin el cual no hay redención posible y entonces, con tu ayuda, Señor, acepto tus palabras y te sigo decididamente con la cruz de cada día. Creo en tu amor y sé que la cruz me llevará a la luz con toda seguridad.

"NO TE PREGUNTO HASTA DONDE..."
Tú me dijiste: "Sígueme, si quieres"
/desde entonces te sigo;/ y si alguien me pregunta cómo eres,/ respondo que eres rey y eres amigo./ Te sigo en la mañana, en el ocaso,/ y bajo el sol del día./ Te sigo paso a paso,/ en el amor, la pena y la alegría./ Te sigo cuando alumbras el camino,/ te sigo cuando se hace noche oscura:/ te sigo siempre, humilde peregrino/ de tu gran aventura./ Te sigo sin saber hasta qué punto/ he de seguirte, ni por qué me pruebas,/ ni si me aguarda un salto en el abismo.../ y aunque me canso, nunca te pregunto/ hasta dónde me llevas;/ pues recuerdo muy bien que fui yo misma/ quien te hizo necesario/ el camino en que todo mal se esconde.../ Tú nunca preguntabas hasta dónde;/ yo te hacía seguir hasta el Calvario.../
(José Julio Martínez, SJ)

4.- PON EN PRÁCTICA / ANUNCIA: ¿QUÉ HACER CON LA PALABRA?
Como San Pablo, como nuestro Seráfico San Francisco diré con confianza: "Conozco a Cristo, pobre y crucificado" y esperando en su amor infinito quiero identificarme con Él y así salvar mi vida.

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO

jueves, 17 de junio de 2010

"TE DOY GRACIAS, SEÑOR, DE TODO CORAZÓN" (Salmo 9)




Fui la última de 7 hermanos. Tuve la suerte de hacer la Primera Comunión siendo muy niña, gracia que considero excepcional pues ese mismo año, el Señor se llevó al cielo a mi madre. Cuando falleció no fui consciente de esta gran pérdida, pues tanto mi padre como mis hermanos se volcaron en la benjamina.
Más tarde, a través de circunstancias de la vida, sí que sentí el vacío y las consecuencias de esta dolorosa separación. Por eso, y en contra de la voluntad de mis hermanos, al cumplir los 16 años, decidí venir a León a trabajar. El Señor, que cuidaba de mí, me proporcionó familias que me trataron como a una más de la familia.
Me hice Hija de María en la parroquia de San Francisco de la Vega y también asistía a los Retiros en la Acción Católica.
En mi juventud soñaba con formar un hogar cristiano ideal. Me acompañaron varios jóvenes, pero cuando la “cosa” se ponía formal, yo les encontraba un “pero” y los dejaba.
Conocí a Santa Clara en el Convento de los Capuchinos, trasladada a su Iglesia con motivo del VII Centenario de su muerte. En su vuelta a casa, en el Convento de las Descalzas, yo vine acompañándola en la procesión.
Hice unos Ejercicios Espirituales con las jóvenes de la “Divina Pastora”, en el año santo mariano, dirigidos por los capuchinos, P. Carlos y P. Alejandro. A partir de entonces, seguí en contacto con los Hnos. Capuchinos, entrando en la Orden Franciscana Seglar.
Comencé a visitar a las Clarisas con otras jóvenes vocacionadas. En este tiempo tuve una peritonitis; estando en casa convaleciente de la operación, leía un libro titulado “Modelos de santidad”. Entre esos modelos estaba Santa Teresita y mi padre comentó: “Una hija mía, no quisiera que estuviera en un sitio así”. Y yo pensé: “Si Dios me da salud, la tendrás”.
Una vez recuperada la salud entré en el Convento, a pesar del disgusto que ocasioné a mi padre y hermanos.
Resumiendo esta historia, podría decir: “Te doy gracias Señor, por todas las gracias”.

Sor Mª Asunción de la Purísima

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO

martes, 15 de junio de 2010

SAN FRANCISCO DE ASÍS Y LOS SACERDOTES

El día 11 de junio, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, se clausuró el Año Sacerdotal, y uno de los objetivos propuestos por el Papa Benedicto XVI para este año era “hacer que se perciba más la importancia del papel y de la misión del sacerdote en la Iglesia y en la sociedad contemporánea”.
Como hija de San Francisco y de Santa Clara me gustaría compartir con vosotros lo que el sacerdote significaba para S. Francisco y algunas de las palabras que él dirigió a los sacerdotes de su época, y que pienso que valen también para los de la nuestra.
Cuenta la tradición franciscana que no quiso ser ordenado sacerdote porque no se consideraba merecedor de tal dignidad. En su testamento, escrito poco tiempo antes de su muerte encontramos lo siguiente: “Después me dio el Señor y me da tanta fe en los sacerdotes, que viven conforme a las reglas de la santa Iglesia romana, por razón de su ordenación, que, si me persiguieren, quiero acudir a ellos mismos. Y, aunque yo tuviese tanta sabiduría como la que tuvo Salomón, y encontrase a los sacerdotes pobrecillos de este mundo en las parroquias en que viven, no quiero predicar contra su voluntad. Y a ellos y a todos los demás quiero amar y honrar como a señores míos. Y no quiero fijarme en si son pecadores, porque yo descubro en ellos al Hijo de Dios, y son mis señores. Y lo hago por esta razón: porque lo único que veo corporalmente, en este mundo, de ese mismo altísimo Hijo de Dios, es su santísimo cuerpo y su santísima sangre, que ellos reciben y sólo ellos administran a los demás”. En la Leyenda Mayor, San Buenaventura narra: “… les enseñó, además (a los hermanos) a alabar a Dios en todas y por todas las criaturas, a honrar con particular respeto a los sacerdotes…”
De la Carta a toda la Orden entresaco este párrafo: “Oídme, hermanos míos: si la bienaventurada Virgen es de tal suerte honrada, como es digno, porque lo llevó en su santísimo seno; si el Bautista bienaventurado se estremeció y no se atreve a tocar la cabeza santa de Dios, si el sepulcro, en el que yació por algún tiempo, es venerado, ¡cuán santo, justo y digno debe ser quien toca con sus manos, toma en su corazón y en su boca y da a los demás para que lo tomen, al que ya no ha de morir, sino que ha de vivir eternamente y ha sido glorificado, a quien los ángeles desean contemplar!
Ved vuestra dignidad, hermanos sacerdotes, y sed santos porque él es santo. Y así como el Señor Dios os ha honrado a vosotros sobre todos por causa de éste ministerio, así también vosotros, sobre todos, amadlo, reverenciadlo y honradlo. Gran miseria y miserable debilidad, que cuando lo tenéis tan presente a él en persona, vosotros os preocupéis de cualquier otra cosa en el mundo. ¡Tiemble el hombre entero, que se estremezca el mundo entero y que el cielo exulte, cuando sobre el altar, en las manos del sacerdote está Cristo, el Hijo del Dios vivo!”
Pienso que estos textos pueden ser tan actuales como la vida misma. A vosotros os dejo las conclusiones y las sugerencias para una relectura desde este tiempo que nos toca vivir.

Sor Mª Cristina de la Eucaristía

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO

domingo, 13 de junio de 2010

UN DÍA EN NUESTRO CONVENTO



Suena la campana: comienza la jornada, aunque en la enfermería llevan ya un rato despiertas, ayudando a levantar a las hermanas que no pueden hacerlo solas.
Si salimos a la huerta vemos a algunas monjas que aprovechan el fresco de la mañana para regar los jardines, mientras otra pasea por la muralla pasando entre sus dedos las cuentas del rosario. De vez en cuando mira hacia lo alto, y da gracias a Dios por el nuevo cielo que hoy ha pintado para los hombres. Arriba, la hermana luna, a un lado la catedral, de frente algunas nubes se dejan colorear por los nacientes rayos del hermano sol que comienza a asomar en el paisaje, y una multitud de pájaros revoloteando en círculos y piando dando la bienvenida al nuevo día que nace.
El reloj del Coro da las 7 y se oye a una sola voz, el saludo de la comunidad a Jesús Eucaristía: “Te adoramos Santísimo Señor Jesucristo, aquí y en todas las iglesias que hay en todo el mundo, y te bendecimos que por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
Ofrecemos al Señor el día que tenemos por delante y tras una hora de oración personal elevamos a Dios nuestra alabanza con el canto de Laudes. A continuación le ofrecemos a nuestra Madre, la Virgen María, el rezo del rosario y seguimos con la oración de Tercia. A su término, la comunidad, en procesión y en silencio, se dirige al Refectorio para el desayuno.
Son las 9 y media cuando se oye la campana que nos llama a trabajar. El trabajo, manual lo realizamos en común y está distribuido en dos talleres: confección y bordado de ornamentos litúrgicos y encuadernación. Cuando el reloj da la hora, en cada oficina, las voces de las hermanas se unen para hacer una plegaria y una comunión espiritual. Es la manera de no apagar el “espíritu de la santa oración y devoción, al cual deben servir todas las demás cosas temporales”, como nos recomienda nuestra seráfica Madre Santa Clara en su Regla. También es habitual que se rece durante el trabajo la “corona franciscana”.
¿Dónde va esa hermana que sale de la oficina? Es la hora de su “vela”. Durante la mañana y la tarde acompañamos a Jesús Sacramentado en el Sagrario. Lo hacemos por turnos de media hora. Antes estábamos dos hermanas en cada turno, ahora, como somos menos, algunas hermanas están solas.
Pero si ya es la una, ¡cómo pasa el tiempo! De nuevo se oye la campana llamando a la comunidad al rezo de Sexta. Después un breve examen sobre la mañana transcurrida y el Ángelus.
En procesión y recitando el salmo 129 vamos al refectorio para la comida, que se hace en silencio mientras una hermana lee, primero el evangelio y después noticias de la Iglesia, mensajes del Papa o circulares.
Acabada la refección llega el momento de la recreación en el que las monjas, mientras sus manos mueven con garbo la aguja del ganchillo, comentan acontecimientos de actualidad o la Palabra de Dios y su vivencia, comparten noticias de sus familias o comunican si alguien se ha acercado al torno para pedir oraciones y las intenciones concretas. Algunas veces, dejando salir a las niñas que llevamos dentro, jugamos a la comba o a la pelota, llenando el ambiente de risas y algarabía.
El sonido del timbre paraliza toda acción. Son las dos y media. Es tiempo de silencio. Nos retiramos a las celdas para descansar, si lo necesitamos, o realizar otra actividad que no rompa el silencio.
A las cuatro menos veinte, el timbre nos convoca de nuevo en el Coro para el rezo de Nona y la lectio divina. Seguidamente el tiempo dedicado a la formación permanente o al ensayo de los cantos para la Misa y el Oficio divino. A las cinco las hermanas regresan al trabajo o a atender las distintas oficinas necesarias para la buena marcha del convento: biblioteca, archivo, economato, secretaría… hasta las 6 y media aproximadamente.
Hasta las 7 y cuarto contamos con un tiempo libre, que aprovechamos para dar un paseo, regar jardines, leer o nuestras devociones personales; tiempo para desconectar de las ocupaciones cotidianas y prepararnos para el momento cumbre de la jornada: la Eucaristía, “Sagrado Banquete en el que Cristo es nuestra comida, se celebra el memorial de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura”.
¿Pero por qué empieza de manera distinta? Porque la celebramos unida a la hora de Vísperas y lo primero es el himno y los salmos, que cantamos todos los días para dar más solemnidad a nuestra alabanza.
Al finalizar, la oración personal se prolonga hasta las nueve menos cuarto, hora en que cantamos a la Virgen la “Tota Pulcra”, rezamos el Ángelus y hacemos la consagración al Corazón de Jesús, para acabar este tiempo de oración con el Oficio de Lecturas. Los sábados y vísperas de solemnidades lo rezamos a las once y media de la noche, para conservar el carácter nocturno de esta Hora.
Salimos a cenar. Todo se desarrolla como en la comida. Cuando es fiesta, la madre levanta el silencio y podemos hablar, como acto de fraterna familiaridad. Y después, el recreo.
La jornada está llegando a su fin. Por última vez en el día, el timbre nos devuelve al silencio y nos lleva al Coro para el último acto de comunidad: el rezo de Completas.
Son las diez y media de la noche. Nos retiramos a las celdas para imitar con nuestro descanso a Jesús que reposó en el sepulcro, y pedimos al Señor que al levantarnos mañana, le imitemos también resucitando a una vida nueva.

Sor Mª Cristina de la Eucaristía,

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO

sábado, 12 de junio de 2010

EL DOMINGO DEL AMOR Y DEL PERDÓN (San Lucas 7,36-8,3)



"En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:-- Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.


Jesús tomó la palabra y le dijo:

--Simón, tengo algo que decirte.

Él respondió:

--Dímelo, maestro.

Jesús le dijo: ---Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?

Simón contestó:

--Supongo que aquel a quien le perdonó más.

Jesús le dijo:

--Has juzgado rectamente.

Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:

--¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.

Y a ella le dijo:

--Tus pecados están perdonados.

Los demás convidados empezaron a decir entre sí:

--¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?

Pero Jesús dijo a la mujer:

--Tu fe te ha salvado, vete en paz.

Después de esto iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

1.- LEE/ ESCUCHA: ¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Jesús no hace acepción de personas. Es una persona detallista y por tanto, le gustan los detalles. Sin embargo no llama la atención al fariseo por su falta de detalles en la hospitalidad, hasta que ve la actitud que Simón toma ante la mujer pecadora. Y lo hace de una manera delicada, sin ofenderle, con una parábola, como Natán hizo a David.
Como Dios que es, no mira la apariencia, ve el corazón y perdona a la mujer, que no ha tenido ningún respeto humano para ir a ver a Jesús.
Jesús tiene un trato de igualdad y deferencia con las mujeres, que deja que le sigan, que le toquen, que le unjan con perfume...y acepta sus bienes como ayuda.

2.- MEDITA / ASIMILA: ¿QUÉ TE DICE HOY LA PALABRA?
La Palabra de hoy me invita a hacer una reflexión: ¿Cúal es mi actitud ante Dios? ¿La del hombre justo, autosuficiente, que se controla y respeta la ley, pero que tiene el corazón endurecido para el amor? ó ¿la de la mujer que se reconoce pecadora, y conocedora de haber sido amada y salvada, se vuelca llena de gratitud hacia Jesús, con todo tipo de detalles de acogida y hospitalidad?
Y ¿Cómo es mi actitud ante los demás?

3.-ORA /CONTEMPLA: ¿QUÉ LE DICES AL SEÑOR CON LA PALABRA?
Perdóname Señor, por las veces que he adoptado ante Ti y ante mis hermanos una actitud farisáica, creyéndome justa y autosuficiente, y quedándome sólo en la apariencia y condenando...
Transforma mi corazón para que en todo momento sea el amor, la comprensión, la acogida del otro, el agradecimiento, actitudes que rijan mi comportamiento y que desvelen que formo parte de tus seguidores más cercanos.
¡Gracias, Señor por haberme invitado a tu seguimiento!

4.- PON EN PRÁCTICA / ANUNCIA: ¿QUÉ HACER CON LA PALABRA?
Preparar la Eucaristía de cada día, pues es Jesús quien me invita a su Mesa. Preparar mi corazón para recibirle, sabiendo que soy pecadora y sólo su Amor puede salvarme. Y como agradecimiento, buscar todo tipo de detalles de acogida y hospitalidad para con Él y con mis hermanas.

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO

miércoles, 9 de junio de 2010

"EL SEÑOR ME SEDUJO Y ME DEJÉ SEDUCIR" (Jeremías 20, 7)



Desde niña la persona de Jesús tenía cierto encanto para mí, dado que nací en el seno de una familia cristiana y todo lo que me explicaban caía en mi corazón como rocío mañanero, causándome cierta impresión, sobre todo en lo referente a la Pasión del Señor que rumiaba pensando en el amor inmenso que me tenía el Señor.
A la edad de 12 años fui llevada por mis padres a un colegio de religiosas para mejorar la educación, yo me sentía como el pez en el agua, sobre todo en lo referente a la piedad. En efecto, me sentía feliz y contenta pues el Señor Jesús me parecía que salía a mi encuentro y lo sentía muy cerca en los ratos de silencio en la capilla, retiros, ejercicios espirituales, etc. Todo lo hacía bajo la mirada dulce de la Virgen María, pues se cumplía lo de “a Jesús por María”. A medida que iba pasando el tiempo el Señor se hacía cada vez más cercano y más me atraía su amor. En ciertas fiestas cuando la liturgia era solemne sentía algo especial, el Maestro me seducía y empezaba a sentir la llamada “Ven y sígueme” o “intenta ser toda mía como las vírgenes y mártires antiguas”.
La entrega al Señor me parecía algo fascinante y por lo tanto la virginidad me atraía mucho. Las religiosas no sabían nada pues era una de tantas adolescentes, sólo mi madre intuía algo que me pasaba y me hacía preguntas; aunque la dolía quizás la separación, me ayudó mucho a conseguir mi ideal.
Pasando el tiempo hubo una época que aunque no perdí la fe, si me enfrié en el amor al Señor y casi doy con todo al traste: el amor humano me empezó a atraer y a rondar... Mas en unos ejercicios espirituales volvió el Maestro a salir a mi encuentro con todo su amor, lloré mucho por mi ingratitud e hice el propósito firme de ser toda para Él.
Aunque trataba con religiosas de vida activa, siempre tenía en el fondo de mi alma la vida de Oración, que es alabanza, adoración, intercesión, acción de gracias, o sea la vida contemplativa en clausura, pero me parecía un sueño que no podía realizar y lo desechaba como tentación. Sucedió que estando estudiando cerca del convento de las “Descalzas”, tenía que llevar de la casa diocesana, la censura del cine a la parroquia; mas cuando pasaba cada semana por delante del Convento me decía a mí misma: “¿Si yo pudiera ser de esas monjas…?” pero creía que era mucho para mí, me daba miedo. Con el tiempo un sacerdote me dijo que tenía vocación contemplativa, que no lo dejara pasar, no lo dudé ni me lo pensé dos veces, fue como asegurarme lo que tenía dentro y tantas veces afloraba en mí y no me atrevía a exponerlo.
Me puse manos a la obra, la alegría era grande pero llena de preocupaciones, sobre todo decírselo a las religiosas que tanto me querían y se habían sacrificado por mí; asumí todas las contrariedades, sabía que era un paso fuerte.
Santa Teresa nos dice que la parecía que se la descoyuntaban los huesos. Sin embargo la ilusión de la entrega te hace volar. El convento elegido fue el que hace cuatro años atrás había pensado “Si yo pudiera ser de esas monjas…”: Las Descalzas. Aquí dirigí mis pasos y en él encontré lo que deseaba: ser orante y así ser de mi Madre la Iglesia, el corazón y por consiguiente el Amor para el mundo entero.
Cuando mis amigas y hermanas del colegio se enteraron de mi decisión se decían o se escribían: “Noticia bomba, Mari entra en las Descalzas de León”
Termino como empecé: “El Señor me sedujo y me dejé seducir” (Jr 20, 7)

Sor Mª Isabel del Niño Jesús

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO

sábado, 5 de junio de 2010

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI (San Lucas 11b- 17)




"En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar a la gente del Reino de Dios, y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde y los Doce se le acercaron a decirle:
- Despide a la gente; que vayan a la aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida; porque aquí estamos en descampado.
Él les contestó:
- Dadles vosotros de comer.
Ellos replicaron:
- No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío. (Porque eran unos cinco mil hombres)
Jesús dijo a sus discípulos:
- Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.
Lo hicieron así, y todos se echaron.
Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos."

1.- LEE / ESCUCHA: ¿QUÉ DICE EL TEXTO?
En el gesto de la multiplicación de los panes Jesús revela su condición de ser el que aporta la salvación definitiva a los hombres de todos los tiempos. El texto es un reflejo de la Eucaristía celebrada por la Iglesia primitiva.

2.-MEDITA /ASIMILA: ¿QUÉ TE DICE HOY LA PALABRA?
La Palabra me habla de responsabilidad: dadles vosotros de comer. No puedo quedarme quieta esperando a que Jesús haga un milagro.
Me habla de generosidad y de fe: cuando se comparte lo que se tiene, aunque sea poco, entonces se realiza el milagro.
Me habla de contar siempre con Dios, a la hora de realizar cualquier tarea y a la hora de pedir por una necesidad.
Me habla de gratitud y de fe, cuando Jesús da las gracias al Padre por adelantado.
Me habla de austeridad, cuando manda recoger lo que ha sobrado.
Me habla de la Eucaristía como banquete fraterno en comunión con mis hermanos y que conlleva responsabilidad, generosidad, fe, gratitud, austeridad.
Me habla de la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

3.- ORA / CONTEMPLA: ¿QUÉ LE DICES AL SEÑOR CON LA PALABRA?

¡Oh Jesús! Tu Eucaristía
es un don tan inefable,
tan divino y adorable,
que me llena de alegría.
¡Gracias!, te digo a porfía
con los ángeles del cielo;
y con los santos del suelo
yo te canto, mi Señor:
¡Te entrego todo mi amor
y adorarte es mi consuelo!

4.-PON EN PRÁCTICA / ANUNCIA: ¿QUÉ HACER CON LA PALABRA?
Hacer de cada día una prolongación de la Eucaristía, donde viva la generosidad, la gratitud, la fe, la responsabilidad y la austeridad.

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO

viernes, 4 de junio de 2010

Una Aventura Sorprendente (XXXII)

LLEGÓ LA "HORA". DESPEDIDA
En efecto, la "hora" determinada por el Padre celestial para dar a conocer a su Hijo al mundo había llegado. Jesús y María se fueron en esta tarde a "La Colina", donde en ambiente de paisaje encantador sentados en los peñascos de la pradera, hablaron en gran intimidad.
Jesús le dijo a María con mucha ternura:
- Madre mía, quiero decirte ahora los pasos que he de dar en mi camino para empezar la predicación del Reino de Dios y su extensión por el mundo. Mañana saldré de Nazaret rumbo al Jordán, donde Juan está bautizando. Debo ser bautizado por él, para testimoniar así que Juan bautiza guiado por el Espíritu de Dios y no es ningún falso profeta.
Después, Madre, me espera el desierto, donde me conducirá el Espíritu Santo para encomendarme a mi Padre celestial. Y así fortalecido y entrenado, poder comenzar mi misión.
Pero tú, Madre mía, tienes que seguir con tu vida silenciosa y sacrificada ayudando a tu Hijo amorosamente. Tú serás la que con tu oración ante mi Padre mantendrás encendida la antorcha de la fe que tu Hijo tiene que encender en el mundo, sin que nunca se deje extinguir. Tú serás la cooperadora de mi Obra con tu vida entregada al amor. El amor es la semilla que tu Hijo va a sembrar sin descanso. El amor, que sin duda, hemos de ver germinar y florecer con alegría. Pues el amor es la fuente de toda belleza y de todo heroísmo. El amor es la razón de la vida; el amor es nuestra vida: la vida de Dios. El amor no pasa ni muere jamás; es eterno.
Pero el mundo, nuestra generacion, nuestra tierra está fría, desolada; tiene una falta inmensa de amor... y ante tanta confusión y pecado como reina en el mundo, tenemos que instaurar el Reino del amor. En esta lucha del odio contra el amor es en la que tenemos que ser fuertes, Madre mía. Sin embargo, nada temas, pues al fin ha de vencer el amor.
María tan delicada y dulce, le escuchaba con gran atención, pero pensando que su Hijo se iba de su casa, quizá para no volver, no podía hablar. Le había embargado una nostalgia tan honda e íntima que no pudo menos de estallar en llanto. María lloraba por la separación de su Hijo Dios. Además parece que presentía ya su tragedia...
Entonces Jesús abrazó a su madre. Y ella al fundirse en el abrazo divino de su Hijo, notó que se la desaparecía toda amargura... e invadió su corazón como un desbordado torrente de amor y de dulzura infinita que no se podía contener... Sus lágrimas son ahora purísimo amor... un amor que todo lo puede, todo lo espera, todo lo soporta. Se sintió fuerte e invencible y así dijo estas palabras:
- Hijo mío amadísimo, me has colmado de amor. Ya nada temo. Te digo que con tu ayuda, no defraudaré jamás tus esperanzas. Estaré siempre contigo. Seguiré siendo tu madre y tu consuelo.
¡Oh! ¡Gracias, Hijo mío, por tu amor inefable!
Se levantaron. Y caminando lentamente entraron en su casita. Atardecía...

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO

jueves, 3 de junio de 2010

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Hoy comienza la Novena al Sagrado Corazón de Jesús. Os invitamos a que nos acompañéis.
Esta Novena la recitaba diariamente el Padre Pío, por todos aquellos que solicitaban sus oraciones.

I.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “en verdad os digo, pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá”. He aquí que, confiado en tu Palabra divina, llamo, busco y te pido la gracia…

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.

II.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “en verdad os digo, todo lo que pidáis a mi Padre en mi Nombre, Él os lo concederá”. He aquí que, confiado en tu Palabra divina, pido al eterno Padre en tu Nombre la gracia…

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.

III.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “en verdad os digo, los cielos y la tierra pasarán, más mis palabras no pasarán”. He aquí que, confiado en tu Palabra divina te pido la gracia…

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.

IV.- ¡Oh Sagrado Corazón de Jesús, infinitamente compasivo con los desgraciados, ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos las gracias que te pedimos por medio del Inmaculado Corazón de María, nuestra tierna Madre!

San José, padre adoptivo del Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros.

Dios te salve…